El funcionario de la inteligencia militar chilena que recibió una de las condenas más duras por la muerte del exquímico de la DINA Eugenio Berríos, Arturo Silva Valdés, trabajó durante años junto al dueño de El Mercurio a través de la empresa de seguridad Serprotec, creada luego del secuestro de Cristián Edwards en 1992.
Silva Valdés, que laboró de enlace con la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) para facilitar la operación que permitió el secuestro y asesinato de Berríos en Uruguay, justo en momentos en que estaba siendo requerido por autoridades judiciales para esclarecer varios crímenes de la dictadura, fue destinado a la Central Nacional de Informaciones (CNI) a comienzos de los años ochenta, donde se desempeñó en el Departamento Político Sindical.
En esa destinación cooperó con los verdugos del dirigente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), Tucapel Jiménez, quienes trataron de encubrir el asesinato simulando el suicidio del carpintero Juan Alegría, presionado para firmar una carta en la que se auto inculpaba del crimen.
Una vez fuera de la DINE, Silva Valdés, quien saludaba con abrazos al general Augusto Pinochet, comenzó una relación laboral con Agustín Edwards Eastman, principal encubridor de las atrocidades cometidas por el régimen militar a través de la prensa.
En el libro “Agustín Edwards Eastman: Una biografía desclasificada del dueño de El Mercurio”, escrito por Victor Herrero, se explica la creación de la empresa Serprotec S.A (Servicios de Protección), “cuyos socios principales eran la sociedad Inversiones Canelo Seis, que contribuyó con el 98 por ciento del capital social, y Juan Luis Herrera Villena, un coronel de Ejército, que participaba con un 2 por ciento”.
“Los principales accionistas de Canelo Seis, a su vez, eran el propio Agustín Edwards, su primogénito Agustín Edwards del Río y la Compañía de Inversiones Samotracia, que también pertenecía a los Edwards”, agrega la investigación.
Tras su creación, Serprotec empezó a ser llenada con oficiales en retiro que habían estado ligados a los servicios de inteligencia de Pinochet, algunos comisionados por el entonces jefe de la DINE, el general Eugenio Covarrubias (condenado también por la Corte Suprema en el caso Berríos), a prestar seguridad a la familia Edwards.
Además de Silva Valdés, en la empresa trabajaron los sargentos de Ejército Nelson Hernández Franco y Luis Vergara Bravo, y los cabos Marcelo Sandoval y Nelson Román. También la exoperadora de la Compañía de Teléfonos de Chile (CTC), reclutada por la DINA en 1976, Erika Silva Morales.