Nuevos humos se anuncian en política de drogas. El prohibicionismo hegemónico recibió un fuerte golpe con la decisión de la Cámara que aprobó legislar un proyecto de ley que despenaliza el autocultivo, porte y uso medicinal de marihuana.
El proyecto marca un punto de inflexión en un Parlamento que aprobó las últimas leyes de drogas (19.666 y 20.000) por casi unanimidad. El mismo hemiciclo que a mediados de los ‘90 por denuncias al voleo de un ex ministro de Pinochet sobre consumo de drogas en el legislativo, presentó el triste espectáculo de una fila de diputados esperando hacerse un test de detector de consumo de drogas promovido por un diario de Agustín Edwards. En 2003 el ex senador Nelson Ávila presentó el primer proyecto de ley para despenalizar el cultivo de marihuana. No tuvo el apoyo de ningún parlamentario. Un año después era el único voto en contra de la ley 20.000, ocasión que aprovechó para enrostrándole a sus colegas que “castigan y penalizan hasta el infinito al drogadicto pobre, al microtraficante, pero exoneran por completo a la sociedad que los genera. Pueden sentirse muy satisfechos, señores: ya han puesto a Chile en el primer lugar en América Latina en cuanto al número de presos por cada cien mil habitantes”.
Era la época en que imperaba el relato patologizante sobre los usuarios de sustancias declaradas ilícitas, promovida por los medios masivos desde principios de la década de 1990, en los discursos del consenso de la transición. Se hablaba del flagelo de la droga y se convocaba a dar una batalla. Medios masivos, policías, médicos, curas y pastores evangélicos se sumaron a la cruzada.
Notoria fue la ausencia del gobierno al momento de votarse el proyecto de ley. La ocasión sirvió para que el presidente de la Cámara, Marco Antonio Núñez, les pasara la pelota diciendo que “llega el momento en que el Gobierno se haga cargo de esta ley. Esperamos dejar atrás una política fracasada y a partir de este cambio enfrentar el problema del consumo de sustancia de manera madura”.
La respuesta oficial fue la publicación al día siguiente de un estudio que acusa un aumento del consumo de cannabis, particularmente entre adolescentes, realizado por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda).
El ex coordinador del Subprograma de Adicciones en el Servicio de Salud Metropolitano Occidente (1995-2003), el psiquiatra Avelino Jiménez, comenta que el Senda “se propuso simplemente bajar la oferta con la represión y la demanda con alta percepción de riesgo del consumo, exagerando sus complicaciones y con falacias de historieta. Por eso, para ellos mayor consumo es directamente mayor daño: si las estadísticas de consumo aumentan es como comprobar lo que afirman”.
Jiménez además hace ver que “las estadísticas no muestran aumento de consumo sino de aumento de la ‘declaración de consumo’, que es diferente. La gente en el dominio absoluto de la represión que teníamos hace poco subdeclaraba consumo, justamente porque la gente tiende a esconder una conducta desacreditada. Ahora con una información más real sobre la marihuana y su atractivo terapéutico se estaría normalizando el tema”.
Meses antes, durante la discusión en la Comisión de Salud de la Cámara, el subsecretario de Salud Pública, Jaime Burrows, manifestó que el gobierno se oponía a permitir el autocultivo y el consumo recreativo del cannabis. “En cerebros en desarrollo, sí puede producir daños el consumo de la marihuana y, por lo tanto, es un consumo riesgoso”- sostuvo Burrows en la ocasión, agregando que “si es que se aprueba el consumo de marihuana, desde el punto de vista de salud, debiera ser solamente restringido a los aspectos sanitarios, o sea, esto es cuando tiene indicación médica o terapéutica”.
“La ausencia del gobierno en la Cámara con indicaciones o al menos discursos fue una señal implícita de su rechazo a la propuesta”- considera el vicepresidente de la Red Chilena de Reducción del Daño, Iban de Rementeria. Además, considera que “el gobierno ni siquiera está dispuesto a cumplir con el Programa de Drogas de la Nueva Mayoría que proponía pasar la marihuana de la lista uno a la dos, para que se pueda usar con fines médicos”.
Poco optimista es el ex senador Nelson Ávila, para quien “terminarán imponiéndose los prejuicios de siempre y la modalidad gatopardiana de legislar. Esto es, unos cuántos cambios insustanciales y todo queda igual o peor que antes”.
De Rementeria comenta que la ofensiva del Ejecutivo para parar la despenalización de la marihuana exige “la mantención de una mayoría contundente que pueda impedir tales maniobras. Se requiere de la expresión de una fuerte mayoría en las calles y los medios de comunicación, ya que en las encuestas esa mayoría es absolutamente clara”.
SENDA: EL PROBLEMA NO ES EL TRÁFICO, ES EL CONSUMO
En los últimos años la evidencia que demuestra el fracaso de la guerra a las drogas ha sido abrumadora. Cualquier consumidor de cannabis, cocaína o alguna otra substancia acaba consiguiendo las drogas prohibidas en un mercado ilegal, exponiendo tanto su integridad física como su salud al enfrentarse a un mercado definido por la adulteración de las sustancias que consume. Al mismo tiempo, el modelo prohibicionista destina ingentes recursos para mantener policías y jueces ocupados con el porte de un par de gramos de drogas declaradas ilícitas. El narcotráfico hoy es el negocio más lucrativo del mundo y está a cargo de mafias y carteles transnacionales que han corrompido países y dejado una estela de muertos.
La evidencia del fracaso de la guerra a las drogas, hizo que el discurso prohibicionista se parapetara en su última trinchera: la medicalización de los usuarios. En una entrevista dada a TVN, el director del Senda, el psiquiatra Mariano Montenegro sostuvo que “los parámetros han estado equivocados en el análisis, el problema principal de la marihuana en Chile es el consumo, no es el tráfico, el crimen organizado, la delincuencia, la infiltración corrupta en las instituciones, el problema es el consumo, perdernos muchísima gente joven por el consumo».
En otra entrevista concedida a una radio, Montenegro se preocupó en aclarar que “no vengo desde una postura ideológica, mi postura es clínica, científica, de protección de la salud”. En la misma conversación, consultado sobre sus horizontes respecto del tema de las drogas, visibiliza su ideal de una comunidad pura, muy propio de la retórica de la eugenesia y de la higiene racial propagada por el estamento médico de principios del siglo XIX, Montenegro dijo que el problema de despenalizar el cultivo de cannabis y permitir su consumo va en contra del “país que queremos construir, que es un país más sano, un país sin sustancias dañinas para la salud (…) Qué país queremos construir, con que jóvenes queremos avanzar, que descendencia queremos tener”.
Mauricio Sepúlveda, psicólogo y doctor en Antropología, comenta que “los argumentos del Senda que rayan en lo extemporáneo, están por fuera del debate actual. Eso más bien refleja posiciones corporativas que tiene otro tipo de entrelazamientos. Cuestiones dogmáticas e intereses de corporaciones puntuales que hacen que la controversia no sea una cuestión de argumentos técnico científicos. Es un conflicto que se dirime políticamente”.
PATOLOGIZACIÓN DE LOS USUARIOS DE DROGAS
En 2007, casi al final del primer gobierno de Bachelet, sin mediar evidencia científica alguna la marihuana fue categorizada en la Lista 1 de drogas, junto a otras sustancias como la cocaína y la pasta base. El articulador principal de aquella clasificación fue Montenegro, quien hizo carrera al interior Conace (hoy Senda) particularmente obsesionado con la marihuana.
Montenegro en los últimos días junto con minimizar las cualidades terapéuticas del cannabis, sostuvo que es peligroso porque “altera la memoria, la concentración, la motivación y también aumenta la psicosis, aumenta la locura”. Sus recetas son las clásicas: “mucha represión, mucha prevención escolar y mucho tratamiento”.
Sepúlveda comenta que “sería interesante realizar una investigación en profundidad para ver los movimientos estratégicos, la racionalidad que mueven este tipo de corporaciones e insistir en argumentos extemporáneos, que rayan en la ignorancia. No sé en qué parte del mundo alguien se atrevería, a riesgo de perder prestigio, de afirmar que el cannabis conduce a la locura. Es un argumento muy curioso”.
“Habría que pensar cuál es la resonancia que este tipo de discursos cree encontrar en la promoción del miedo – agrega Sepúlveda – Estos discursos ‘médico terroristas’ son efectivamente dispositivos de producción de miedo en la sociedad para producir un vínculo tutelar respecto de los ciudadanos, centradas en una supuesta autoridad científica”.
El modelo médico hegemónico que ha delimitado la actual comprensión social del uso de vehículos de ebriedad es el principal sustento de la prohibición de las drogas. Una de las instancias que más se ha opuesto a modificar la actual ley de drogas es la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía (Sonepsyn), hegemonizada por los profesionales de salud mental dedicados a la terapéutica de adiciones.
Pese al reconocimiento de las cualidades terapéuticas del cannabis por varios profesionales de salud, la ofensiva de gran parte del estamento terapéutico en las últimas semanas se ha centrado en recalcar la tesis de Montenegro, de que el consumo por sí solo es el problema de las drogas declaradas ilícitas. A los pocos días de la discusión en la Cámara, el presidente de Sociedad Chilena de Pediatría, Luis Felipe González, sostuvo que “nos parece contraproducente que a pesar de que pasamos de tener 75 mil consumidores de marihuana en 2010 a 255 mil en 2014, los parlamentarios hayan aprobado la idea legislar del proyecto que permite la posesión de seis plantas de marihuana por hogar”. A juicio de González, la iniciativa sólo aumentará el consumo.
Para Sepúlveda “esos discursos también dan cuenta de un poco de la ansiedad y una percepción de debilidad que se perciben estos gremios científicos frente a los avances de otros actores importantes en el campo”. En este sentido, el psicólogo destaca que “el tema de las drogas es un campo en disputa y este tipo de argumentos están intentando reconfigurar un tipo de fuerza en su interior”.
La noción de que el uso de vehículos de ebriedad por las cualidades intrínsecas de la sustancia se torna una adicción es una construcción de la medicina mental. La psiquiatra del Instituto de Psiquiatría de la UFRJ (IPUB), Ana Cristina Sáad, comenta que “a partir de determinado momento social y económico en algunas sociedades, el uso de sustancias comienza a transformarse en un ‘problema’ y surge la noción de ‘dependencia de drogas’, o de dependencia como pérdida del control en el consumo de una sustancia, causando daños físicos, emocionales y sociales. Surge así una gama de tratamientos para tratar ese ‘mal’, que varia de acuerdo a la filosofía existente sobre cual sería la ‘causa’ del problema”(1).
Sepúlveda considera que “no hemos investigado en profundidad las implicancias económicas y la gestión de los programas de tratamiento y cuales son los rendimientos económicos para los prestadores de este servicio. Dada las características de funcionamiento de nuestros servicios seria interesante indagar en esa caja negra, no hemos visto las implicancias de ese tramado burocrático y las implicancias económicas para los profesionales que participan en ese tipo de gestión”.
CANNABINOIDES COMO NEUROTRANSMISORES
Pese que a nivel internacional Estados Unidos es el principal sostenedor de la prohibición, desde que en 1996 el estado de California permitiera el uso medicinal de la planta, hay 21 estados del país del norte que regularon el acceso a la marihuana medicinal y en 14 de ellos se ha descriminalizado en alguna medida la planta. En Uruguay, desde diciembre de 2013 se permite el autocultivo, la compra de una cantidad regulada en farmacias, la existencia de clubes de cultivadores el uso por razones médicas. Posibilidades similares existen en España, Italia, Luxemburgo y Portugal.
El campo científico en torno del cannabis está en disputa. Si por un lado tenemos la cerrada posición de las asociaciones psiquiátricas, investigaciones en otros campos científicos de las últimas décadas han evidenciado que los compuestos de la planta son terapéuticamente eficaces en el control de náuseas y vómitos, estimulación del apetito, espasticidad, síndrome de Tourette, dolor neuropático, esclerosis múltiple, elevación del estado de ánimo; y potencialmente útiles para prurito, glaucoma, asma, epilepsia y migraña (2). Para colmo de la Sonepsyn y sus aliados, la densidad de la evidencia acompaña estas recientes investigaciones.
La nueva mirada sobre el cannabis fue contorneada por el grupo de investigación del científico Raphael Mechoulam, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que en 1963 definieron el tetrahidrocanabinol (THC) como principal compuesto activo del cannabis. un año antes habían estabilizado la estructura del cannabidiol (CBD), uno de los 70 cannabinoides que contiene la planta, junto a otros 480 compuestos.
Años después, Mechoulan define que el THC modifica la sensibilidad del organismo a través del sistema endocannabinoide, una estructura localizada en el sistema nervioso central y periférico.
El programa de pesquisas de Mechoulan es prometedor. Hoy su foco de interés es evidenciar como el cerebro sintetiza sustancias químicas que se parecen a las producidas por el cannabis. En una entrevista realizada en 2012, el científico dijo que en la actualidad no hay farmacéutica importante que no tenga un programa de investigaciones en cannabinoides. «Creo que los cannabinoides representan un tesoro medicinal que espera a ser descubierto»- sostuvo (3). El mismo tiene ya inscritas 25 patentes asociadas a sus investigaciones.
En 2000 fue fundada en Alemania la International Association for Cannabis as Medicine, sociedad científica abocada a promover y difundir las investigaciones del cannabis y de los cannabinoides. Uno de sus integrantes, el médico español Ricardo Navarrete, contó a El Ciudadano que “a estas alturas sabemos que los cannabinoides actúan como neurotransmisores. No es de extrañar, con la experiencia que tenemos con otros neurotransmisores, como la dopamina, endorfina, acetilcolina o la adrenalina, que de los cannabinoides se puedan extraer muchos beneficios terapéuticos”.
Navarrete agregó que en los últimos años las investigaciones respecto del cannabis se orientan hacia las enfermedades neurológicas. “El papel del sistema endocannabinoide, el que todos llevamos dentro, parece ser que es eminentemente neuroprotector. Cualquier agresión neurológica parece ser protegida por el mismo, por lo que el campo del uso de los cannabinoides podría ir hacia enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. También su papel como inmunomodulador podría tener grandes implicaciones terapéuticas”- sostuvo.
En Latinoamérica sólo en Brasil y Argentina se realizan hoy investigaciones sobre cannabinoides. En Chile, la Academia de Medicina y otras instancias gremiales han salido en las últimas semanas a respaldar la tesis de Montenegro de que la marihuana tiene escasas cualidades terapéuticas.
Al interior del estamento médico, no todos reman del lado de la prohibición defendida por las instituciones gremiales. En mayo de 2013 se realizó en el Colegio Médico de Santiago el Primer Seminario Nacional sobre Políticas de Drogas.
La exigencia de repensar el enfoque respecto de la marihuana sumó en los últimos años a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Roberto del Águila, representante en Chile de la organización internacional, participó en el debate de la Comisión de Salud de la Cámara diciendo que “todo aquello que signifique la despenalización del consumo de marihuana es un avance. La idea es tratar a los que consumen como personas adictas, enfermos y no como delincuentes”.
CAMBIAR LA PERCEPCION SOCIAL
En Uruguay, la primera vez que el ex presidente José Mujica habló de regularizar el uso del cannabis, en 2012, apenas un 15% de la población apoyaba la idea. Al momento de promulgarse la ley, en diciembre de 2013, un 60% de los uruguayos estaban en contra. La cifra hoy se revirtió y más del 63% considera que se trató de una ley positiva.
Las cifras dan cuenta del principal escollo de los movimientos por la despenalización. Desde que en la década de 1990 se masificó la llamada ‘pedagogía del terror’ para advertir a la población respecto de los daños del uso de drogas, el estigma sobre los usuarios y el preconcepto han sido la tónica de la discusión.
En tal sentido, el psicólogo Augusto Vitale, del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) de Uruguay, comentó que las variaciones de la percepción pública en dicho país “da cuenta de las implicancias en las relaciones leyes sociedad respecto de las posibilidades de crear mundos”. Agrega que, a diferencia de 2012, cuando se inició la discusión en Uruguay, “hoy se puede debatir más abiertamente y racionalmente. Que se entienda que regular la marihuana no significa estar a favor del uso de la marihuana.”
Para el ex senador Ávila, en Chile “el cambio fundamental viene por el lado de la sociedad. Esta es mucho más sensible a los argumentos en favor de la despenalización del cannabis por sus propiedades terapéuticas. También se capta muy claro que la prohibición favorece a las mafias y no aporta nada a la supuesta lucha contra la drogadicción”.
Al igual como pasó con la ‘homosexualidad’, que salió de los Manuales de Psiquiatría en 1973, años después de la revuelta gay de Stonewall (1969); con la ‘drogadicción’ pareciera que el activismo cannábico e investigaciones de otros campos científicos van a ser el principal motor de cambios en el proceso de despenalización y no las rutinas internas de la ciencia psiquiátrica.
La discusión sobre el cannabis abre para una mudanza radical del actual paradigma sobre drogas. El cuestionamiento al prohibicionismo y a la patologización de los usuarios tarde o temprano va a alcanzar la gestión de todas las sustancias declaradas ilícitas.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano
RELACIONADO: Usuarios de sustancias psicoactivas se organizan y levantan la voz
¿Cuál es la posición del gobierno de Bachelet frente a la despenalización de la marihuana?
NOTAS:
(1) Sáad, Ana Cristina. Tratamento para dependência de drogas: uma revisão da história e dos modelos. Em CRUZ, Marcelo e FERREIRA, Salette. Álcool e drogas –usos, dependências e tratamentos. Edições IPUB CUCA, Rio de Janeiro, 2001.
(2) Flemming, T.; Muntendam, R.; Steup, C. y Kayser, O.: Chemistry and Biological Activity of Tetrahydrocannabinol and its Derivatives. En Topics in Heterocycle Chemistry, 10: 1-42. 2007.
(3) Klein Leichman, A.: The Israeli Pharmacologist Who Kick-Started Marijuana Research. En Israel21c, 14 de mayo de 2012.