A partir de la ratificación por Chile del Convenio 169 de la OIT y su entrada en vigencia en 2009, hemos sido testigos de una deficiente aplicación y cumplimiento del mismo por parte del Estado chileno, que a la fecha no ha establecido un plan de cumplimiento de los derechos de los pueblos indígenas de acuerdo a los estándares internacionales comprometidos.
Ello ha sido particularmente grave respecto del derecho a la consulta previa, que se intentó regular, de manera defectuosa y restrictiva de los derechos reconocidos en instrumentos internacionales de superior jerarquía, por medio del DS N° 124 del Ministerio de Planificación y Cooperación (MIDEPLAN), en forma paralela a la entrada en vigencia del Convenio 169. Esto, por medio del resquicio de regular la participación indígena establecida en el artículo 34 de la Ley N° 19.253 sobre pueblos indígenas, que no había sido regulada desde su entrada en vigencia en 1993. Lo anterior, acompañado de una incorrecta aplicación normativa de las agencias públicas propiciada desde la autoridad central, que insiste en la vigencia de esta normativa.
Posteriormente, tanto en el gobierno de la ex presidenta Michelle Bachelet, como en la actual administración de Sebastián Piñera, se han realizado diversos intentos por establecer un mecanismo de consulta, siendo común a todos estos procesos la inexistencia de una metodología clara y adecuada para propiciar el debate con los pueblos indígenas. A ello se agregan severas deficiencias de fondo que implican restricciones a los derechos territoriales, políticos y participatorios reconocidos a los pueblos indígenas por el derecho internacional de los derechos humanos, por lo que hasta ahora no se ha llegado a acuerdo en la regulación del derecho a la consulta previa.
Es en este contexto, que durante el año 2011 el actual gobierno dio inicio a un polémico proceso de consulta que incorporaba diversas temáticas relativas a los pueblos indígenas en una misma consulta. Dicha iniciativa motivó el rechazo de numerosas organizaciones indígenas, las que además exigieron la derogación del DS N° 124 del Ministerio de Planificación y Cooperación (MIDEPLAN), y la paralización del proceso de consulta sobre institucionalidad indígena.
Tales demandas llevaron al Gobierno, en septiembre de 2011, a suspender el referido proceso de consulta planificado originalmente y concentrase en la definición del mecanismo de consulta, tarea que fue encomendada a una comisión conformada al interior del Consejo Nacional de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), comprometiéndose a no realizar otra consulta mientras no se resolvieran dichos procedimientos.
Sin embargo, y pese a dicho compromiso, el 28 de mayo de 2012 el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó una versión del proyecto de nuevo Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, que formaba parte de la consulta de institucionalidad suspendida en septiembre de 2011. Dicho reglamento se encuentra desde enero de 2013 ingresado en la Contraloría General de la República a la espera de su “toma de razón” para luego entrar en vigencia. Este reglamento contiene normas sobre “consulta” a los pueblos indígenas para proyectos de inversión sometidos al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, que más que procesos de consulta, sólo podrían ser consideradas como modalidades de socialización de los proyectos, a través de los cuales únicamente se difunde información. Frente a esta situación f&aac ute;ctica, diversas organizaciones de pueblos indígenas han presentado alegaciones cuestionado esta versión de reglamento aprobada por el Consejo de Ministros en mayo de 2012, afirmando que no han sido consultados debidamente y que el mismo contiene normas que no se ajustarían a los estándares internacionales. Al respecto, el Comité de expertos de la OIT, en su informe 2013, realizó la siguiente observación al Estado de Chile:
“La Comisión invita al Gobierno a informar en su próxima memoria sobre el resultado del recurso de protección interpuesto por algunas organizaciones indígenas contra el reglamento del SEIA. La Comisión espera que en la próxima memoria se incluya un texto reglamentario que asegure la eficacia de los requerimientos de la consulta, la participación y la cooperación con los pueblos indígenas que se establecen en los artículos 6 y 7 del Convenio. En caso de que un estudio de impacto ambiental conlleve la prospección o explotación de recursos existentes en tierras indígenas y/o el reasentamiento de comunidades indígenas, la Comisión invita al Gobierno a indicar cómo se asegura el cumplimiento de todos los requerimientos de los artículos 15 y 16 del Convenio.”
LO QUE VIÓ EL RELATOR DE LA ONU
Por su parte, el Relator Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas, James Anaya, en su documento titulado: “Propuesta de gobierno para nueva normativa de consulta y participación indígena de conformidad a los artículos 6° y 7° del Convenio N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo”, relativo a la regulación de dichos derechos en Chile respecto a esta materia, manifestó en el mes de noviembre 2012:
“El Gobierno ha comunicado al Relator Especial que el Reglamento del SEIA está todavía en proceso de elaboración. El Relator Especial se reserva la posibilidad de formular en el futuro comentarios específicos sobre las disposiciones relativas a la consulta de este reglamento. Sin embargo, el Relator Especial enfatiza la particular importancia de que los procedimientos de consulta con respecto a los proyectos de inversión se ajusten a los estándares internacionales en materia de los derechos de los pueblos indígenas y que estos mismos procedimientos sean debidamente consultados con los pueblos indígenas.”
En forma paralela a este proceso, el 8 de agosto de 2012, el Gobierno presentó al Consejo de CONADI la Propuesta de Nueva Normativa de Consulta para que fuese distribuida a los pueblos indígenas a fin de iniciar un proceso de consulta en torno a ella. Dicha propuesta dista mucho del estándar internacional del derecho a la consulta y propone mecanismos que vulneran gravemente los derechos de los pueblos indígenas, como es el someter a consulta proyectos de inversión y procedimientos de socialización regulados en el nuevo e inconsulto Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (artículo 5). Además de tener una visión reduccionista de las medidas administrativas sometidas a consulta, toda vez que se aplica sólo a ciertos organismos del Estado, dentro de los cuales se excluye a las Municipalidades y manifiesta que la consulta es facultativa para los organismos descentralizados del Estado (artículo 4).
Cabe señalar que este proceso de “consulta” para la elaboración un Reglamento de consulta también ha sido cuestionado por organizaciones de diversos pueblos indígenas, por cuanto su convocatoria no ha sido extensiva a todos los sectores de éstos, por lo cual quienes han participado de dicho proceso carecen de la legitimidad suficiente para que sean considerados por el Estado como “instituciones representativas de los pueblos indígenas”. Ello, además de señalar que mientras se encuentre vigente el DS N° 124 de MIDEPLAN y se insista en reglamentar la consulta relativa a los proyectos de inversión de manera restrictiva de derechos y en forma inconsulta con los pueblos indígenas, no existen las bases de confianza necesarias, ni garantías de respeto de los derechos para participar de dicho proceso.
Respecto a esta materia el Comité de expertos de la OIT, en su informe 2013, también realizó la siguiente observación al Estado de Chile:
“La Comisión invita al Gobierno a incluir en su próxima memoria indicaciones sobre los resultados de los esfuerzos realizados para adoptar una normativa consensuada que reemplace el decreto supremo núm. 124. La Comisión espera que la nueva normativa asegure la efectiva participación de los pueblos indígenas en las decisiones susceptibles de afectarles directamente y el pleno efecto de las disposiciones correspondientes de los artículos 6, 7, 15 y 16 del Convenio.”
El Relator Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas, James Anaya, en su documento de noviembre de 2012 antes referido también realiza comentarios respecto a esta materia, señalando:
“El Relator Especial considera que la Propuesta es de utilidad para abrir un debate respecto a mecanismos y los estándares que deben cumplir los procesos de consulta, para salvaguardar los derechos de los pueblos indígenas y dar cumplimiento a las obligaciones estatales. Sin embargo, como se ha indicado en las páginas precedentes, resulta ineludible realizar ajustes y modificaciones al texto actual de la Propuesta, en vista de las normas internacionales en esta materia. Además, es necesario avanzar en un proceso de diálogo y concertación con los pueblos indígenas de Chile del modo más amplio e inclusivo para la elaboración del texto final del Reglamento de Normativa de Consulta y del instrumento conexo de Reglamento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.”
A lo anteriormente señalado, cabe agregar que ninguna legislación sectorial en el caso chileno contiene una regulación específica respecto del derecho a la consulta previa, situación que también ha sido advertida en el Informe del Comité de Expertos de la OIT de 2013:
“La Comisión reitera su pedido al Gobierno de que se modifique la legislación nacional para que los pueblos indígenas sean consultados antes de emprender o autorizar cualquier programa de prospección o explotación de recursos existentes en sus tierras y que puedan participar de los beneficios derivados de la explotación de los recursos naturales. La Comisión espera poder examinar informaciones que permitan comprobar que se han salvaguardado específicamente los derechos de los pueblos indígenas a los recursos naturales que establece el Convenio.”
TRIBUNALES Y PUEBLOS INDÍGENAS
Esta situación de falta de reconocimiento en la legislación nacional de los estándares internacionales a los que Chile se ha comprometido y las insuficiencias de las propuestas para la regulación de la consulta, han creado un clima de incertidumbre jurídica que ha incidido en la vulneración de derechos de los pueblos indígenas. Ello ha llevado a estos pueblos a exigir la protección de sus derechos vulnerados ante los tribunales de justicia, los que en los últimos años, de modo gradual, han ido incorporando los estándares internacionales en sus decisiones. Dichas decisiones, sin embargo, en el sistema jurídico chileno solo son vinculantes para el caso concreto. Cabe señalar, además, que los Tribunales Superiores de Justicia aún mantienen ciertas restricciones interpretativas vulneratorias de los derechos de los pueblos indígenas, como lo es la exclusión de consulta previa en casos de licitaciones y concesiones de recursos naturales en territorios indígenas.
Otra situación preocupante es la que dice relación con la demora del poder legislativo en la modificación de la legislación sectorial para adaptarla a las disposiciones del Convenio. Así, el Congreso Nacional sigue sin avances significativos en la tramitación de los proyectos de ley para el reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas, especialmente en lo relativo al reconocimiento constitucional, siendo Chile uno de los pocos únicos países de Latinoamérica que mantiene dicha deuda.
Lo anterior, sin perjuicio de que la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía del Senado convocó el año 2011 a un Encuentro Nacional Parlamentario entre Pueblos Indígenas y el Congreso Nacional, y que durante los años 2011 y 2012 dedicó una serie sesiones a “Estudiar el mecanismo para absolver la consulta y participación de los pueblos indígenas, establecida en los artículos 6 y 7 del Convenio 169, sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, de la Organización Internacional del Trabajo”, escuchando a organizaciones indígenas, a representantes del Ejecutivo, de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil. Ello derivó en la constitución, en enero de 2013, de una Comisión Bicameral encargada de dar cumplimiento al artículo 6° del Convenio 169 de la OIT, la que se encuentra en funcionamiento hasta la fecha, pero sin resultados y sin que se estableciera una moratoria respecto de los proyectos actualmente en tramitación que afectan directamente a pueblos indígenas.
UPOV 91
Resulta preocupante, en este sentido, que el legislativo siga aprobando de manera inconsulta proyectos de ley que tienen directas implicancias sobre los pueblos indígenas y sus territorios, como lo fue la ratificación del Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV 91) y la aprobación de la Ley de Pesca y Acuicultura, ley que determina cuotas de pesca sobre los recursos hidrobiológicos, desconociendo los derechos territoriales de los pueblos indígenas que habitan en la costa del país y que han venido utilizado dichos recursos desde tiempos inmemoriales. Tal como lo reconoce la Ley 20.249 que crea los Espacios Costeros Marítimos de los Pueblos Originarios, cuya aplicación el Ejecutivo ha descuidado. En esta misma línea, manifestamos nuestra preocupación por la sentencia del Tribunal Constitucional en lo que refiere a la falta de consulta de dicho cuerpo legal, pronunciada el 23 de enero de 2013, quien determinó que los tratado internacionales de derechos humanos tendrían rango simplemente legal y, por tanto, su vulneración por el Congreso en el caso de la Ley de Pesca no implicaría un vicio de inconstitucionalidad.
Así mismo, se encuentran en tramitación en el Congreso, de manera inconsulta, diversos proyectos ley que afectan directamente a los pueblos indígenas, como los son la modificación a la ley de Concesiones Geotérmicas, el proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Silvestre Protegidas, el proyecto sobre carretera eléctrica y el proyecto presidencial sobre fomento forestal que modifica y extiende, por 20 años más, el Decreto Ley N° 701 de 1974.
A lo ya señalado respecto del Congreso Nacional, se agrega la aprobación de la reforma constitucional que modifica el artículo 126 bis de la Constitución Política de la República, sobre territorios especiales de Isla de Pascua y Archipiélago Juan Fernández, cuyo proyecto fue objeto de profundos cambios durante su tramitación legislativa, sin que ellos fueran consultados, como sí lo fue la propuesta original, que fue sometida a votación del pueblo Rapa Nui mediante un plebiscito en el que participaron más de 700 personas que aprobaron el texto con más de un 96% de votos favorables. No obstante, en septiembre de 2011, el Presidente de la República formuló una indicación sustitutiva, modificando de modo sustancial la propuesta original que había sido sometida a votación por el pueblo Rapa Nui y sin realizar un nuevo proceso de consulta. &nb sp;La aprobación de la reforma constitucional en base al texto propuesto por el Ejecutivo constituye una grave vulneración a la voluntad del Pueblo Rapa Nui que había sido expresada en una votación popular.
En razón de la situación descrita en los párrafos precedentes, el Observatorio Ciudadano hace un llamado a los distintos estamentos del Estado, en particular al Gobierno y al poder legislativo, a dar urgente cumplimiento a las obligaciones internacionales asumidas mediante el Convenio 169 de la OIT. En particular aquellas derivadas del deber que éste tiene de consultar a los pueblos indígenas de buena fe, a través de sus instituciones representativas, y con miras a llegar a acuerdo o consentimiento, cada vez que se adopten medidas administrativas o legislativas susceptibles de afectarles directamente. Ello como una señal de la voluntad de establecer nuevas formas de relación con estos pueblos, basadas en el diálogo y no en la imposición, que permitan superar los conflictos interétnicos hoy existentes en el país.