Un pedido para mantener la práctica de la memoria y la verdadera reconciliación
No creo tener palabras adecuadas para describir la emoción que nos embargó a tantos chilenos y chilenas al vernos inundados por la avalancha de especiales de televisión, obras de teatro, exposiciones, lanzamientos de libros, seminarios y otros cuanto-hay, que este pasado septiembre inundaron el país en recuerdo de los 40 años del sangriento Golpe de Estado de 1973. Muchos nos preguntamos porqué ahora, tantos años después, esa cantidad y magnitud de actos culturales, que parecieran haber querido compensar lo mucho que faltó por hacer y decir en las cuatro décadas anteriores. Temimos también que fuese un milagro de corta duración.
“Ojalá que dure cuarenta años más” decía en un canal de TV el camarógrafo Pablo Salas –conocido por su audacia en disparar y registrar con su cámara en los años más peligrosos.
Pues bien los deseos de Salas, compartidos plenamente por quien estas palabras escribe, podrían al parecer llegar a ser realidad.
Lo digo por lo que expresaron en septiembre las murallas de Santiago -sí, las murallas también hablan- y por los eventos político-sociales que no paran de organizarse.
Fíjense ustedes el tenor de los mensajes que aparecieron pegados en afiches artesanales repartidos en algunas zonas céntricas de la capital chilena:
“La Lucha contra el Poder es la Lucha de la Memoria contra el Olvido”
“La Memoria esta Viva, Anda Luchando”.
Impacta la simpleza y claridad sobre la importancia estratégica del recuerdo y la necesidad de un trabajo permanente por recuperar y elaborar la memoria que se percibe en estos afiches sin firma que se pegaron en septiembre en este Santiago aún ensangrentado.
Pero esta recuperación de la memoria y esta reconciliación con el pasado, no debiese significar quedarnos pegados en lo que sucedió, ni desechar la justicia, sino participar en una construcción que dignifica nuestra historia, como lo proclama otro de los afiches.
“Construyendo Memoria Dignificamos Nuestra Historia, No a la Reconciliación con los Genocidas”
Este propósito de seguir construyendo esta memoria no debiese tampoco estar exento de ese ingrediente de construcción histórica esencial para estos tiempos tan difíciles: la esperanza y la alegría. Según las murallas de Santiago, esos necesarios ingredientes no dependerían principalmente de quienes asumirán en marzo el recambio de las cúpulas políticas :
“En los Salones Donde Imperan los Grises, está en Nosotros Cambiar estos Matices”.
Que la reconstrucción de la memoria se pueda hacer con alegría y nos sirva, no sólo para recordar, sino para superar el dolor y para reconciliarnos en justicia, fue también el mensaje que leí, está vez en la suelo, entre las cientos de velas colocadas el pasado 11 de septiembre en las afueras del Estadio Nacional, principal recinto deportivo del país, usado para detener, torturar y asesinar después del Golpe de hace 40 años y donde cada septiembre se realizan actos recordatorios y de sanación.
“¡Me duele demasiado! ¡No te Quiero Olvidar!”, decía el mensaje tenuemente iluminado por las velas.
O sea, para el escribiente de este mensaje -quizás para todos- el olvidar un evento traumático duele más que el recordarlo. Este recuerdo del dolor no sería necesariamente masoquista, sino que podría ser precisamente lo contrario: liberador. Así como sucede también a nivel personal, el re-procesar, el re-conocer, el reconciliarnos con la trágica y violenta verdad de nuestro pasado, nos puede ayudar a comenzar a superar el dolor y duele menos que “hacernos los lesos” y engañarnos con una falsa reconciliación.
Por eso que me alegra muchísimo, como espero lo esté Pablo y muchos otros, que se sigan sucediendo iniciativas y eventos “politico-sociales” como el baile que tuvo lugar recientemente en Providencia, sector del barrio alto de Santiago, para seguir luchando para no olvidar lo sucedido esta vez a estudiantes de la Universidad de Chile, ¡hacen casi tres décadas!
La invitación del Colectivo era para la “Segunda Fiesta Manzanera”, el día 7 de diciembre “con la finalidad de obtener financiamiento para la querella y el libro testimonial sobre la detención masiva de 201 estudiantes voluntarios de la FECh en Aconcagua el año 1985, que culminó con la muerte del estudiante de Ingeniería Patricio Manzano”.
Sigamos recordando, ¡que nos está doliendo menos!
Por Cristián Opaso
Texto y foto