Salvador Allende, el ídolo derrocado de su pedestal de cobre

  “Yo no salgo vivo de aquí”, fue la sentencia lapidaria que enunció Salvador Allende emboscado en el palacio de la Moneda el 11 de Septiembre de 1973 cuando se produjo el golpe de estado que como predijo acabó con su vida


Autor: Leonel Retamal

 

“Yo no salgo vivo de aquí”, fue la sentencia lapidaria que enunció Salvador Allende emboscado en el palacio de la Moneda el 11 de Septiembre de 1973 cuando se produjo el golpe de estado que como predijo acabó con su vida. Se cumplen 40 años del momento en el que sus gafas negras de pasta se partieron en el bombardeo que el palacio presidencial sufrió para acabar con Allende y quebrar el mandato democrático que el pueblo de Chile le había concedido tres años antes.

Los recursos nacionales y Mosadeqh

En el siglo XX para salir vivo de unas elecciones democráticas era preceptivo no afectar a los intereses coloniales y empresariales de las grandes potencias. Algo por ejemplo que no acabó de entender Mohammed Mosadeqh, presidente de Irán. El presidente persa, elegido en 1951 fue derrocado el 19 de agosto 1953 por un golpe de estado promovido por la CIA y el MI6 en la denominada operación TPAJAX tras la nacionalización de la industria petrolífera británica por parte de Mossadeqh.

El control del petroleo estaba dominado por la compañía del petróleo anglo-persa (APOC) desde el año 1913. Las medidas de Mossadeqh devolviendo a control iraní la gestión de sus propios recursos no fueron bien vistas por el gobierno británico ni el de EEUU y derrocaron al presidente Iraní con un golpe que puso al frente del estado al Sha, Reza Pahlevi.

La caída de Allende estaba dictada desde que osó poner en cuestión el credo neoliberal de EEUU y occidente; La propiedad empresarial. Allende antepuso el derecho de los pueblos a gestionar sus recursos frente al poder corporativo de las grandes empresas.

Nacionalización del Cobre

Cuando en 1970 ganó las elecciones la Unidad Popular liderada por Salvador Allende, el control del cobre del país era de dos compañías extranjeras, la Anaconda Copper Mining y la Kennecott Copper. Según el propio Allende en una entrevista con una delegación de mineros canadienses ambas empresas con una inversión de 50 millones de dólares habían sacado del país más de 4.000 millones de dólares en medio siglo con una inversión mínima en el país. Esto se producía porque ambas empresas tenían dos filiales manufactureras por lo que no realizaban labores secundarias con el cobre extraído en Chile, había un mínimo retorno de inversión en Chile. Además, se produjo un brusco recorte en empleo a pesar de que la producción aumentaba de forma exponencial desde los años 50.

Una canción de Quilapayún evidenciaba el problema de los recursos chilenos, No era Chile quien bebía de su savía, no eran los mineros.

La situación mísera y precaria de los mineros chilenos de las empresas trasnacionales que operaban en el Norte Chico, región minera de Chile, era muy favorecedora para las mineras que tenían un coste laboral ocho veces menor en Chile que en EEUU a pesar de que la productividad de ambos era similar.

Salvador Allende se propuso acabar con los abusos de estas empresas mineras trasnacionales y, a pesar de una campaña furibunda de la derecha del país auspiciada y financiada por EEUU para instaurar el miedo, la nacionalización del cobre fue una realidad el 11 de Julio de 1971 con la promulgación de la Ley 15.740. “El cobre se pone poncho y espuelas” dijo Salvador Allende.

La CIA y EEUU contra Salvador Allende

Richard Nixon y Henry Kissinger no podían permitir este ataque contra la propiedad empresarial. Ambos ya habían conspirado contra Salvador Allende en 1970 en las elecciones, como se pudo comprobar tras la desclasificación del memorándum sobre Chile dirigido a Kissinger en diciembre de 1970. Para ello llegaron incluso a reunirse con Agustín Edwards, director del diario El Mercurio, para instaurar una campaña de bajo perfil contra Salvador Allende. Viendo que el plan no funcionó como debía y tras la nacionalización del Cobre, el plan de EEUU para acabar con Salvador Allende fue más allá. Lo denominaron Proyecto FUBELT.

Los documentos desclasificados el 11 de Septiembre de 1998 mostraron que Richard Nixon y el premio nobel de la Paz, Henry Kissinger, montaron un proyecto de operaciones encubiertas desde el año 1970 para derrocar a Salvador Allende por cualquier medio.

Un cable enviado el 15 de Octubre de 1970 por Thomas Karamessines, director adjunto de planificación de la CIA, al jefe de dicha organización en Santiago ordenaba que Salvador Allende debía ser derrocado mediante un golpe de Estado.

En agosto de 1973 un cable con una biografía del General Augusto Pinochet llegó a la base de operaciones de la CIA desde Chile. La operación de EEUU para derrocar a Salvador Allende finalizó con éxito el 11 de Septiembre de 1973, cuando los militares comandados por Augusto Pinochet dieron un golpe de estado que acabó con la democracia socialista de Salvador Allende Goosens.

Tras el golpe de estado y la instauración del régimen de Augusto Pinochet un informe remitido a la CIA por Patrick Ryan, oficial de inteligencia naval, relataba de manera positiva el curso del golpe de estado llegando a denominarlo “Nuestro día D”. No dejando ninguna duda de la implicación activa de EEUU en el golpe de estado que derrocó a Salvador Allende.

Desnacionalización del Cobre

Con la llegada al poder de Augusto Pinochet y su régimen de terror vinieron también unas políticas de tabula rasa de todas las medidas instauradas por el gobierno democrático de Salvador Allende. Cualquier medida que tuviera algún viso de socialismo, igualdad y justicia social, fue derogada.

La medida número 15 del programa con que la Unidad Popular se presentó a las elecciones incluía la entrega de medio litro de leche diario para cada niño en las escuelas. Esta medida fue eliminada por Pinochet cuando llegó al poder a imagen y semejanza de lo que hizo Margaret Thatcher en 1970 al suprimir la leche gratuita para los niños entre 7 y 11 años.

El colectivo de arte chileno CADA realizó una acción artística de protesta en 1979 criticando la supresión del suministro de leche por parte del régimen pinochetista. La obra llamada Para no morir de hambre en el arte tomaba la entrega de leche como elemento simbólico del hambre y la política en Chile.

Las medidas liberalizadoras, y desreguladoras de la política económica de Pinochet se dieron en todos los ámbitos, y por supuesto, también en el motor económico de Chile. La minería del Cobre.

En 1976 el general Augusto Pinochet unificó todas las empresas nacionalizadas que operaban en cada mina. La empresa resultante fue la Codelco-Chile. Posteriormente en 1981 se promulgó la ley orgánica constitucional de concesiones mineras, que de facto establecía la privatización ya que trasladó la gestión de las minas a empresas concesionarias en una figura denominada “concesión plena”.

Con la ley de 1981 el circulo se cerró y la propiedad de los recursos mineros de Chile volvió a las empresas trasnacionales en detrimento del pueblo chileno.

El pecado de Salvador Allende

Salvador Allende fue el primer marxista que consiguió el poder mediante unas elecciones democráticas, no precisó de la revolución para conseguir gobernar, y una vez gobernó quiso conseguir el poder mediante la revolución. Se enfrentó a empresas trasnacionales y corporaciones empresariales del bando capitalista en unos años en los que la guerra fría y el enfrentamiento entre bandos no tenía como prioridad el respeto a las reglas democráticas. Salvador Allende alcanzó el poder con las reglas que sólo un bando le interpuso, las aceptó y ganó. Pero no fue suficiente para que el arbitro que pone las reglas aceptara el resultado.

Allende fue derrocado por poner en cuestión el dogma capitalista, la propiedad empresarial es intocable. La expropiación y la nacionalización de los bienes de empresas e intereses de las grandes potencias no ha sido en el pasado ni es en el presente algo tolerado por los actores supranacionales.

Allende como Mossadeqh realizaron las políticas con las que concurrieron y ganaron sus elecciones. Equivocadas o acertadas tenían el legítimo sello de la democracia y la libertad. Ese respeto a la democracia y las libertades de sus adversarios quedó patente en la portada del Diario ABC el día posterior al golpe de estado en Chile. El texto que acompañaba la imagen de Salvador Allende con el titular “Cae Allende” es definitorio.

“Contra el caos creciente, contra la vía al socialismo que ha arruinado al pueblo chileno, contra la amenaza de una dictadura marxista, contra el desastre absoluto social, económico y político del país; En defensa de la paz, del orden, de la ley, de la libertad, de las conquistas sociales de los trabajadores, del dialogo y la convivencia normales se ha alzado el ejercito de Chile, columna vertebral de la nación y única posibilidad de salvación, hoy, para el entrañable país hermano, merecedor de mejor suerte. Ojalá que los militares, una vez cumplida su misión quirúrgica de urgencia, devuelvan a Chile al normal ejercicio de la democracia dentro de las líneas constitucionales de aquel Estado hispanoamericano”.


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