La calle Valle del Monasterio, en La Dehesa, amaneció repleta de periodistas esta mañana. Hasta el departamento de Lucía Hiriart, ubicado en ese barrio exclusivo, llegó Guillermo de la Barra, ministro de la Corte de Apelaciones que solicitó la declaración de la viuda de Pinochet por presunta apropiación indebida de bienes raíces donados por el Estado a Cema Chile, la fundación que presidió desde la dictadura hasta 2016.
Dentro del departamento se encontraban varias personas, entre ellos Marco Antonio, el hijo menor del clan y el encargado de coordinar la declaración de la imputada, su madre. También estaba Pablo Rodríguez Grez, abogado de la viuda del dictador. No sorprende la aparición de este histórico militante de la derecha más dura en Chile, pues en 2005 salió a decir que perseguir por las vías legales a Hiriart “sería una persecución incalificable”.
El acto de usar su tribuna como personaje público para defender a un cliente no deja de ser sorpresivo en el medio de los abogados. Es una actitud que traspasa los límites de la ética profesional que se le puede exigir en este ámbito. Pero la historia de este personaje polémico nos indica que no estamos ante un abogado común y corriente.
El fin de la UP y su rol durante la dictadura
Rodríguez Grez tuvo un rol protagónico dentro del Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL), movimiento con acciones paramilitares que se encargó de sabotear el gobierno de la Unidad Popular. Quizás el hecho mayor en el que se vio relacionada esta organización se produjo a días de que asumiera Salvador Allende como presidente, cuando un grupo interceptó al general del ejército René Schneider y le dispararon a quemarropa, dándole muerte.
Dentro de este movimiento compartió filas con José Yuraszeck, a quien defendió años más tarde en uno de los juicios insignes que ha perdido en las cortes: el caso Chispas. A fines de junio de 1973 estuvo en la sublevación militar contra el gobierno protagonizada por el Regimiento Blindado Nº2, más conocido como el “Tanquetazo”, un enfrentamiento en el que murieron 22 personas. Hasta el 12 de septiembre, un día después del golpe, estuvo escondido en un refugio de la Fuerza Aérea ubicado en Catrico, cerca de Villarrica.
Luego, con la junta de gobierno al mando del país, se alejó del círculo íntimo de Pinochet. Claro: en esa época el dictador no necesitaba abogados. Lo que ocurrió fue que, entrada la dictadura, la ideología gremialista de los Chicago Boys, encabezados por Jaime Guzmán, primó por sobre la mirada de sociedad y de economía que tenía Rodríguez Grez.
Esta distancia no fue impedimento para que lo llamaran los cercanos de Pinochet para hacerse cargo de su defensa, luego de que lo detuvieran en Londres. Tampoco fue de impedimento, años antes, para defender a César Mendoza, ex director de Carabineros, por su participación en el Caso Degollados.
Para los confines de la dictadura, le propuso a Pinochet que se presentara a la elección y disputara el cargo de presidente con Patricio Aylwin. Ante el rechazo de éste, él mismo fue precandidato presidencial, en una candidatura que no se alcanzó a concretar.
El profesor
En septiembre de este año El Mercurio informó a través de una nota pequeña que Rodríguez Grez dejaba el decanato de la escuela de leyes de la Universidad del Desarrollo (UDD). Según fuentes relacionadas al establecimiento, el abogado no estaba de acuerdo con las nuevas políticas que buscaban homologar las dos sedes de la UDD, ubicadas en Concepción y Santiago.
Cuentan que no era muy adepto a seguir las órdenes de sus superiores. Punto aparte era la alta tasa de reprobación que tenían los alumnos de derecho que daban el examen de grado en las comisiones presididas por él. Casi el 80% de los que pasaban por ahí eran rechazados, cuentan.
En 1997 fue propuesto para el decanato de la escuela de leyes de la Universidad de Chile, pero algunos grupos de alumnos se tomaron la universidad y el fundador de Patria y Libertad se tuvo que retirar de la institución. Un artículo de La Nación Domingo relataba esta historia. En esta se contaba que el abogado tuvo que dejar atrás 35 años de trabajo en ese lugar, pasando a la educación privada.