Libros, películas y reportajes han abordado el vínculo entre las finanzas del Vaticano, la mafia, el nazi-fascismo, la masonería y el lavado de dinero. Asesinatos, extrañas muertes y suicidios hacen parte de esta historia.
Conocido como el Banco Vaticano, el Instituto para las Obras de Religión (IOR), es una institución de la Iglesia Católica que está en la Ciudad-Estado del Vaticano.
Creado el 27 de junio de 1942, su génesis se remonta a una organización llamada “Los Peniques de Pedro”, que sólo se formalizó en el siglo XIX. Su nacimiento -aunque no fue oficial-, se da mediante la firma del Tratado de Letran (1929). Benito Mussolini aportó dinero para su constitución y otorgó a la Iglesia una serie de garantías y medidas de protección. Luego, en 1933, le siguió otro acuerdo con el Tercer Reich de la Alemania nazi.
Una de las ventajas de la firma de este pacto con Adolf Hitler, fue la confirmación del Kirchensteuer, un impuesto eclesiástico vigente hasta hoy. Supervivientes del Holocausto han intentado, sin éxito, entablar una demanda en Estados Unidos, alegando que buena parte del botín nazi fue almacenado en el Banco del Vaticano.
Uno de los mayores escándalos de esta institución se relaciona con el caso de la quiebra del Banco Ambrosiano, donde el Vaticano era uno de sus principales accionistas. En 1968, el financista siciliano Michele Sindona –miembro de la Mafia– fue nombrado por el Papa Pablo VI para gestionar las inversiones extranjeras del Vaticano. También trajo a Roberto Calvi, un banquero católico en el norte de Italia. Ambos estaban ligados a la logia masónica P2.
Calvi dirigió el Banco Ambrosiano, que se derrumbó en 1982 en medio de uno de los casos de fraude más grandes de Italia, tras la desaparición de 1.300 millones de dólares en préstamos que el banco hizo a empresas fantasma en América Latina. Al poco tiempo, el banquero fue hallado colgando de un andamiaje del puente Blackfriars, con sus bolsillos cargados con cinco kilos (11 libras) de piedras, ladrillos y 11.700 dólares en billetes de varios países.
Aunque el banco del Vaticano negó haber hecho algo malo, acordó pagar 250 millones de dólares a los acreedores del banco Ambrosiano. Tanto el caso de Calvi como el de Sindona –quien fue asesinado con cianuro en su café mientras se encontraba preso, en 1986- siguen sin ser resueltos.
Durante el siglo XX hay un listado de asesinados relacionados con el Banco Vaticano, consignados en el libro La santa mafia del Papa (1998), escrito por Robert Hutchison. Se sospecha que muchos de los nombres que aparecen en dicha lista, fueron envenenados con una sustancia que mata lentamente al producir fallos cardiacos, llamada Digitalis Glucosides; es el caso de Albino Luciani (Papa Juan Pablo I), Jean Villot (secretario de estado y cardenal), o el padre Giuliano Ferrari entre otros.
BLANQUEO DE DINERO Y CORRUPCIÓN ECLESIÁSTICA
En 2002, la Red de prensa Voltairenet, calificó al Banco Vaticano, la octava entidad financiera más usada para el blanqueo de dinero, por delante de paraísos fiscales como Suiza, Bahamas o Liechtenstein.
El 23 de septiembre de 2009, como nuevo titular del Banco Vaticano fue nombrado Ettore Gotti Tedeschi, hombre del Banco Santander en Italia. El 25 de noviembre de ese año, la Fiscalía de Roma, investigó la verdadera titularidad de una o varias cuentas corrientes abiertas en Unipublic a nombre de la IOR. Los investigadores sospechan que a través de las siglas IOR pueden ocultarse personas físicas o sociedades a través de esa cuenta y hayan creado un canal para el flujo de recursos entre el Banco Vaticano e Italia. Entre esa cuenta, han pasado 60 millones de Euros anuales en los últimos tres años.
Gianluigi Nuzzi, autor del libro Vaticano S.A., que en 2009 esbozó los negocios turbios del banco, dijo que desconfía del Vaticano cuando dice que ahora sí actuará limpiamente. “Después de los grandes escándalos anteriores dijeron ‘vamos a cambiar’ y no lo hicieron. Ha sucedido muchas veces”, afirmó.
El 21 de septiembre de 2010, las autoridades financieras confiscaron los activos de una cuenta del Banco del Vaticano en la sucursal de Credito Artigiano S.A. en Roma. Los investigadores explicaron que el Vaticano se abstuvo de aportar información sobre el origen o el destino de los fondos, conforme a la ley italiana. La mayor parte del dinero, 20 millones de euros (26 millones de dólares), estaba destinado a JP Morgan en Francfort y el resto a Banca del Fucino.
En otro caso, las autoridades financieras en Sicilia anunciaron a finales de octubre de este año el descubrimiento de una operación de lavado de dinero en la que estuvo involucrada una cuenta del Banco del Vaticano de un sacerdote en Roma cuyo tío fue condenado por asociación ilícita. Las autoridades afirman que el padre del sacerdote le envió unos 250.000 euros -obtenidos ilegalmente del gobierno regional de Sicilia para una empresa de cultivo de peces- como una “donación caritativa”.
El dinero fue enviado entonces de regreso a Sicilia desde una cuenta del Banco del Vaticano mediante una serie de operaciones de banca electrónica a fin de hacerlo difícil de rastrear.
La fiscalía indicó en documentos judiciales el mes pasado (noviembre 2010) que aunque el banco ha expresado su voluntad de cumplir con las normas internacionales, “no hay ninguna señal de que las instituciones de la Iglesia Católica se estén moviendo en esa dirección”. Agregó que su investigación se topó con “exactamente lo contrario”.
El Ciudadano N°93, segunda quincena diciembre 2010