González Córdoba nació en San Antonio en 1954. Militó en la Juventud Socialista desde los 15 años. A principios de 1973 –cuando aún no cumplía 19 años– se incorporó al GAP, que era la escolta de Allende y su equipo más cercano y de confianza.
Eladio fue uno de los cuatromilitantes del GAP –de los 20 que aquel día combatieron al lado de Allende– que sobrevivió a la represión golpista.
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Según señaló Eladio a este corresponsal en extensa entrevista que aparece contenida en el libro Allende: “Yo no me rendiré”. La investigación histórica y forense que descarta el suicidio (Ceibo Ediciones, 2013) –escrito al alimón por este corresponsal y el médico forense Luis Ravanal–, él se enteró del golpe militar desde temprana hora de ese 11 de septiembre.
A las 6:05 horas, cuando se encontraba en la residencia presidencial de Tomás Moro, Eladio contestó la llamada telefónica del general de Carabineros (policía uniformada), Jorge Urrutia, quien pidió con urgencia despertar al presidente Allende:
“Yo tomo la decisión de conmutar la llamada para el citófono número 14 del puesto del dormitorio del doctor (así le decían a Allende sus más cercanos) en el cual se encontraba de guardia el compañero Rodolfo. Él recibe la llamada y se la pasa al presidente”.
Urrutia le informó que la Armada se había sublevado y había tomado el control de Valparaíso.
Esa mañana Eladio vestía ropa sport y no el terno que acostumbraban a usar los miembros de la escolta presidencial. Mientras estaba junto a un grupo de compañeros en la guardia principal, su compañero del GAP Adrián le ordenó incorporarse a la comitiva que iba saliendo a La Moneda. Eladio se subió al último de los tres Fiat 125 que salían a toda velocidad. También lo hicieron Hugo García, Pablo Zepeda y Ricardo Pincheira (Máximo).Allende a cada momento pedía al chofer, Joaquín, que fuese más rápido.
A las 7:30 horas arribó la comitiva presidencial a La Moneda. Allende se bajó acompañado del doctor Danilo Bartulín y de tres o cuatro de sus escoltas, mientras los choferes y el resto de los GAP se dirigieron a la puerta de Morandé 80. Eladio sostiene que del auto en que él viajaba bajaron fusiles AK-M, un lanzacohetes RPG-7, una ametralladora “punto 30” y balas. Todos cargaban pistolas. Él, una Browning 9 mms.
El objetivo de la defensa que harían de La Moneda –señala Eladio– era sostener el proceso, a la espera que llegaran sectores de la Unidad Popular, los que debían ejecutar el previamente establecido Plan Santiago: ocupación de distintos puntos cercanos a La Moneda en caso de golpe. “Nadie llegó”, constató con desazón Eladio.
Este escolta señala que Allende nunca mostró la menor intención de rendirse y suicidarse. “Por el contrario, fue el motor que con su ejemplo nos impulsó a seguir luchando (…) Una persona que piensa en suicidarse tiene una etapa de depresión. Se le derrumba todo. Pero Allende siempre se mostró sereno, dueño de la situación. Él tenía esa capacidad. Él asumía la responsabilidad no sólo de los que estábamos ahí, sino del país como tal. Un hombre con esa convicción difícilmente se rinde o se suicida”, afirmó.
La batalla por La Moneda
Pasadas las diez de la mañana, Allende convocó al salón Toesca a quienes a esa hora lo acompañaban. Todos los que estaban en La Moneda participan en la reunión, salvo la escolta personal (GAP) y los detectives, quienes se encargaban de repeler el ataque militar.
Al hablarles a sus colaboradores Allende ordenó salir a todos los que no supieran manejar armas. Luego se reunió con el GAP: “Nos dijo –rememora Eladio– que entendía que militarmente quedarse era ponerse ‘en una ratonera, era un suicidio’… y que aquellos que discreparan podían abandonar el Palacio para defender al gobierno desde el exterior. Justificó su decisión de combatir al decir que había que ‘dejar un ejemplo’. Pidió que dieran un paso al frente quienes discreparan. Ninguno avanzó. Éramos conscientes de a qué nos quedábamos… Eso emocionó al presidente…”.
A las 10:30 horas la batalla por La Moneda entró en una etapa decisiva. Así lo recordó Eladio a este corresponsal: “Un tanque comenzó el fuego. Allende nos había advertido de no disparar primero… Pero una vez comenzado el fuego, él fue el más bravo combatiente… si había que estar sacándolo de las ventanas de su gabinete (que daban a la Plaza de la Constitución)”
El fallecido excombatiente del GAP recuerda que cuando comenzó el enfrentamiento “nosotros dijimos: ‘Aquí no duramos 10 minutos’… pero lo que queríamos, justamente, era no morir en el primer intento… y en el fragor de la lucha nos fuimos envalentonando. Claro, nosotros teníamos un elemento a nuestro favor: ellos prácticamente eran soldados obligados, soldados pagados y no venían por un ideal, que era lo diferente que pasaba con el personal que nos encontrábamos ahí, fundamentalmente quienes combatimos, que fue la escolta de Allende y los detectives. Nosotros defendíamos ideas, teníamos convicciones por las cuales luchar, más que el solo hecho de ir ahí al frente obligado, mandado… y pudimos ver –en medio del combate– soldados que no querían ni disparar, o tiraban pa’ arriba”.
“Operación bazooka”
Eladio dio a conocer –como se señala en el citado libro de Marín y Ravanal– un episodio de enorme importancia y casi desconocido de aquella batalla:
“Mientras había un intenso tiroteo y un tanque nos disparaba balas de ametralladora desde el nivel de la Plaza de la Constitución, Allende le pidió a Jano (un miembro del GAP), que era como su hijo putativo, la bazuka RPG-7 con la que contábamos. Hizo el ademán que iba a disparar contra un tanque que pretendía entrar a la plaza por la calle Moneda. Entonces nosotros con Jano lo cubrimos disparando desde la ventana de al lado. Allende se asomó por el balcón y al primer disparo dio con el tanque sacándolo de combate”.
Eladio dice que no hubo tiempo para felicitaciones, pero que alcanzó a recordar la inscripción del blindado: E-28.
Este acontecimiento fue destacado por Payita, la secretaria y amante de Allende, en carta escrita en noviembre de 1973, desde la Embajada de Cuba en Santiago, a Beatriz Tati Allende, la hija mayor del presidente:
“¡Que gran general era tu padre! Si hubieses oído cómo daba las órdenes y con qué tranquilidad y valentía hacía frente a los acontecimientos. Todos estábamos admirados. Él dirigió toda la operación bazooka y, cuando le voló la parte superior al tanque, fue su mejor momento”, le contó.
Eladio subraya que el presidente Allende, en medio de la defensa de su gobierno, “tuvo la gallardía, la hombría, de preocuparse de nosotros y pasar por cada uno de los puestos donde nos encontrábamos preguntado cómo estábamos, si habían heridos. Incluso nos llevó galletas… claro unas galletas con las que no pasaba nada, no saciaban el hambre, pero simbólicamente ese gesto nos llenaba (…)”.
Eladio relata que La Moneda “era el infierno mismo… la situación era ¡irrespirable total!”. Para evitar el humo se recostaban en el suelo “con la cara al piso”, para poder respirar.
–¿Allende también se recostó en el suelo para respirar?
–Todos, todos, Allende también. Nosotros tratábamos de darle preferencia… Que él tuviera los medios de protección, como la careta (máscara de gas). Pero él entendía que su careta era necesaria para que otros compañeros respiraran, entonces la compartía.
“Después de la una de la tarde –aseguró Eladio–, el Ejército logró empezar a copar ‘palacio’ por Morandé 80 y por la Plaza de la Constitución. Era lógico: el incendio nos fue quitando espacio, nos fue reduciendo el área en que nos desempeñábamos… y llegó el momento en que prácticamente nos tenían. Era como la caza del gato contra el ratón ahí… poco a poco todos los compañeros fuimos cayendo.
“…Yo estaba combatiendo en el gabinete del presidente, mientras él estaba 50 metros más al sur (…) Lo acompañaban algunos de sus colaboradores y médicos, mientras en los pasillos seguían los disparos que propinaba otro dispositivo del GAP que se mantuvo en combate frente a la entrada de Morandé. Allende andaba en sus manos con el Kalashnikov (de culata) plegable que le regaló Fidel (Castro)”.
Eladio da cuenta de cómo fue el ingreso de los militares a La Moneda. “Cuando el Ejército entra, las primeras bajas las tienen ellos en la entrada de Morandé 80, pero los aviones prácticamente ya habían quebrado la resistencia, y empiezan a entrar por todos lados, y por ende a copar la segunda planta, por todos lados, por todas las vías de acceso”.
Narración para Fidel
Eladio fue sacado por los militares por la puerta conocida como Morandé 80. Curiosamente, lo hizo con una pistola Browning 9 mms que llevaba al cinto y que olvidó entregar cuando le pidieron botar las armas. Este momento quedó inmortalizado en una de las fotos más famosas tomadas de La Moneda aquel día. En esta Eladio aparece en primer plano con las manos en la nuca.
Para salvar su vida, Eladio –que como todos los defensores del gobierno detenidos fueron ordenados en una hilera en el piso– aprovechó la presencia de una patrulla de Sanidad del Ejército para fingir un ataque de peritonitis, diagnóstico que fue validado por el médico de Allende, Oscar Soto. Entonces, el capitán Jaime Puccio, quien comandaba esa patrulla, ordenó su traslado a la Posta Central. Una vez en dicho recinto asistencial –ubicado en calle Portugal, cerca del centro de Santiago–, trabajadores de la salud lo disfrazaron de camillero para permitir su huida.
Eladio se asiló en la Embajada de México. El 16 de septiembre de 1973 salió de Chile en el avión enviado por el presidente de México Luis Echeverría con el fin de rescatar a la familia de Allende. Después de una breve estadía en México, Eladio viajó a Cuba donde fue recibido por el comandante Fidel Castro, a quien le transmitió en extenso sus vivencias de aquel día.
Castro extrajo de esta narración los elementos centrales de su reconstrucción de los hechos, la que difundió en discurso realizado en compañía de Beatriz Tati Allende, hija del depuesto mandatario socialista, ante medio millón de personas congregadas en la Plaza de la Revolución “José Martí” de La Habana, el 28 de septiembre de 1973, para homenajear al presidente Allende y al pueblo de Chile.
Por Francisco Marín
Proceso – México