España aún posee dos territorios en el continente africano: Ceuta y Melilla, y en las fronteras de estos países se producen verdaderos dramas humanitarios debido al intento de miles de subsaharianos de cruzar la frontera que separa África de Europa.
En la última madrugada del 2014, ochocientos inmigrantes han tratado de saltar la valla de seis metros de altura que separa Melilla -España- de Marruecos, de los cuales al menos cincuenta han conseguido su objetivo de entrar en España en busca de una vida mejor. Aquellos que consiguen superar la valla son dirigidos al centro temporal de inmigrantes, el conocido por sus siglas CETI, en donde se les ofrece comida, ropa, asistencia sanitaria y un lugar donde dormir. Allí son recibidos con mucha alegría por los compañeros que ya habían saltado la valla en intentos anteriores, que les dan la bienvenida entre gritos «bosa, bosa«, que se traduce como «victoria, victoria«.
Para llevar a cabo este último intnto de saltar la valla que separa ambos continentes, los inmigrantes se han repartido estrategicamente en varios grupos situados en diferentes puntos del perímetro fronterizo y se han ido desplazando durante toda la madrugada buscando el lugar y el momento propicio para intentar el salto. De las casi 800 personas que trataron de alcanzar suelo español, la gran mayoría fueron interceptados por la Guardia Civil española y las fuerzas de seguridad marroquíes.
El año 2014 ha sido un año récord en materia migratoria en Melilla, ya que alrededor de 18 mil personas intentaron curzar la valla arriesgando sus vidas. El viaje que inician desde sus pueblos de origen hasta la frontera con España es un largo y muy duro trayecto repleto de adversidades y peligros que estas miles de personas están dispuesas a enfrentar por perseguir el sueño europeo que todos desean alcanzar. El problema es que con la llegada masiva de inmigrantes a España el SETI ha superado su capacidad de acogida y se ha visto completamente desbordado e incapaz de ofrecer un buen servicio de acogida a todas las nuevas personas que llegan.
Pero el gobierno español, lejos de destinar parte del presupuesto a la construcción o ampliación de este centro de acogida temporal de inmigrantes, ha llevado a cabo otras medidas bastante menos éticas y morales para tratar de solucionar la llegada masiva de inmigrantes a territorio español. La primera medida que generó muchas críticas entre la población española fue la instalación en las vayas de un alambre de cuchillas afiladas como las usadas durante las guerras para impedir el paso a las tropas enemigas, o como las utilizadas en algunas cárceles para impedir las huidas de los presos. Es completamente inhumano usar estas mortíferas cuchillas para cerrar las fronteras de un país a personas que intentan sobrevivir de la única forma posible para ellos: alcanzando territorio europeo. A mendo estas cuchillas provocan heridas muy graves que, al menos en una ocasión, causaron la muerte de una persona.
Otra de las medidas diseñadas por el ejecutivo español -con el Partido Popular a la cabeza- para tratar de solventar el problema de la inmigración en Melilla, ha generado el rechazo y la crítica de Bruselas, la ONU, Amnistía Internacional y otras ONGs como Human Rights Watch. Mariano Rajoy y su equipo de gobierno propusieron, para que entre en vigor en 2015, una modificación de la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana para legalizar las ‘devoluciones en caliente’ por las cuales la policía española podrá rechazar a los inmigrantes que logren cruzar la frontera de Ceuta y Melilla sin la obligación de ofrecerles asilo ni asistencia médica.
La organizacion Amnistía Internacional se ha opuesto radicalmente a esta nueva medida del ejecutivo español ya que argumenta que «no se puede legalizar lo que es ilegal en el derecho internacional«. Con esta modificación de ley, el gobierno español pretende privar a las personas migrantes y refugiadas de un proceso de garantías y de la posibilidad de pedir protección internacional.
Según Aminstía Internacional estas explulsionaes tendrán consecuencias terribles para los derechos humanos de las personas que intentan llegar a España. Esta enmienda puede provocar el aumento del uso excesivo de la fuerza por parte de la Guardia Civil que patrulla en las zonas fronterizas de Ceuta y Melilla.
La población española recuerda y no olvida los tristes acontecimientos que tuvieron lugar el pasado seis de febrero de 2014, en los que quince inmigrantes perdideron la vida frente a las costas de Ceuta, depués de que agentes españoles disparasen pelotas de goma contra ellos y les tirasen gases lacrimógenos para impedir que llegaran a tierra.
Lo que parecen no entender los políticos españoles que proponen o apoyan este tipo de medidas restrictivas e ilegales que atentan directamente contra los derechos humanos es que nunca será esa la solución. Muchas de estas personas -porque es necesario recordar a estos políticos que los que tratan de cruzar las fronteras son igual de personas que ellos- llevan tras de sí un largo y duro viaje desde sus pueblos de origen hasta llegar hasta allí. Durante años han andado cientos de kilómetro, sobrevivido en medio de un monte durante meses, y luchado contra la policía marroquí en varias ocasiones. Por ello, cuando llegan a la valla no tienen nada que perder, pues huyen de una vida de pobreza extrema que intentan mejorar para poder optar a un futuro, bueno o malo, pero un futuro. No tienen miedo.
Uun joven de Mali refugiado en el SETI de Melilla declaró que aunque se pusieran «diez mil soldados armados al otro lado de la valla«, no iban a conseguir pararlos pues, como opina él y la gran mayoría de las personas que tratan de cruzar las fronteras, en el continente africano «ya estamos muertos, sin futuro, sin vida«.