Migración e interculturalidad

Uno de los procesos sociales que más ha aumentado en el ámbito nacional en los últimos años, es la migración

Migración e interculturalidad

Autor: Wari

Uno de los procesos sociales que más ha aumentado en el ámbito nacional en los últimos años, es la migración. Según los resultados arrojados por una medición realizada por el Departamento de Extranjería, existen en Chile un total de  317.056 migrantes en todo el país, cifra que va en aumento.

Las actuales políticas públicas dedicadas a atender el tema de la migración adolecen de un carácter integrador, que al mismo tiempo respete la diferencia cultural de la población migrante. La legislación migratoria vigente en Chile data del año 1975, limitando gravemente la ciudadanía de los migrantes y el acceso a servicios sociales, como es el caso de la visa sujeta a contrato, tendencia que produce el efecto negativo de generar ciudadanos de segunda categoría.

Existe un visible recambio en los flujos migratorios, que van desde la marcada migración europea a una paulatina e incipiente corriente migratoria intra-regional, conocida como las nuevas oleadas migratorias. La preocupación parece estar centrada en el alza numérica, así como también en quiénes conforman esta nueva migración.

Las cifras del último Censo de población (2002), evidencian este cambio en el patrón migratorio.  Mientras que mediciones recientes, dan cuenta de 317.0561 migrantes en Chile. Ello representa el 1,9% de la población total, lo que sigue siendo un porcentaje bajo, comparado con otros polos importantes receptores de migración, como son Venezuela, Argentina y Brasil. Representación que no supera las tendencias históricas, dado que en el Censo de 1930, se llegó a un 2,4%, por ejemplo.

Si bien estamos lejos de poder afirmar que Chile sufre hoy una oleada migratoria, es claro que sí existe un incremento en relación de años pasados. Pero pese a lo que reflejan los datos, el gran tema de interés público sigue siendo el aumento relativo, que parece tener ecos en los alcances y en los aspectos subjetivos de apreciación, sobre todo desde el punto de vista de la valoración que realiza la sociedad hacia la migración latinoamericana y, específicamente, hacia la migración andina.

Más allá de la relevancia numérica de la población migrante, hecho por lo demás presente en la historia del país, se hace urgente centrar la discusión en la normativa sobre migración, ya que la vigente data del año 1975 y posee una lógica teñida por la sospecha y el resguardo nacional.

Esta legislación es, además, anacrónica con los tiempos de intercambio global e integración regional existentes. Más aún, existen claro-oscuros en esta normativa vigente, que condicionan la ciudadanía del migrante y su acceso a servicios sociales, haciendo depender de un contrato el acceso a la permanencia legal en el país.

Frente a este contexto, se hace urgente actualizar esta legislación extemporánea.  No se puede hablar de integración efectiva, si aún existen deficiencias en la legislación vigente, lo cual genera finalmente ciudadanos que no gozan de plenos derechos.

Además, se hace necesaria la discusión de políticas públicas que refuercen la integración social de la población migrante, respetando su especificidad cultural y de origen. Este es el gran desafío para Chile. Hasta el momento el país ha centrado sus políticas de integración en función de la asimilación y la fundición en “lo chileno”.  Un modelo de integración acorde a los tiempos, requiere a lo menos revisar y profundizar las políticas tendientes a legitimar e integrar la diversidad cultural.

En esta lógica se enmarca el tratamiento a las migraciones latinoamericanas que llegan a Chile, sobre todo las andinas. La interacción social y cultural se orienta en estos casos a invisibilizar las costumbres, usos, modos y pautas culturales de los migrantes, ello, como moneda de cambio para la aceptación social en el país.

Ante ese panorama, se hace fundamental alcanzar un modelo que integre y que a la vez permita el diálogo con otras formas culturales, basado en modelos integrales de convivencia. Así como actualizar, desarrollar y modernizar la legislación relacionada con la migración, para transitar del asimilacionismo cultural, a un espacio que definitivamente promueva la interculturalidad como modelo de país.

Por Leonardo Polloni Agar

El autor es sociólogo de la Fundación Ideas.
Proyecto Todos Somos Migrantes.
Diplomado U. de Chile, Investigación e Integración de los Migrantes Internacionales

NOTA:

1. Dato citado por Departamento de Extranjería, Sr. Reginaldo Flores, en Seminario «Identidades Nómades», C.C.E, Mayo 2009.

Artículo aparecido en la edición N°80, mayo 2010, de El Ciudadano

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