Las primeras pruebas practicadas a los restos del premio Nobel de Literatura Pablo Neruda concluyen que el poeta chileno efectivamente padecía de un cáncer de próstata avanzado y con metástasis, según confirmaron a Efe fuentes del procedimiento.
El informe de los exámenes radiológicos e histológicos realizados a los restos del escritor por el Servicio Médico Legal de Chile fue entregado hoy al juez Mario Carroza, quien instruye la causa para determinar el verdadero motivo de la muerte de Neruda. A raíz de una querella presentada por el Partido Comunista de Chile para esclarecer estos hechos, los restos del poeta (1904-1973) fueron exhumados el pasado 8 de abril de la tumba en que yacían desde 1992 junto a los de Matilde Urrutia, su tercera esposa, ambas situadas frente al mar de Isla Negra, en el litoral central de Chile.
Una línea de investigación en esta causa apunta a que Neruda falleció debido a una metástasis por el cáncer de próstata, pero una segunda señala que la muerte fue ocasionada por la intervención de terceros cuando estaba hospitalizado en la Clínica Santa María de Santiago, días después del golpe militar de 1973. «Más allá de que se haya establecido que Neruda tenía un cáncer de próstata, aquí lo central es determinar si él fue realmente asesinado por medio de una inyección letal mientras permanecía internado en la Clínica Santa María», declaró hoy a Efe Eduardo Contreras, abogado querellante en esta causa. «En este sentido, lo importante son las muestras óseas que se enviarán a Estados Unidos», agregó.
Como parte de las pruebas que tras la exhumación realiza un equipo multidisciplinario de peritos chilenos y extranjeros, un laboratorio de Estados Unidos analizará en próximos días parte de la osamenta para determinar si el poeta, que era un activo militante del Partido Comunista, murió por envenenamiento. La sospecha de que mientras estaba hospitalizado Neruda fue intoxicado por agentes de la dictadura del general Augusto Pinochet la reveló en 2011 el exchofer, Manuel Araya, quien hace un mes reiteró a Efe que el poeta «fue asesinado y no murió de cáncer». Según el abogado querellante Eduardo Contreras son tantas las contradicciones que existen en el proceso acerca de lo que sucedió en la clínica Santa María que hacen albergar una legítima duda respecto a que murió de cáncer.
Pablo Neruda ingresó a ese recinto hospitalario el 19 de septiembre de 1973 y falleció el domingo 23 de ese mes. Sus más cercanos que estuvieron junto a él en aquellos días en la clínica, coincidieron en que el poeta estaba visiblemente afectado por los acontecimientos producidos después de la asonada militar del 11 de septiembre. Sin embargo, tanto su exchofer como su esposa Matilde Urrutia, siempre sostuvieron que Neruda pretendía abandonar la clínica el día 24 para viajar a México, país que le había otorgado asilo político.
La ficha clínica de Neruda permanece hasta hoy desaparecida. De acuerdo a los querellantes, la clínica Santa María se negó a entregar la lista de todo el personal que prestaba servicios en 1973. Acerca de la causa de muerte del premio Nobel, existen opiniones encontradas. La parte querellante se inclina porque el poeta fue asesinado, en tanto que algunos de sus más cercanos sostienen que murió a causa del avanzado cáncer que padecía. Entre estos últimos están la exviceministra del Trabajo del gobierno de Salvador Allende, Aída Figueroa y el médico Francisco Velasco, quien detectó el cáncer de Neruda en 1969. En tanto, la Fundación Pablo Neruda que administra todos los bienes del escritor, se opuso inicialmente a la exhumación de los restos argumentando que no deseaba que se siguiera escarbando sobre la causa de su muerte.
Sin embargo, según fuentes del proceso, en el último tiempo la fundación ha colaborado con las pericias para dilucidar qué provocó el fallecimiento del poeta. El juez Mario Carroza debe decidir ahora sobre la admisión a trámite la solicitud de los querellantes de interrogar a varios médicos que están procesados por la muerte del expresidente chileno Eduardo Frei Montalva, que según estableció el juez chileno Alejandro Madrid fue envenenado en la misma clínica Santa María en enero de 1982. El exmandatario falleció el 22 de ese mes producto de una septicemia generalizada.
Algunos de los médicos procesados por este motivo formaban parte de la plantilla de ese hospital cuando Neruda estuvo internado y también eran miembros de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), el organismo represivo de la dictadura.