El pasado 15 de abril María Yanet Lecert pudo respirar un poco más tranquila. El Juzgado de Garantía de Valdivia en la Región de Los Ríos la sobreseyó luego de ser imputada por tráfico de drogas. Terminaba así la peor parte de una suerte de pesadilla kafkiana de la que jamás pensó que sería protagonista a sus 77 años por el solo hecho de cultivar dos plantas de marihuana.
Fue una conocida la que le contó que estaba tomando infusiones de cannabis para enfrentar la enfermedad que padecía, por lo que María decidió comprar algunas semillas, plantar y transformarse en usuaria medicinal. Sufre de osteoporosis y artritis. “Me duelen todos mis huesos, mis manos deformadas”, explica. Le crecieron dos plantas, las que puso en la ventana de su casa en Valdivia. “Yo dije: qué tan malas van a ser si son para remedios”, recuerda.
“HAY NOCHES EN QUE ME DAN LAS 5, 6 DE LA MAÑANA, SIN PODER DORMIR”
En las noches se preparaba agüitas con las hojas de sus plantas de cannabis. “Me relajaba, por lo menos ya dormía, porque hay noches en que me dan las 5, 6 de la mañana, sin poder dormir, porque me duele mucho el cuerpo”, cuenta.
Recuerda que un día probó fumándose un cigarrillo de marihuana, pero finalmente no le gustó.
Todo iba bien hasta que funcionarios de la Policía de Investigaciones (PDI) llegaron hasta su casa. Ingresaron a su hogar y le pidieron que les abriera la puerta del lugar donde tenía las plantas de marihuana. “Les abrí porque no tenía nada que esconder y les expliqué que eran para mi dolor”, relata María.
Los policías no le exhibieron ninguna orden emitida por un juez de Garantía, requisito para poder ingresar a su domicilio. Le dijeron que debían llevarse las plantas y le hicieron firmar una serie de documentos -“ya ni sé cuántas hojas”, recuerda-, entre ellos el acta de entrada y registro voluntario. Le adelantaron que le llegaría una citación desde la Fiscalía. María estaba sola en ese momento. Su hijo, bombero, llegó después, cuando los funcionarios de la PDI ya se habían llevado las plantas.
“Yo me asusté harto, pensé que me iba a desmayar”, rememora sobre ese momento la mujer de 77 años.
Evidenciando algo de dudas, apunta que los miembros de la PDI le dijeron que los vecinos habían reclamado y que por eso estaban ahí. “¿Pensarían que yo iba a traficar con dos plantas que tenía? Si una tendría 30 centímetros y la otra, pongámosle que tenía 50… De ese porte eran”, enfatiza.
“YO JAMÁS EN LA VIDA HABÍA IDO A UN TRIBUNAL”
El proceso judicial que vendría después fue peor que la visita policial. Fue todo un período de estrés para una anciana que nunca había tenido contacto con el sistema penal. “Cómo no me iba a preocupar si me citan a un tribunal, cuando yo jamás en la vida había ido a eso”, sostiene.
Afortunadamente, la Justicia acogió finalmente la solicitud de sobreseimiento definitivo de María Yanet demandada por el defensor penal Mauricio Obreque. “El Ministerio Público estaba pidiendo una condena por el delito de cultivo de cannabis (…) El Juzgado de Garantía de Valdivia sobreseyó definitivamente por entender que no había un delito en este caso, no había tráfico, puesto que no se vulneraba la salud pública -que es lo que protege la ley de tráfico de drogas-, porque la abuelita usaba eso con fines medicinales”, explicó entonces el abogado.
Desde Fundación Daya, en tanto, señalaron que casos como este son “ejemplos de las dificultades a las que se enfrentan los usuarios de cannabis medicinal, quienes a diario ven vulnerados sus derechos”.
Pero, por otra parte, la organización los considera igualmente como “una señal de avance, ya que son varios los jueces que han observado que en la práctica no se reconoce el derecho fundamental de presunción de inocencia, sino que se le exige a los imputados y sus defensas probar inocencia”.
Sin perjuicio del fallo en su favor, todo el proceso por el que debió atravesar la adulto mayor luego del ingreso de la PDI a su casa, dejó evidentes secuelas en ella.
“ME DA MIEDO QUE VENGAN OTRA VEZ”
Tras ser sobreseída, María decidió no volver a cultivar marihuana. Las dos plantas que tenía, por supuesto nunca regresaron a su hogar. “Yo con esto quedé traumada. Incluso me han dicho que lo haga en indoor, pero prefiero no hacerlo, porque me da miedo que vengan otra vez, y yo para andar metida en esas cosas soy una persona que tengo 77 años…”, reflexiona.
“Encuentro muy malo que se persiga a la gente cuando se usa para medicina. Porque donde venden no van, porque ahí son bravos. ¿Por qué no se meten donde realmente venden drogas? Ahí debieran ir, ahí los debieran perseguir, a los que trafican la otra droga, no ésta”, concluye María Yanet.
Crónica publicada en la edición n° 233 de la revista El Ciudadano.