Meriam Jahia Ibrahim, la mujer sudanesa condenada a la horca en su país por ser cristiana y negarse a renunciar a esa condición contó detalles del calvario de su detención, en el que tuvo que atravesar momentos tan extremos como tener que parir a uno de sus hijos encadenada.
En una entrevista telefónica que le concedió a la cadena CNN, al ser consultada sobre cómo se sentía en prisión, donde tenía el acceso imposibilitado a un hospital, Ibrahim dijo: “Sólo pensaba en mi niño y en cómo iba a parir. Estaba muy asustada de dar a luz en prisión”.
“Di a luz encadenada. No tenía esposas en mis piernas, sino cadenas. No podía abrir las piernas, así que las mujeres tuvieron que levantarme de la mesa. No estaba atada a la mesa”, relató la mujer a la CNN.
Los médicos, cuenta Ibrahim, creen que las circunstancias del nacimiento podrían tener consecuencias en el desarrollo del bebé y ella misma teme que pueda tener problemas. “No sé si en el futuro necesitará ayuda para caminar o no”.
Poco después de dar a luz, fue liberada, pero volvió a ser detenida acusada de intentar salir del país con documentos falsos. Luego volvió a ser liberada y junto a su esposo estadounidense y sus dos hijos, recibieron refugio en la embajada de EE.UU. en Jartum, donde se encuentran actualmente.
Pero una nueva denuncia recae ahora sobre ella y proviene de personas que afirman ser miembros de su familia, indicó su abogado ayer. Estas personas, de confesión musulmana, que pretenden probar sus lazos de parentesco con Ibrahim, son las mismas que presentaron la primera querella en 2013 que desembocó en su condena a muerte por apostasía el 15 de mayo.
Meriam describe como “aterradora” la manera en que la Policía sudanesa la detuvo a ella y a su esposo. “Estábamos aterrados, y creíamos que se habían equivocado”, dijo. “Nos encerraron en una sala durante cuatro o cinco horas, y todo el tiempo estuvimos intentando saber cuál era el problema. (…) Ahora no sé ni qué debo hacer… Quiero viajar, pero a la vez no quiero. El estado en el que estoy ahora… me obliga a viajar. Pero hay un problema nuevo cada vez que intento salir”, agregó.
El calvario de Ibrahim, relata el mismo medio, comenzó cuando uno de sus familiares presentó una denuncia penal en la que afirmaba que su familia estaba impactada porque descubrieron que se había casado con Wani, un hombre cristiano, luego de haber estado desaparecida durante varios años. Un tribunal sudanés consideró que Ibrahim era musulmana porque su padre era musulmán. La acusaron de adulterio porque en Sudán es ilegal su matrimonio con un hombre cristiano.
También la acusaron de apostasía: de haber renunciado ilegalmente a la que supuestamente era su religión original. La condenaron cuando tenía unos ocho meses de embarazo. Ella insiste en que nunca ha sido musulmana y que la juzgaron como cristiana mientras estuvo en prisión.
«Siempre he sido cristiana. No podría haber sido musulmana por las cosas que dicen y la forma en la que me tratan… cada vez venía a verme un jeque distinto y las mujeres de la prisión decían toda clase de cosas, como ‘no se coman la comida de la no creyente’ y me llamaban cristiana», añadió Ibrahim
Fuente: clarín.com