Los últimos días del año son la oportunidad para hacer evaluaciones, recuentos y por qué no recordatorios de hechos que marcaron la agenda de los medios y desencadenaron las reacciones de los ciudadanos.
Hoy, cuando la Presidenta de la República ha anunciado el aumento de la dotación de los Carabineros como la gran iniciativa de combatirá la delincuencia, cuando el ministro de Transportes pide que la gente conduzca con precaución y llama a «tener mucho cuidado tanto para los conductores como los peatones», precisamente hoy, uno de los fallos de la justicia ha generado más reacciones de descontento, repudio y desconfianza. Por ello, es que podemos recordar los fallos mas polémicos del año: la sentencia al cura O´Reilly y la reciente absolución a Martín Larraín.
Más allá de los términos jurídicos que el común de los chilenos no maneja y que los abogados tampoco intentan aclarar, la sensación de los ciudadanos con respecto a la justicia aplicada a «los poderosos» y familias de abolengo es tan ajena como cuestionada.
Cuando el 11 de Noviembre la justicia le dio 4 años de libertad vigilada a John O´Reilly, sacerdote y miembro de la orden Legionarios de Cristo (congregación fundada por Marcial Maciel condenado por el Vaticano por abusos sexuales) tras haber sido enjuiciado por abusos sexuales en contra de una menor estudiante del Colegio Cumbres, la famosa ira de los tuiteros y la comunidad en general a través de redes sociales repudió el fallo de la justicia. Inmediatamente surgieron las suspicacias y cuestionamientos a todo el poder judicial que pega con el martillo en las cortes y tribunales del país, mismo poder que en algunos casos parece débil y misericordioso.
La Fiscalía Oriente – instancia que había presentado los cargos contra O´Reilly llego hasta ahí. El fallo también ignoró el informe emitido por Gendarmeria que indicaba que O´Reilly no estaba capacitado para cumplir su condena en libertad. Se determinó que a pesar de ser comprobado el delito sexual contra una menor al interior del colegio donde este sujeto cumplía – irónicamente – el rol de guía espiritual, O´Reilly no iría a la cárcel y cumpliría su condena en libertad. Podría gozar de su casona en Piedra Roja sin tener que lidiar con la población penal ni los castigos que sí se les dan a otros por mucho menos. Pero claro, por ahí dicen que las leyes se interpretan.
Hoy en tanto, fuimos testigos de la absolución a Martín Larraín, quien conducía en comprobado estado de ebriedad y quien atropelló a un peatón en una carretera en las cercanías de Curanipe en 2013, hecho tras el cual la víctima murió sin recibir ayuda. Larraín escapó del lugar y sus acompañantes mintieron para salvarle el pellejo e inventaron una versión falsa obstruyendo la investigación y despistando a la policía. Ellos, sus amigos que levantaron una inútil coartada recibirán una sentencia el 31 de Diciembre. Sus nombres son Sofia Gaete y Sebastian Edwards.
Martín Larraín es tendencia en Twitter, hay decenas de fotos con su nombre, irónicos posts en Facebook e incluso una página llamada felicitaamartin.cl, creada para enviarle un mensaje navideño a Larraín y que ya registra más de 10 mil comentarios. Reacciones en su contra y una sensación generalizada que nos empuja a conectar los hechos y vomitar la incomprensión y repudio a una justicia que pocos entienden. Tal vez algunos se sobrepasan y sorprenden con estos sucesos. Tal vez algunos castigan a Larraín y al sistema a través de sus insultos y memes. Sin embargo, esa reacción de odio en masa, es también producto del sistema que es suave con los menos y duro con la mayoría.
Lo dijo el escritor Jorge Baradit a través de su cuenta de Facebook y lo copio porque está acorde a la fecha: «El regalo de navidad del Estado chileno para nuestro país es absolver de todo cargo a Martín Larraín. Sepan que podrá manejar desde hoy mismo.»