Nuevas réplicas del terremoto de la Iglesia chilena

La Iglesia Católica chilena atraviesa por momentos extremadamente difíciles, atizados por bochornosos escándalos que involucran a sus más altas autoridades.

Nuevas réplicas del terremoto de la Iglesia chilena

Autor: Daniel Labbé Yáñez

Obispo Juan Barros

La reciente revelación de un video –que data de mayo pero que fue dado a conocer el pasado 2 de octubre por Mega- en que el Papa Francisco denigra a los feligreses osorninos por rechazar como obispo a Juan Barros, ha encendido aún más los ánimos al interior de la Iglesia chilena.

En este incidente el Sumo Pontífice mostró la hilacha. “Piensen con la cabeza y no se dejen llevar por las narices de todos los zurdos que armaron la cosa”, les dijo a un grupo de chilenos de visita en el Vaticano.

Defendiendo la inocencia de Barros, el Papa argentino les señaló a éstos que “la única acusación que hubo (contra Barros) fue desacreditada por una corte judicial”. El prelado argentino sentenció: “Osorno sufre por tonta, porque no abre su corazón a lo que Dios dice y se deja llevar por las macanas que dice toda esa gente”.

El Santo Padre criticaba de esta forma las fervientes protestas de los laicos osorninos iniciadas el 10 de enero, día en que Barros fue ungido obispo de Osorno en una misa atiborrada de laicos que, enfervorizados, rechazaban el nombramiento del ayudante del abusador Karadima. “Un obispo abusador no puede ser pastor”, le espetaban repetidamente agitando lienzos y globos negros.

Barros venía de ser capellán del Ejército, pero esta institución, incómoda por la cercanía de éste con el sacerdote abusador Karadima, se quiso deshacer de él. Esto lo contó a TVN el sacerdote alemán avecindado hace medio siglo en Osorno, Pedro Kliegel.

El padre Kliegel es el mayor referente de la Iglesia católica osornina que se ha opuesto al nombramiento de Barros. En abril de este año envió una carta al Nuncio Apostólico Ivo Scapolo en que le expresa que la unidad de la iglesia local “está en peligro a causa de un nombramiento de un obispo cuya vida moral se pone en cuestionamiento en forma pública”.

Tras los comentados dichos del Papa, las protestas de los feligreses osorninos se revitalizaron. El domingo 4 de octubre una gran cantidad de ellos volvió a manifestarse en el mismo sentido. “Juan Barros, hermano nuestro en la fe. Por amor a la Iglesia chilena, te suplicamos, te exhortamos, te exigimos: ¡Renuncia!”, declamaban.

Foto Facebook Organización de Laicos y Laicas de Osorno

Foto Facebook Organización de Laicos y Laicas de Osorno

Barros oscuros

En la columna ¿Es tonto el Papa?, el teólogo y ex académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), Jorge Costadoat, expresó a propósito de esto que el Papa ha cometido dos errores con los osorninos. El primero fue nombrar a Juan Barros como obispo de Osorno. El segundo haberlo mantenido en el cargo, pese a la resistencia de los fieles. “No puede ser que a una iglesia local se le imponga un obispo que la divide. Francisco no puede simplemente decir que Barros no ha hecho nada malo. Aun en el caso en que sea inocente –lo que el país duda con serios antecedentes–, el Papa no ha ponderado que el caso Karadima ha dinamitado la confianza en la institución eclesiástica chilena.”

Es dable señalar que Costadoat fue exonerado este 2015, a instancias del cardenal Ricardo Ezzati, de su rol como académico de la Facultad de Teología de la PUC, medida que generó rechazo y controversia entre los estudiantes y en el conjunto del catolicismo.

En entrevista en El Informante de TVN, el sacerdote Felipe Berríos expresó –el 6 de octubre- que «el Papa cometió un error, metió la pata. Hirió a personas, sobre todo a la ciudad de Osorno (…) No estoy de acuerdo con sus dichos, debe pedir disculpas. No tiene derecho a tratar a la gente de Osorno de ‘tonta’. El concepto de ‘zurdo’ tampoco me pareció adecuado”, señaló.

En entrevista con El Ciudadano, el sociólogo y estudioso de la historia del cristianismo, Felipe Portales, expresó que el comentado video “revela una total desinformación del Papa, porque le atribuye a una maquinación política de izquierda el cuestionamiento al obispo Barros, siendo que este cuestionamiento lo ha hecho la feligresía de Osorno y destacadas personalidades dentro de la Iglesia, porque efectivamente el historial de Barros es pésimo”.

Juan Carlos CruzEn efecto, según ha declarado Juan Carlos Cruz –una de las víctimas de Barros- “este hombre estaba parado al lado nuestro cuando (Fernando) Karadima nos abusaba”, añadiendo que Barros “se besaba y se tocaba con Karadima”.

Según consigna la revista Reflexión y Liberación –edición de febrero de 2015- Cruz llegó a la Acción Católica Juvenil de la Parroquia del Sagrado Corazón, en El Bosque, Providencia, cuando tenía 15 años, a poco de morir su padre.

“El Señor te ha traído a mí y yo de ahora en adelante seré tu papá, tu confesor y tu director espiritual”, le dijo Karadima a Cruz.

Luego de conseguir que el menor se entregara espiritualmente, Karadima mostró sus intenciones: “’Pon la cabeza en mi pecho”. Enseguida lo acarició y le dijo: “Saca la lengüita”. Esto, de acuerdo a lo consignado en Reflexión y Liberación.

Portales expresa que “el Papa argumenta que no se le ha probado una cosa concreta en un juicio”, pero estima que “no se necesita nada de eso, puesto que Barros fue íntimo colaborador de Karadima durante dos décadas”.

Portales hace presente que Karadima desarrolló “una virtual secta que no sólo lleva a cabo abusos sexuales, sino que realizó vejaciones públicas, amedrentamientos, control sicológico, aprovechamiento de dineros”.

Añade: “Dentro de esa secta, que constituía el núcleo central de la Parroquia El Bosque, el obispo Barros tuvo destacadísima participación”.

Portales da cuenta que Barros, siendo secretario del arzobispo Juan Francisco Fresno, en 1983, recibió quejas de varios jóvenes respecto del accionar abusivo de Karadima. “Eso nunca fue procesado al interior del Arzobispado. Y al año siguiente, cuando uno de los jóvenes preguntó a un funcionario del arzobispado respecto de lo sucedido con su denuncia, éste le respondió: ‘eso se tiró a la basura y no tiene sentido que presente nuevas acusaciones mientras permanezca Barros en ese cargo’”.

Además, como se señala en el libro Los secretos del imperio de Karadima (Catalonia, 2014), Barros participó, en 1987, en su calidad de secretario del arzobispo de Santiago Juan Francisco Fresno, de una sórdida operación de desprestigio a Juan Carlos Cruz.

“Esta intriga la creó Karadima, furioso por las repetidas demostraciones de amistad de Cruz hacia seminaristas ‘foráneos’. Y aprovechó para ello que Cruz le había revelado, bajo secreto de confesión, su homosexualidad”.

En dicho libro, de los periodistas Mónica González, Juan Andrés Guzmán y Gustavo Villarrubia, se agrega que impelido por Karadima, “Barros escribió una carta al Arzobispo Fresno y éste envió una copia al Seminario. En ella se informaba que dos jóvenes de El Bosque se habían acercado a él para contarle que Juan Carlos los había acosado sexualmente. Los denunciantes eran Guillermo Ovalle y Gonzalo Tocornal. Ya nadie más le habló a Juan Carlos (…) El mismo Juan Carlos leyó la carta de Barros porque el propio rector (del seminario) Juan de Castro junto al sacerdote Vicente Ahumada lo convocaron especialmente para tratar la grave acusación que formulaba el secretario del Arzobispo y le mostraron la carta”.

El sociólogo Portales, quien es autor de los libros Chile: Una democracia tutelada (2000) y Los mitos de la democracia chilena (2004), considera lamentable que el Papa Francisco, “quien está mostrando en su discurso interesantes aires de renovación”, haya nombrado como obispo de Osorno a Juan Barros. “Esto es ciertamente terrible. Que un personaje tan íntimamente vinculado a Karadima sea promovido por el Papa Francisco a dicha dignidad, supera la imaginación más delirante y morbosa”.

Portales no sólo cuestiona este nombramiento: “La designación del cardenal Francisco Javier Errázuriz en el importantísimo Consejo de Cardenales que propondrán reformas a la organización mundial de la Iglesia, también es algo para quedar perplejos”, señala.

Fundamenta sus dichos puntualizando que Errázuriz “adoptó por años decisiones u omisiones” que agrandaron los daños generados por sacerdotes y obispos que cometieron abusos sexuales.

Es necesario traer a colación en este sentido que, desde 2003, las altas esferas de la Iglesia Católica comenzaron a tomar conocimiento de diversas denuncias –entre ellas la del ejecutivo Juan Carlos Cruz– que involucraban a Karadima en abusos sexuales. Estos eran cometidos contra jóvenes que, imbuidos en la fe, se habían hecho miembros de la comunidad de la citada Iglesia del Bosque en la que Karadima era venerado como un santo.

Sin embargo, las autoridades de la Iglesia Chilena, encabezadas por Errázuriz –que fue arzobispo de Santiago entre 1998 y 2011– y Ezzati, originalmente le bajaron el perfil a estas denuncias y desoyeron las quejas. Errázuriz –como lo testimonian diversas cartas que han salido a la luz– incluso asesoró a Karadima para protegerse de la contraofensiva de sus víctimas.

No obstante, en abril de 2010, tras la publicación de reportajes de los medios chilenos La Tercera y The Clinic, así como en el diario estadunidense The New York Times, el escándalo estalló. Pronto los antecedentes pasaron al Vaticano que, luego de un juicio canónico, condenó a Karadima en enero de 2011 por “abuso sexual violento a menores”.

Tras la apelación de Karadima, la cúpula eclesiástica católica cambió –en junio de aquel año– la condena de pedofilia a efebofilia, porque estimó que este sacerdote abusó de adolescentes y no de niños.

karadima

Iglesia cuestionada

El episodio que involucra al Papa en la defensa del Obispo Barros, ocurre casi inmediatamente después que se revelara –el 9 de septiembre en El Mostrador- correos intercambiados hace un año entre el arzobispo Ezzati y el cardenal Errázuriz. Estos evidencian como ambos prelados operaban para evitar que el Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet nombrase al sacerdote jesuita, Felipe Berríos, capellán de La Moneda.

También maniobraban para impedir que Juan Carlos Cruz –a quien definen como “la serpiente”- fuese designado por el papa Francisco, como miembro de una comisión vaticana contra el abuso de menores.

En carta de 29 de junio de 2014 éste le escribe a aquel: “Querido don Ricardo (…) Antes de salir de Chile llamé a (Enrique) Correa para decirle que si el gobierno nombrara al personaje [Berríos] capellán de La Moneda estaría armando un gran e innecesario conflicto, porque te obligaría a rechazarlo, lo cual crearía serias tensiones entre el gobierno y la Iglesia (…) Me dijo que lo transmitiría de inmediato”.

El cardenal Errázuriz concluyó su misiva: “Mañana lunes a primera hora me instalo en las oficinas del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe para impedir el mal del cual me escribes (nombramiento de Cruz en la comisión contra los abusos). Si no lo acepta, hablaré con el Santo Padre. ¿Y qué te parece si se procediera a un nombramiento así sin consultar ni al presidente de la CECH (Conferencia Episcopal de Chile) ni a ninguno de los cardenales chilenos? Sería un nuevo motivo para reformar la Curia”.

La publicación de estas cartas fue rechazada por la cúpula católica, la que cuestionó que se publicitara correspondencia privada. Pero el debate no caminó por ese rumbo. Más bien, se desató una ola de rechazo contra Ezzati y Errázuriz.

Los primeros en reaccionar fueron los aludidos en las cartas. El jesuita Felipe Berríos indicó a Radio Cooperativa –el mismo 9 de septiembre- que encontraba “tan triste una conversación así entre cardenales”. Explicó que a él no le interesaba “ser capellán de La Moneda porque no tengo dedos para el piano (…) Yo no entré a cura para estar en estas cuestiones”, expresó.

Por su parte, Cruz sostuvo -en entrevista con La Tercera-: “me choquea (ver) que hombres de la calaña de Ezzati y Errázuriz traten a la gente así, que me digan ‘la serpiente’”. Además expresó que los cardenales citados “están metidos hasta lo más profundo en la mentira, tienen miedo a que la verdad salga a la luz”.

El lunes 14 los dirigentes de los siete partidos que componen el oficialista conglomerado Nueva Mayoría determinaron no participar del Te Deum del 18 de septiembre. Hacían esto en rechazo a que el cuestionado cardenal Ezzati lo dirigiera, como le corresponde en tanto Arzobispo de Santiago.

Felipe Portales manifestó que los citados correos “revelan descarnadamente el feroz autoritarismo y la defensa corporativa de la jerarquía católica chilena”. Señala que en el caso de Juan Carlos Cruz “demuestran la muy poca conciencia del daño que la jerarquía les ha hecho a las víctimas y a toda la Iglesia, al encubrir la pederastia sacerdotal”.

Sostiene Portales que lo más grave de esto es que se evidencia cómo en la comunicación interna entre cardenales se usan “epítetos venenosos y crueles, que no se avienen en absoluto con la bondad cristiana”. Sostiene, además, que  el efecto sobre la Iglesia chilena de los escándalos de abuso sexual “han sido devastadores”.

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Cabe consignar en este sentido que, según encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), dada a conocer el viernes 11 de septiembre, sólo un 29% de los chilenos confía en la Iglesia Católica, a diferencia de 2009, en que esa alcanzaba los 50 puntos.

Pese a lo difícil de la situación, el sociólogo Portales -de inspiración católica- estima que el actual momento abre una gran oportunidad. “Nos permite a los católicos comprender que el despotismo absoluto que rige la Iglesia desde el medioevo tiene que ser reemplazado por estructuras y mentalidades fraternales y democráticas que nos posibiliten hacer efectivo el espíritu evangélico que inspiró a las primeras comunidades cristianas”, sostiene.

Por Francisco Marín


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