La memoria infantil no cabe en vuestras urnas

A propósito de la experiencia de niñas, niños y adolescentes en la dictadura de Pinochet (y con ello se puede aproximar a cualquier otra dictadura).

La memoria infantil no cabe en vuestras urnas

Autor: Pealo Carvallo

En un mundo adultizado, cada niña o niño vive bajo una dictadura. Es tal el entusiasmo del mundo adulto por imponer sus circunstancias en la vida infantil que esta es minimizada, menospreciada, reprimida, ridiculizada, pasada por alto, desanimada y tergiversada en todo momento y lugar, en la acción permanente más coherentemente coordinada en la historia mundial. Habrá excepciones culturales y personales a esta norma y con ello, tristemente, no deja de ser la norma. Y si esto es así para la niñez y adolescencia en general, es aún más ruda para la niñez pobre en particular.

Poniendo atención al cine, series y audiovisuales en general, pocas son las producciones elaboradas bajo conducción de niños y niñas. Las producciones con protagonistas infantiles o adolescentes más conocidas son guionadas, producidas y dirigidas por adultos, quienes, cada vez más, disfrazan historias para adultos con un relato infantil. Cualquier visionado de películas aptas para de menos de 13 años, que esté de moda, nos habla de esto; quienes más las disfrutan suelen ser los adultos, a quienes están dirigidos todas las referencias, chistes, gags y argumentos. Es muy evidente la adultización de las niñas mediante su sexualización temprana y que es un justo motivo de queja hacia las industrias de la moda, la publicidad y la entretención. Es un poco menos evidente la adultización general que promueve la industria cultural en general, que es la industria formativa por excelencia (incluso si consideramos a la educación como una industria).

En la literatura, salvo honrosas excepciones, hay poca cosa. Algún cuento de Diana Viveros y otro de Liz Haedo en Paraguay, algo en Casaccia también, y algo en las memorias noveladas de Manuel Rojas –especialmente en Hijo de Ladrón– y de González Vera en Alhué, citando literatura chilena. En cuanto al mundo del cómic, tan valorado ahora, Paracuellos del español Carlos Giménez destaca como un sincero intento de mostrar la niñez pobre y pobrísima en tiempos de dictadura desde una memoria desadultizada. Poco más. Las memorias y autobiografías son relatos adultizados por excelencia, que testimonian la traición de los adultos que escriben a la niñez que fueron. Es, ciertamente, un problema de las memorias en general, no solo de las memorias literarias. De la niñez y adolescencia pobre hay menos rastro literario aun y ese rastro, desde los tiempos de Lazarillo de Tormes, su aparición es siempre un momento del desarrollo de un destino y ni siquiera en las novelas que hablan del hambre hay un protagonismo infantil.

Respecto a la literatura así llamada infantil, poca de ella está libre del interés adultizador de la cultura que nos contextualiza. Las historias, los colores, la tipografía, los formatos, todo ello, salvo excepciones, está hecho con la intención de que guste a niñas y niños y no para que les represente, les hable y entusiasme. Lo de las excepciones suelen venir de obras que no tienen un afán pedagógico como trasfondo.

Escribo esto a propósito de los 50 años del Golpe de Estado cívico-militar contra el gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile, sucedido el 11 de septiembre de 1973 y llevado a cabo por el general Augusto Pinochet y una gavilla uniformada autodenominada desde ese momento Junta Militar de Gobierno. La población menor de 14 años que vivió ese momento histórico fue de unos tres y medio millones, casi un 40% del total. Hay poca producción que tenga a la niñez y en especial a la niñez pobre como protagonista cuando se habla de ese golpe de Estado y esa dictadura, sea cual sea el medio de esa producción. La notable película Machuca (2004), por ejemplo, que muestra la niñez pobre en tiempos de la Unidad Popular, relata en realidad la perspectiva de un niño de las clases adineradas y golpistas. Tampoco Historia de un Oso (2014), notable animación, tiene la perspectiva desde la niñez, pese a sus imágenes. En cuanto a memorias e historias orales, aún no es tiempo de la niñez pobre y empobrecida por la dictadura pinochetista. Hay relatos de niñez, es cierto, pero escritas por gente de las clases altas y medias, en base incluso a diarios de vida.

La niñez pobre y pobrísima solo recibe atención de los relatos científicos, sociológicos, antropológicos y de trabajo social, centrados casi siempre en el consumo de neoprén (pegamento), droga barata que reemplazó en la infancia y juventud de la dictadura al alcohol (vino) como droga preferencial. La dictadura, que condenó al hambre a millones de chilenos mediante su política de crisis económica permanente, forzó a esas infancias y adolescencias a paliar el hambre con una droga que se podía adquirir legalmente en las ferreterías[i].

Mejor suerte cultural ha tenido la niñez en el exilio. Tal vez porque el relato de ese exilio lo han hecho esos adultos que fueron esa niñez exiliada. Sin ser el centro del relato, algunos documentales sobre el exilio chileno en Francia y Cuba, por ejemplo, dan fuerte voz al relato de las infancias que lo vivieron. Destaca en ese sentido el reciente documental Villa Olímpica (2022) que da voz, cuerpo y maqueta a la vivencia de la niñez, poniendo límites claros a la adultización del relato[ii].

Villa Olímpica da alguna idea de cómo construir un relato que valore y respete la experiencia infantil. Situar la memoria en su espacio geográfico, dejar hablar colectivamente a esa niñez, dar espacio al diálogo intrageneracional, dejar salir las frustraciones y las derrotas ante el mundo adulto, mostrar la conciencia infantil de sus propias limitaciones, un hecho que nos persigue hasta adultos y que el catolicismo administra muy bien como culpa. Los relatos respetuosos y validadores de la niñez pobre y empobrecida que fuimos en dictadura faltan todavía. Están por venir, solo deben romper el cerco autoimpuesto de la adultización que natural y forzadamente nos restringe.

Por Pelao Carvallo

Integrante del Grupo de Trabajo Clacso «Memorias colectivas y prácticas de resistencia».

12 de septiembre de 2023, a 50 años del primer día entero de dictadura militar en Chile.


[i] Tal como una breve serie de artículos en el diario digital El Mostrador ha mostrado con motivo de los 50 años.

[ii] Comentario sobre el documental en https://www.elciudadano.com/artes/villa-olimpica-un-documental-que-deja-hablar-a-la-ninez/07/27/

Columna publicada originalmente el 17 de septiembre de 2023 en el diario ABC de Paraguay.


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