El presidente de Bolivia, Luis Arce, enfrenta una creciente presión social mientras distintos sectores protagonizan una jornada de protestas en demanda de soluciones ante la aguda crisis económica que atraviesa el país, agravada por la escasez de combustible y una alarmante inflación.
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Este miércoles, el centro de La Paz quedó paralizado tras una multitudinaria movilización de mineros cooperativistas que se concentraron frente a los ministerios de Economía y Minería. Los manifestantes exigieron un suministro regular de combustibles, la ampliación de áreas de explotación y denunciaron el aumento en el precio de los explosivos, cuyo costo se ha duplicado recientemente.
La protesta minera se suma a una serie de manifestaciones que ha enfrentado Arce esta semana. El lunes, los maestros del sistema público salieron a las calles para exigir mayor presupuesto educativo. Mientras tanto, comerciantes, ganaderos y empresarios de Santa Cruz también se movilizaron bajo el lema “Contra el hambre y la pobreza”, entregando una carta con propuestas para reactivar la economía nacional.
La raíz del descontento se remonta a la escasez de dólares que afecta al país desde hace dos años, lo que ha impactado directamente en la importación de insumos y carburantes. En marzo, el gobierno admitió que no pudo abastecer completamente al país de diésel y gasolina, los cuales son subvencionados en más del 50% y cuya importación depende casi totalmente del Estado.
Pese a la magnitud de las protestas, el gobierno ha intentado restarles importancia, calificándolas de políticas. No obstante, ha convocado al sector minero a un diálogo. “Queremos pedir garantía para importar el material explosivo… es una necesidad para nosotros”, sostuvo Óscar Chavarría, dirigente de los mineros cooperativistas, que representan un sector clave en la economía boliviana.
La crisis también ha golpeado al bolsillo de los ciudadanos. Según expertos, la inflación acumulada en los primeros tres meses del año alcanzó el 5%, la cifra más alta en cuatro décadas. Las dificultades en la distribución de combustible han generado pérdidas en la cosecha agrícola y encarecido los alimentos básicos.
El Fondo Monetario Internacional prevé una inflación del 15,8% para Bolivia en 2025, una cifra preocupante para un país que durante años fue considerado uno de los más estables de Sudamérica, con bajo costo de vida y abundancia de recursos energéticos.
La situación plantea un serio desafío para el gobierno de Arce, que deberá encontrar respuestas urgentes a una ciudadanía cada vez más movilizada y afectada por el deterioro económico.
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