Frente a las reiteradas denuncias de abusos y violaciones a los derechos humanos en Haití, por parte de soldados de las fuerzas militares de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que hace más de siete años ocupan el país caribeño con el pretexto de estabilizar la situación política de la nación, diversos intelectuales, ambientalistas y defensores de los derechos fundamentales de todo el continente suramericano han manifestado su rechazo.
Entre ellos se encuentran el escritor Eduardo Galeano y el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quienes firmaron una carta exigiendo el retiro inmediato de los escuadrones castrenses latinoamericanos que hasta ahora participan de la llamada Minustah, Misión de Estabilización en Haití, país que luego de sucesivas dictaduras ostenta una democracia “tutelada” desde 2006 y que en enero del año pasado sufrió un terremoto que destruyó su capital, Puerto Príncipe, y le costó más de 100 mil muertos.
En Chile, las organizaciones en defensa de los Derechos Humanos también llamaron al Gobierno a cesar el envío de tropas a la misión de la ONU. Ayer -miércoles 5 de octubre-, representantes de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (Afep) y de Observadores de la Escuela de las Américas en Chile (SOA Watch, por sus iniciales en inglés), presentaron una carta en La Moneda para demandar el retiro de los 495 militares chilenos de lo que consideran una “ocupación injustificada e inmoral, que avanza en la agenda imperialista de las potencias de la ONU, y que violenta continuamente a la población que se enfrenta a la autoridad por medio de la vulneración de la soberanía del pueblo haitiano”, nación que fue la primera en independizarse del colonialismo europeo y en adherir al proyecto libertario de Simón Bolivar.
Alicia Lira, presidenta de la Afep, declaró que se han cometido muchos delitos sexuales y abusos en distintas formas por parte de militares latinoamericanos en “la tierra que algún día fue una luz de esperanza para los movimientos independentistas”, señaló la activista. Y agregó que los militares “van con una lógica de guerra, de confrontación y subyugación. Nosotros que vivimos 17 años sometidos al ejército sabemos cuál es su proceder. Para su reconstrucción civil y moral, Haití necesita profesionales, no militares”, puntualizó Lira.
Según los activistas emisores de la carta al Ejecutivo, la Minustah ha empeorado las precarias condiciones humanitarias generadas luego del desastre natural del año pasado, pues debido a la poca regulación sanitaria de los efectivos militares que ingresan al país, se esparció, desde octubre de 2010, una epidemia de cólera que ha matado a más de cinco mil haitianos a la fecha. Las críticas también apuntan a la imposición desde afuera de un modelo de desarrollo agroindustrial, Eduardo Giesen, del colectivo socioambientalista Viento Sur, afirma que la Minustah es un conducto para la introducción de semillas transgénicas que los haitianos no saben cultivar, ni pueden pagar.
El senado haitiano también se manifestó en contra de la permanencia de las fuerzas de la ONU: Jean Héctor Anacacis, vicepresidente de la cámara alta, sentenció que “la Minustah le ha hecho más daño que bien al país”, aludiendo a las recientes denuncias de sodomización por parte de soldados uruguayos a un joven de 18 años y la represión diaria de las tropas contra la población civil “subversiva”. Durante los últimos días, en Puerto Príncipe, ha habido una serie de protestas populares en rechazo a la ocupación militar, de cara al séptimo cambio de mando del Ejército de Naciones Unidas, que será anunciado el próximo 15 de octubre por el secretario general de la organización, Ban Ki Moon, quien a su vez señaló que recomendará una disminución en el número de efectivos internacionales.
Chile, particularmente en el gobierno de Michelle Bachellet, es el país con el mayor envío de soldados a la Misión Estabilizadora de la ONU, lo que para el economista y activista defensor de derechos humanos, Manuel Hidalgo, no es más que un mecanismo de relegitimación del ejército chileno luego de que salieran a la luz pública los vejámenes y atropellos a la dignidad de las personas ocurridos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
“Los cascos azules en Haití no están haciendo patria, sólo están perpetuando la lógica imperial de Estados Unidos, que es una de las potencias con mayor poder político en la ONU, con la complicidad de los gobiernos latinos. Todo a espaldas de sus ciudadanos”, recalcó Alicia Lira, quien perdió a su marido Felipe Rivera en manos de agentes de la dictadura chilena en 1986 -a dos años del plebiscito que sacó a Pinochet del poder-.
HAITÍ COMO LABORATORIO MILITAR
El objetivo de la permanencia de la Minustah en Haití, según la ONU, es la consolidación de la democracia, del orden y de la integridad territorial de la nación. Es decir de la preservación de intereses propios de los haitianos. Todo lo contrario demuestra un cable diplomático hecho público por Wikileaks –que revela que EEUU considera a la Misión “una herramienta indispensable en la realización de intereses básicos de la política del gobierno de Washington”.
La tesis de que la ocupación militar cubre intereses imperialistas de las potencias de la ONU, particularmente los de ejercitar en poblaciones extraterritoriales sus estrategias de control social, cobra fuerza con el traslado del general carioca Fernando Sardenberg, quien en 2004 fuera comandante de las tropas brasileras de la Minustah en Haití, hacia la dirigencia de las fuerzas de pacificación de las favelas de Panha y Alemao en Río de Janeiro. La Policia Militar brasileña, ad portas del próximo mundial de fútbol a desarrollarse en los estadios de ese país, está llevando a cabo una “restructuración urbana” que más bien corresponde a una limpieza de pobres e indigentes en los alrededores de lugares turísticos para lavar la imagen país y evitar situaciones delictivas.
Según manifiesta un artículo en el sitio web del colectivo Jubileo Sur, el 15 de septiembre de 2010, Giancarlo Summa, director del área de comunicaciones de Naciones Unidas, aclara que las Unidades de Policía de Pacificación (UPPs) de Río de Janeiro nacieron precisamente de la experiencia obtenida por las Fuerzas Armadas brasileñas en Haití. En particular en las ciudades de Cité Soleil y Belait. ¿Estarán los militares chilenos practicando también para renovar sus técnicas de control para la emergencia del movimiento social actual? Esta potencialidad y la sistemática violación de derechos humanos a la población civil haitiana es lo que las organizaciones y personas firmantes de la carta, que exige a los gobiernos latinos el retiro de la Minustah, pretenden evitar.
Entre las personalidades que firmaron la petición entregada a los gobiernos de Argentina, Brasil, Uruguay y Ecuador, figuran: Los escritores Eduardo Galeano y Frei Betto; el premio Nobel de la Paz, Adólfo Pérez Esquivel; representantes de Observadores de la Escuela de las Américas en Chile, integrantes de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos de Chile; las Abuelas de la Plaza de Mayo (familiares de detenidos desaparecidos de Argentina) y la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos de Ecuador (Cedhu).
Por Paula Figari Rojas
El Ciudadano