Un grupo de profesionales que trabajan con niños y adolescentes abusados, han hecho circular una carta abierta en que rechazan las expresiones de algunos personeros de la jerarquía católica que han intentado desviar la atención del problema, ya sea responsabilizando a las propias víctimas o estableciendo supuestos nexos entre pedofilia y homosexualidad.
A continuación, reproducimos la misiva enviada a nuestra casilla de correo: [email protected]
CARTA ABIERTA
Por pedofilia en la Iglesia Católica: Profesionales de la defensa infantil declaran
“Os felicito por no haber denunciado a un sacerdote a la administración civil. Lo has hecho bien y estoy encantado de tener un compañero en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los obispos del mundo, habría preferido la cárcel antes que denunciar a su hijo sacerdote“, Cardenal Castrillón, Colombia. 2001.
“Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan. Esto de la sexualidad es algo más complejo de lo que parece”. Obispo Bernardo Álvarez, Tenerife, España.2007.
“Han demostrado muchos psicólogos, muchos psiquiatras, que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, y me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia. Esto es verdad, este es el problema”.Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, 2010.
“La liberalidad sexual del mundo en general ha disminuido las fuerzas morales con las que tratamos de educar a los jóvenes en los seminarios. Ante tanta invasión de erotismo no es fácil mantenerse fiel tanto en el celibato, como en el respeto a los niños“. Obispo Felipe Arizmediz, Chaipas México.2010.
“Si bien la Iglesia no es una institución científica que pueda dar datos, hay muchos católicos y científicos que podrían entregarlos”. “Lo que dijo el cardenal es producto de una constancia de que la mayoría de los casos de pedofilia se trata de una condición homosexual. Es decir, homosexuales que abusan de menores del mismo sexo. Son mucho menos los casos en que se trata de una relación de abuso con orientación heterosexual de un menor”. Obispo Pellegrin, Chillán, Chile. 2010.
A raíz de las declaraciones que, a pesar del tiempo transcurrido y de los numerosos casos denunciados, continúan realizando distintos miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica, sumado a la serie de hechos que desde hace años vinculan a sacerdotes y obispos en casos de Abuso Sexual Infantil, los profesionales abajo firmantes declaramos lo siguiente:
1) Las víctimas de delitos sexuales, han debido recorrer un largo y doloroso camino para ser escuchadas y que sus relatos sean validados. En estos esfuerzos por cambiar la cultura del silencio y del secreto que es propio de este fenómeno, los profesionales hemos acompañado a los niños, niñas y adolescentes en sus procesos psicológicos individuales, en la atención social que han requerido, apoyando a sus adultos significativos y garantizado mediante el acceso a la justicia, que estos delitos no queden en la impunidad.
2) En este trabajo realizado por cientos de psicólogos, trabajadoras sociales, abogados y educadores en nuestro país, se ha intentado visibilizar a las víctimas, generar espacios de educación a la población en general y desmitificar creencias que contribuían a la vulnerabilidad de la población infanto–adolescente, dentro de ellas, las que tienden a estigmatizar como presuntos agresores a ciertos sectores de la población marginados históricamente, sabemos sin embargo, que la capacidad de dañar a otro severamente no distingue género, orientación sexual, raza, ni religión.
3) Esta labor ha tomado años en conseguir avances, se ha dedicado estudio, horas de trabajo práctico y contacto sistemático con las víctimas, sus familias y los agresores sexuales para entregar opiniones técnicas y fundadas. Cuando los profesionales hablamos de las características del abuso sexual infantil, de los daños que genera este tipo de vulneración en los niños (as) y las familias de éstos, de las dinámicas presentes en el hecho, de los tipos de agresores que existen y de los perfiles de ellos, lo hacemos con conocimiento validado a nivel mundial y no desde supuestos personales.
4) Por lo mismo, con estupor hemos escuchado a miembros de la alta jerarquía de la Iglesia Católica referirse a los nexos existentes entre individuos con orientación homosexual y pedofilia, aportando como dato, supuestos estudios realizados por psicólogos que indicarían la presencia de tal vinculación. A pesar de la aclaración realizada posteriormente en relación a que dicho nexo se refería a investigaciones sobre la población sacerdotal, es posible señalar que dichas aseveraciones nuevamente confunden y carecen de rigurosidad técnica, en temas absoluta y seriamente investigados por años.
5) Estos dichos no sólo afectan y son ofensivos hacia la comunidad homosexual, la que durante estos días ha debido defenderse de estos ataques gratuitos, sino que genera un retroceso en la comprensión del fenómeno del abuso sexual y en la responsabilidad que como sociedad debemos asumir en pro de la defensa de los niños, niñas y adolescentes gravemente vulnerados, responsabilidad de la que también debe hacerse cargo la Iglesia debido a que se atribuye a si misma un valor educativo y moral . Lo anterior comprende necesariamente el validar a las víctimas en su experiencia, el dejar de justificar lo injustificable y el poner las responsabilidades de los actos en quienes corresponden, es decir en hombres, adultos, que cometieron un delito y que abusando de su investidura y de la confianza otorgada planificaron, manipularon, coaccionaron a sus víctimas y recibieron el amparo de su institución.
6) Esperamos que se reflexione en torno a estas situaciones lamentables que como sociedad hemos vivido y seguimos experimentando, que se denuncie y se proteja a tiempo a los niños y niñas que develan los abusos sufridos. Necesitamos y necesitan, las víctimas, que se dejen de buscar excusas que no hacen más que aumentar la falta, que no se las sindique como causantes de su propio dolor, que no se atribuyan a éstas los crímenes perpetrados y que a la lentitud con la que se ha actuado a lo largo de la historia no se le sume la negación o minimización de los hechos, como hemos sido testigos.
7) Finalmente nos comprometemos a seguir acompañando a las víctimas de violencia sexual en este difícil recorrido, a no dejar que la impunidad caiga sobre sus historias, a no permitir y a denunciar cualquier intento por tergiversar la verdad. Ellos y ellas nos han demostrado que la valentía y la dignidad, están de su lado.
Adhieren a esta carta:
Cynthia Sanhueza Cornejos. Trabajadora Social.
Jeannette Hernández Araneda. Trabajadora Social
Ernesto Morgado Santis. Psicólogo y Teólogo
Alejandra Marambio. Trabajadora Social
Pamela Figueroa Torres. Psicóloga
Claudia Chiguay Silva. Abogada
Martín Faunes, escritor y terapeuta de drogodependencia.
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El Ciudadano