Estoy sentada frente al ordenador trabajando en un texto y a la espera de la llamada telefónica de Mario Venegas para confirmar la hora de la entrevista, es él, contesto emocionada me dice que será por la tarde de ese mismo día, acordamos hacerla en la biblioteca pública de Evanston, la ciudad donde vive. He tenido suerte, Mario es un hombre sumamente ocupado y su agenda siempre está llena. Llamo a la biblioteca para preguntar si está disponible alguno de los salones de estudio, necesitamos absoluta privacidad, listo y sí, todo compagina, tenemos el horario y el espacio. Reviso las baterías de la grabadora, alisto mi libreta y tres lapiceros, siempre más de uno a última hora “no tiene tinta” no quiero que nada falle, he esperado por esta entrevista mucho tiempo.
Ciertamente años queriendo hacerla siempre esperando el tiempo propicio para preguntarle si aceptaría, es uno de los pocos latinoamericanos que en la ciudad de Chicago y Estados Unidos trabajan honestamente en la defensa de los Derechos Humanos, un hombre muy consciente, de los de siempre. Chileno, no es casualidad que sea del Sur. Su lucha se expande por varios países no es labia de orador, él habla con el testimonio de quien ha resistido muchas vidas…
Mario es de esos hombres que dictan cátedra de equidad en todos los sentidos, de honradez, firmeza, palabra y de acción. Es de los humildemente grandes, de los que no buscan reconocimientos ni codearse con “personalidades” son las personalidades las que buscan codearse con él.
Escucharlo hablar con la serenidad de haber librado tantas batallas, de llevar las cicatrices a flor de piel, de reivindicar que la semilla fue fértil a pesar de tanda saña, de continuar por los que ya no están, por los de siempre, por los que vendrán. Esa búsqueda incansable por la justicia no solo en su país de origen sino como humanidad que no entiende de fronteras porque sabe que la tierra es una sola, que somos una sola voz, un dolor agudo, una sola vena, y a pesar de la turbiedad y la traición también una inmensa alegría. La entrevista que pintaba para una hora de conversación se extendió a tres, trato entonces de resumir de alguna manera parte de lo que relata, tiene mucho que decir, hay mucho por aprenderle. En esta ocasión el tema fue en parte su experiencia en los campos de concentración y un poco su visión de Chile a 41 años del Golpe.
Crónicas de una Inquilina hoy les presenta a Mario Venegas, un hombre cabal.
Profesión.
Soy científico de profesión, tengo un Doctorado en Química por la Universidad de Londres -y varios pergaminos más de los cuales no hace alarde-. Radico desde hace 30 años en el Estado de Illinois, Estados Unidos. Vivo en la ciudad de Evanston al norte del Estado. Trabajé en el campo de la investigación química en la Escuela Médica de la Universidad Northwestern, también en empresas farmacéuticas en el campo de investigación y desarrollo relacionado con cáncer y enfermedades infecciosas.
Su lucha y entrega en la defensa de los Derechos Humanos son inclaudicables, toda una vida trabajando desde que salió del campo de prisioneros en Chile. He colaborado con Amnistía Internacional, en Chicago con varias organizaciones por mencionar algunas: Coalición de Chicago para cerrar Guantánamo, Organización que Observa a la Escuela de las Américas, Coalición de Illinois contra la Tortura, Coalición Religiosa para Latinoamérica, Organizaciones por Guatemala, Honduras, Colombia. Soy coordinador del Comité Permanente por Chile que apoya fundamentalmente la campaña que se hace en contra de la impunidad, trabajar por traer a la justicia a aquellos que torturaron y violaron derechos humanos.
Soy padre de tres hijos, Marcelo el mayor que nació en Chile es médico y trabaja en Nueva York, Brooklyn y Queens y dos artistas; Rodrigo que nació en Inglaterra y Gonzalo que nació en Chicago. Ellos son los Rebel Diaz que tuve la oportunidad de conocer cuando ofrecieron un concierto en Chicago para cuando se cumplieron 40 años del Golpe. Es un dúo de hip hop con denuncia política y social, multifacéticos actualmente colaboran con Canal teleSur en lo que ellos mismos llaman “periodismo de la calle.”
Mario se emociona cuando habla de sus hijos, dice que es muy importante para él hacerlo porque demuestra que por más tortura, sangre y dolor la dictadura no pudo acabar con la semilla. Y estoy de acuerdo, la tierra se sigue atreviendo a parir aun erosionada y seca porque ése es el canto de las esperanzas que abrirán “las grandes alamedas.”
El Golpe, la tortura, los recuerdos y la interminable lucha.
Comenzamos desde el pasado cuando su juventud soñaba con la frescura del rocío que anuncia un nuevo día.
Yo era dirigente estudiantil en La Unión de Estudiantes de la Escuela de Química cuando empezó todo antes del Golpe, para las vísperas estaba graduándome.
¿Cómo nace la conciencia en usted?
Partió de ver las inmensas diferencias sociales que existían en el estudiantado de la Universidad Católica de Chile en aquel momento, era una universidad muy grande, muy cara y a donde iba lo mejor de la sociedad, de la burguesía chilena. Yo entré porque quería estudiar química y porque mis papás tuvieron la oportunidad de darme acceso a la universidad. Tuve la oportunidad de estudiar ahí y ver claramente las diferencias de clase de compañeros de universidad que éramos pocos que no tenían todos los ingresos que tenían los otros, empecé a darme cuenta de esas diferencias aunque estudiando secundaria también ya había despertado en mí la conciencia.
Por otro lado tuvimos como familia un lugar a donde íbamos a pasar los veranos donde había gente que tenía mucho dinero y también estaban los oriundos que era la gente del pueblo que no tenía nada. Lo interrumpo y pregunto por el nombre del poblado me dice que es Algarrobo, está ubicado a la orilla del mar. Lo subrayo en mi libreta. Mientras tecleo la entrevista busco en Internet para darme una idea del lugar. Algarrobo: comuna de la Provincia de San Antonio en la Región de Valparaíso. Ese Valparaíso de celajes que despiertan las musas de los artistas que nacen arrullados por las olas del mar y viven la eternidad en la brisa salada que tantos versos hace germinar en las venas de los poetas.
Mario sigue relatando: claramente pude ver el estatus social de los veraneantes, gente con latifundio, empresas, y el de los lugareños: gente que se dedicaba fundamentalmente a la construcción y a la pesca.
¿Su línea política cómo y cuándo se define?
En el 67 o 68 por ahí ya se había formado un partido político que se llamaba Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el MIR chileno y comienzo como militante del mismo estando en la Universidad Católica. Éramos muy pocos pero hacíamos mucho ruido, teníamos muchas ganas de trabajar y organizábamos varios centros de alumnos de los que recuerdo estaban en la Escuela de Química, de Ingeniería Eléctrica, escuela de Trabajo Social, la Escuela de Periodismo, todos con un organismo intermedio que se llamaba Movimiento Universitario de Izquierda.
Viví todo el proceso de lo que fue la Reforma Universitaria, lo que fue la toma de la universidad por parte nuestra y en contra de los que en esa época eran los gremialistas, el grueso de técnicos y profesionales que luego fueron parte de la dictadura militar. En esa universidad estaba concentrado el máximo de gente de derecha, de ahí salieron los mayores cuadros para la dictadura, ahí están los grandes economistas gente que fabricó la nueva constitución en Chile, en fin…
Nosotros trabajábamos en lo nuestro exigíamos que la universidad tenía que ser controlada por los estudiantes y localmente con los profesores y no desde el Vaticano donde ellos definían todas las cosas que había que hacer con la universidad, nosotros decíamos no corresponde si hay una participación aquí tiene que ser de los profesores, de los trabajadores de la universidad y de los estudiantes; con ese conglomerado poder definir todas las políticas y todos los reglamentos y todas las nuevas formas de funcionamiento de la universidad y los programas de enseñanza.
Por eso nos costó bastante y en esa lucha estábamos cuando se produjo la polarización de la sociedad antes del golpe militar.
¿En qué andaba cuando fue el Golpe?
Su mirada se extravía en el tiempo como si esa pared del salón en la biblioteca fuera la bruma que amalgama la nostalgia. Logra esquivar el momento, recobra el aliento y sigue relatando. Para esos días estaba saliendo de la universidad recién egresado aun sin titularme, entré a trabajar al Banco Central de Chile como químico a cargo de todo lo que significaba la oficina de importación de productos primarios para la industria del cuero y del calzado y para la industria textil y en eso estaba cuando vino el golpe militar.
Estaba recién casado y esperábamos con mi ex compañera a nuestro primer hijo, vivíamos en la casa de mis padres, tenía 25 años.
Yo estaba en Santiago en ese momento, –nuevamente lo veo retornar en el tiempo no interrumpo su viaje, guardo silencio y espero a que vuelva al presente- 11 de septiembre de 1973. El golpe nos pilló, no fue tanto sorpresa, ya todo el mundo sabía que algo se iba a producir por la forma que la poralización se dio en la sociedad y la forma en que la burguesía chilena tenía apoyo de afuera, de la administración estadounidense de Richard Nixon y su secretario de Estado Henry Kissinger.
Apoyaron y circularon dinero para la gente que estaba opuesta al gobierno del presidente Salvador Allende. Por su puesto yo no fui testigo pero podía sentir y ver a los aviones que pasaban cerca de donde estábamos, ese primer día el pueblo empezaba ya a sufrir con la ocupación militar que se estaba haciendo y con el despliegue.
Yo acompañé a mi padre ese día, él tenía una camionetilla con la que llevaba niños a colegio era ese su negocio y también una tienda de abarrotes, todas las mañanas salía temprano a dejar los niños a la escuela y yo ya había salido porque quería ir al trabajo pero no puedo movilizarme porque ya había cordón policial militar por todos lados y no dejaban pasar a ninguna parte así que decidí acompañar a mi padre a sacar los niños del colegio y llevarlos a sus casas de vuelta porque después se iba a poner más peligrosa la calle. Recuerdo que zumbaban las balas por todos lados. Logramos entregar todos los niños. Ahí comenzó mi vida clandestina, el día del golpe.
Como 7 meses después del golpe no tenía trabajo porque desapareció el Banco Central. Trabajé con un tío que tenía una pequeña empresa y al siguiente año en marzo logré entrar nuevamente a la universidad a hacer un estudio de postgrado y a trabajar ahí mismo como profesor ayudante, eso me permitió sobrevivir hasta que me detuvieron en diciembre de 1974.
La tortura en los campos de detención de la dictadura militar
Me detuvieron en la puerta de la Universidad Católica donde yo trabajaba, en el Instituto de Química específicamente, de ahí en adelante empezó mi vida como prisionero político hasta que me expulsaron del país dos años y medio después.
Estuve dos años y medio en centros de detención, estuve primero en campo de interrogatorio, tortura y exterminio que hoy en día es conocido como Parque por la Paz Villa Grimaldi, también estuve en Tres y Cuatro Álamos, tenían pabellón de hombres como de mujeres, me tocó estar en tres campos distintos que estaban ubicados en la zona central de Santiago. Durante dos meses y medio mi familia no supo nada de mí porque me tenían incomunicado.
Cuénteme de esas técnicas aprendidas en La Escuela de las Américas que utilizaban para torturarlos.
Bueno, son diferentes etapas: nos mantenían vendados con pañuelos y amarrados de pies y manos todo el tiempo y nos asignaban un número el mío era el 666. Se pierde la noción del tiempo y del espacio, no sabe si es de día, de noche, si han pasado semanas o meses, en una pieza como esta –y me señala el salón de estudio de la biblioteca donde estamos haciendo la entrevista que es como de tres metros de ancho por cinco de largo– nos tenían a por lo menos cien detenidos, las puertas las mantenían encadenadas y tenían un radio a todo volumen para que no escucháramos la tortura que hacían a quienes iban sacando de la pieza. Por supuesto no lográbamos dormir porque a cada rato sacaban y metían torturados, iban llamando por número, a muchos los mataron ahí mismo como decimos reventados de tanta tortura, muchos otros desaparecidos.
Utilizaban el confinamiento de forma aislada, nos metían a celdas oscuras en totalidad y soledad, nos daban un plato de comida al día y ahí mismo nos tocaba hacer nuestras necesidades no se podía pensar en dormir por muy cansado que uno estuviera porque el lugar estaba lleno de ratones enormes.
Los toques eléctricos en la parrilla que le dicen. La asfixia con una bolsa plástica. Nos sumergían de cabeza dentro de un tonel, cuneta y la piscina que estaba ahí, muchos murieron ahogados porque no resistieron. La caja negra, también nos colgaban de un árbol y ahí nos dejaban horas o días y los soldados nos agarraban como péndulo y nos tomaban de juego cuando se aburrían, otros nos pateaban o nos daban puñetazos. Conmigo utilizaron el llanto de un niño, me decían que era mi hijo lo tenían en el cuarto de al lado y si no hablaba lo iban a matar, a otros les decían que ahí estaba su esposa, su novia, su mamá, su papá, a muchos compañeros míos los torturaron junto a sus parejas y familiares para que uno viera el sufrimiento del otro.
Mario también estuvo en el Campo de Concentración Ritoque en la Comuna de Quintero y en el Puchuncaví-Melinka en la provincia de Valparaíso.
También estuvo detenida dos días mi ex esposa que también era militante, en ese tiempo estaba embarazada. Tuvo al niño y lo dejó con los abuelos maternos y se vio obligada a asilarse en Colombia. Durante el tiempo que yo estuve en los centros de exterminio cuando Marcelo tenía un año y dos meses detuvieron a los abuelos, dos tíos –primos de la mamá de Marcelo- y al niño. Los separaron, no soltaron a los abuelos solo a los tíos y al niño que estuvo desde las doce del medio día hasta las nueve de la noche con quien también utilizaron técnicas de tortura, en la prisión le ponían perros a que le ladraran y Marcelo creció con terrible miedo a los perros pero logró vencerlo y hoy en día tiene tres.
Mi ex esposa luego se asiló en Suecia y se lo llevó con ella mientras yo salía de los campos de concentración.
Dos años y medio después salió Mario Venegas y sentenciado de muerte si no se iba del país y aunque quiso quedarse tuvo que asilarse en Inglaterra en diciembre del 1976 20 días después de haber salido del campo de concentración. Debido a las constantes amenazas e intimidaciones a mis padres por los militares que llamaban por teléfono insultándolos y diciéndoles que si no me iba del país me iban a matar y a ellos también, allá me alcanzaron mi ex esposa y mi hijo, la organización internacional pro Derechos Humanos que logró sacarme del país me becó en la Universidad de Londres y pude seguir estudiando. Pocos fuimos los privilegiados porque quienes no estudiaban se las tenían que arreglar como podían.
Nunca nunca dejé de militar aún dentro del campo de concentración como no lo he dejado de hacer todos estos años fuera de Chile. No pude ejercer mi profesión en Inglaterra porque llega Margaret Thatcher como Primer ministro del Reino Unido y desata la furia contra Argentina y las Islas Malvinas y pagamos por igual todos los latinoamericanos que residíamos en el país, fue así como llegué a Houston en 1984 y un año después a Chicago, Illinois donde ya llevo 30 años.
Ha participado dando su testimonio en varios procesos contra militares que torturaron gente y la asesinaron y la desaparecieron, pocos logros han obtenido, la impunidad sigue impuesta en el sistema de justicia chileno.
¿Cómo es ver Chile desde fuera? ¿A 41 años del Golpe?
Plantear que las condiciones por las cuales llegamos a tener ese golpe de estado fueron fundamentalmente creadas yo diría artificialmente por la burguesía chilena, con el apoyo de la burguesía internacional y particularmente con el apoyo del gobierno estadounidense. De crear todo un proceso de desestabilización contra el Gobierno de la Unidad Popular dirigido por Salvador Allende nuestro presidente, en el cual fueron establecidas una serie de huelgas del transporte público, huelgas de los camiones, huelgas de todas partes y un desabastecimiento en términos de alimentos, escondieron todo porque ellos lo originaron así. Decir “ ven la culpa la tiene el gobierno”, todo eso se creó cuando el proceso estaba dando frutos, independientemente que nosotros como MIR estuviéramos críticos con lo que se estaba produciendo.
Pero había un cambio importante, condiciones económicas para la población mucho mejor, el nivel de estabilidad más grande, las posibilidades de acceso; el sistema educacional por ejemplo en tres años que duró ese gobierno.
La nacionalización del cobre, la reforma agraria, el programa de medio litro de leche diario para los niños, con todas las imperfecciones que se puedan dar en un momento determinado dentro de un proceso de lucha de clases tan fuerte como el que se produjo en ese período.
Viene el golpe militar y desborda todo eso, el plan de la famosa campaña del neoliberalismo, del liberalismo en esa época porque hoy día le llaman neoliberalismo que es la expresión más alta del capitalismo que arrasa con todo, eso se produjo en casi los 20 años que tuvimos de dictadura que fueron impresionantes; cambiar totalmente al país. Ver la mentalidad de la gente, cambió todo.
Entonces el proceso de la recuperación de la democracia, que en mi opinión aun no la recuperamos, tuvimos un proceso importante del cambio de la dictadura a un gobierno civil pero con todo lo que significó las leyes que fueron producidas durante la dictadura que amarran. Claro que significan las elecciones, el parlamento, las cosas tributarias, toda la economía en manos de ellos donde no había oposición porque quien se oponía moría. No había un proceso como lo hay hoy en día, un proceso de reformas de la economía donde la gente tiene derecho a opinar, poder discutir o poder oponerse. La dictadura fue muy fácil, claro que creció la economía pero para unos cuantos, a nivel empresarial y monopólico de la burguesía chilena y con el capital internacional.
Hoy en día si uno ve la gran mayoría de los bancos son propiedad de los españoles, los procesos en el agro son también españoles o canadienses, la minería por ejemplo; empresas canadienses, británicas, estadounidenses.
La reestructuración de todo eso lleva más de 20 años desde que salió la dictadura. Claro, intermedio tuvimos un gobierno de derecha que no ayudó en absoluto que aunque algo se estaba dando. El campo de los Derechos Humanos hay que reconocer que ha habido cambios importantes en términos de justicia pero no como nosotros quisiéramos, tal cual lo dijo el primer presidente civil don Patricio Aylwin: “vamos a hacer justicia en la medida de lo posible.” Afortunadamente en Chile como también en Argentina en los gobiernos de los Kichners, ha habido un proceso importante de traer a la justicia producto de lo que ha sido la violación de los Derechos Humanos, la matanza, la tortura, los ajusticiamientos.
El pueblo chileno de alguna forma tomó más conciencia y expuso a nivel internacional también, incluso el trabajo que uno realiza aquí respecto a la tortura hay muchas cosas que uno puede aprender de lo que ha sido el proceso chileno para poder traerlo acá. Por ejemplo El Comité de la Verdad que en Chile originó mucho para que a nivel internacional comenzaran a realizar estos Comités de la Verdad que ayudaron porque son comisiones que no estaban ligadas a una cuestión legal. Yo participé y di declaraciones a esa comisión y entonces decían: bueno, no vamos a poner el nombre de lo que usted me está diciendo de quienes fueron sus torturadores, aunque yo los tengo identificados con nombre y apellido.
Uno de ellos estuvo detenido un tiempo es un hotel de esos…, construyeron cárceles especiales para esta gente de la dictadura en caso algún día a pesar de que ellos tienen una ley de amnistía…, centros como de cinco estrellas donde muchos de los militares entran y salen y van sus casas y hasta al supermercado.
Estoy convencido que en Chile y en cualquier país del mundo mientras no haya justicia no puede haber reconciliación de lo que ha sido destruido, que es precisamente el terreno del tejido social hasta el día de hoy no se recupera en Chile. Porque no ha habido una reconciliación, todavía hay responsabilidades que no han sido asumidas, todo ese proceso está todavía en camino y ahí yo todavía puedo dar mucho en el campo de derechos humanos, en contra de la impunidad, por la justicia, y el lema que nosotros siempre hemos dicho: “nosotros no buscamos venganza, buscamos justicia.” Destruir un país, destruir una generación y con consecuencias para la generación que nos siguió después, muchos casos de muchachos jóvenes que ya habían nacido o que nacieron en ese período que todavía están afectados por todo esto que les pasó a sus padres. Cuántos hijos de desaparecidos, La Organización Hijos que está en distintos países donde se vivieron dictaduras. Hijos que luchan por la justicia y en contra de la impunidad.
El plebiscito Nacional de Chile de 1988 que ganó el No, -“Chile, la alegría ya viene…”- fue importante pero muchas personas terminaron frustradas porque pensaron que después de eso sí se iba a cumplir pero lamentablemente la alegría aun no ha llegado a Chile.
Estoy convencido que hay condiciones hoy día de mayor movilización, de mayores luchas por las condiciones de la población, se están consiguiendo algunas cosas no como quisiéramos, pero por lo menos hay cambios por ejemplo; la reforma tributaria, los programas para la educación, no es lo que todos los estudiantes quieren pero algo hay.
No es bueno que nos quedemos con lo poco que se pueda hacer como “la justicia en la medida de lo posible” hay justicia o no hay. Chile 41 años después, cambio el concepto y la conciencia de la sociedad chilena producto del consumismo, se dan luchas importantes todavía pero hasta eso destruyó la dictadura, la organización de la masa obrera. La diferencia abismal entre la gente que tiene mucho pero mucho dinero y quien no tiene nada. Todavía les aplican la ley antiterrorista a los Mapuches. La alegría aún no ha llegado a Chile.
Septiembre 16 de 2014.
Estados Unidos.