Urgen caminos de paz como fruto de la justicia
Como hombres y mujeres de Iglesia que colaboran en territorio mapuche desean expresar su sentir ante una nueva escalada de violencia en el territorio. Aseguraron que su fe en Jesús liberador y en el Reino de justicia y de paz nos mueve a decir las siguientes palabras:
- “Nos sentimos profundamente afectados frente a lo que denominamos una presión creciente sobre el territorio mapuche que está produciendo violencia, falta de comunicación, desconfianza y polarización”.
- “Nos duelen y rechazamos los hechos de violencia que esta presión sobre el territorio ancestral mapuche está produciendo: militarización del territorio, persecución política judicial a muchos hombres y mujeres de comunidades, incendios a viviendas, personas heridas por “enfrentamientos”, niños y niñas afectados por este clima de conflicto, amedrentamientos y amenazas, así como lo que hemos visto últimamente la quema de templos cristianos”. Esto, según explican los religiosos, lo único que hace es polarizar más a la sociedad local y tensar más las relaciones, además de producir más desconfianza en la convivencia local y regional, lo cual no beneficia a nadie.
- “La sociedad nacional y local está cada vez más polarizada. Las miradas entre gobierno y comunidades está siendo cada vez más antagónicas. Las vías de comunicación son demasiado débiles, están agotadas o incluso cortadas”. Esta desconfianza, aseguran, se ha instalado también entre personas, grupos y en muchos casos entre comunidades.
- Esta mirada antagónica, en una lógica de enemigos, no construirá la paz, ni menos el derecho. No es una lógica cristiana ni tampoco democrática.
- Reconocen además, que la violencia de los innumerables atropellos a la nación mapuche. Pero estamos claros que la respuesta y la solución no es con más violencia, más incendios, más agresiones policiales y que ello sólo atrae más represión y víctimas, donde todos pierden. El tema es que repudian el hecho de criminalizar las demandas de un pueblo que busca recuperar sus derechos reconocidos por tratados internacionales no lleva a ninguna solución real.
“El país debe asumir el carácter político de las reivindicaciones del pueblo nación mapuche, reconociéndolo constitucionalmente y generando espacios reales que garanticen su participación en la toma de decisiones en los asuntos que le afectan y competen”.
- “Desde el despojo de sus tierras y de su autonomía política, la pobreza y la segregación social han herido gravemente a la nación mapuche. En las últimas décadas el daño creciente a la naturaleza y sus criaturas en el territorio ancestral, promovida por una elite empresarial que no se detiene en su afán de lucro, se han convertido en el campo de batalla contra un modelo económico que busca conquistar y colonizar los últimos espacios ancestrales del pueblo mapuche”.
- Saben que la inmensa mayoría de la nación mapuche, “cada vez más consciente de sus derechos”, no está por una solución violenta, pero tampoco acepta la dilación por décadas de sus derechos a la tierra, cultura y autodeterminación.
- El camino no es fácil, pero debemos intentar reconstruir las confianzas. Es cierto que cuando uno ha sido herido se hace más difícil hablar de cercanía, confianza, reconciliación, paz.
- Los religiosos creen que debe haber gestos fundamentales para cimentar esta confianza. Dos gestos fundamentales que desde el Estado pueden allanar los caminos para que “la palabra” venza a la violencia y sea camino de paz:
- a) Restitución: Urge concentrar el esfuerzo político del Estado en la restitución de las tierras despojadas y en devolverles su productividad sustentable para las comunidades que desde siempre han vivido de ellas y en ellas reivindican su identidad. Se gasta tanta energía y recursos en buscar culpables de acciones violentas, en vez de invertirlas en una vía factible y dialogada de restitución.
Habrá que presionar políticamente a las empresas a “entregar” o vender esas tierras. Esto implica mucha audacia, pues estas empresas tienen mucho poder, no solo económico, sino también político, pero no parecen ver el efecto de su codicia. Quizás volver a pensar en la expropiación, como último recurso, como se propone en “lnforme de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas”(pag-577) encomendado por el presidente Lagos (2003).
Esto serían pasos reales para un nuevo trato, afirman. Esta restitución debe ser expresión del perdón que pedimos a los pueblos indígenas y a todos los que han sufrido las consecuencias de la ocupación del territorio mapuche. “Necesitamos entender y decirnos a nosotros mismo que nos hemos equivocado; todos, Estado, empresas, sociedad civil, iglesias. Necesitamos pedir perdón por lo mal que lo hemos hecho al construir una sociedad que atropelló y continúa atropellando los derechos de los pueblos”.
- b) Reparación: La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a producir sus alimentos culturalmente adecuados de forma sostenible, es decir, su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto consiste por lo menos en destinar los mismos recursos que se han entregado al modelo forestal en un modelo agrícola sustentable. Reparar el daño en lo que sea posible genera nuevas posibilidades de convivencia, es un acto de justicia que trae la paz.
- Confiar es arriesgar. Se trata de confiar y esperar que el resultado sea satisfactorio para todos y no solo para unos pocos. Es creer que sin el otro, por muy distinto que sea, no se puede construir una sociedad fraterna.
Pedro Pablo Achondo SSCC, Rio Bueno
Javier Cardenas SSCC, La Unión
Juan Fuenzalida SJ, Tirua
Carlos Bresciani SJ, Tirua
David Soto SJ, Tirua
Oscar Gutierrez, Alto Biobio
Jaime Riquelme, Alto Biobio
Fernando Díaz svd, JUPIC Araucanía
Hernan Llancaleo, Coordinador Pastoral Mapuche Concepción
Palmira Alcamán, CC de Vedruna, Padre Las Casas