La revista El Teje, editada en la capital argentina y presentada como «el primer periódico travesti latinoamericano», se prepara para celebrar en noviembre los tres años de vida con el objetivo de «luchar contra la estigmatización de la identidad» del colectivo, según palabras de sus responsables.
Como rasgo de un país que el 22 de julio se convirtió en el primero de América Latina en consagrar el matrimonio igualitario, sin distinción de sexo, El Teje comparte junto a otras publicaciones argentinas un creciente espacio editorial y cibernético orientado al colectivo Gay, Lésbico, Bisexual, Travesti, Trans e Intersexual (GLBTTI).
«A Argentina no le falta ebullición para combatir los mensajes ficticios que manejan los grandes medios de comunicación», definió para IPS Marlene Wayar, directora de El Teje.
Ese mensaje de los medios masivos, por lo general estigmatizador y discriminatorio, también es deplorado ante IPS por Jordan Medeot, editor del sitio web Gaymente.com, basado en la central provincia de Córdoba, quien define a ese medio como un intento de llegar con una «mirada reflexiva, pero sin caer en la sofisticación ni en el simplismo».
El Teje distribuye gratuitamente 2.000 ejemplares por semestre, bajo la órbita del Centro Cultural Ricardo Rojas de la estatal Universidad Nacional de Buenos Aires, que capacita a las redactoras en un taller de escritura.
«A pulmón», indicó Wayar, «tratamos de que llegue a las casas, hoteles o villas (de emergencia, como se llaman en Argentina los barrio marginales) en las que viven las chicas». El plan a mediano plazo es que la revista arribe a los quioscos de venta con precio de tapa.
Además de El Teje, también se editan en Argentina, entre otros medios impresos referidos a la identidad GLBTTI, el suplemento semanal Soy, con el diario bonaerense Página 12, y la publicación Ají, «sobre los putos, los travestis comunes y corrientes, los marginales, que estamos buenos y andamos bien como somos».
Se suman otras revistas de corte más tradicional, dirigidas al público homosexual masculino, focalizadas hacia la pornografía, el erotismo, el culto al físico o tendencias de moda. Completan el panorama programas de radio, alguno de televisión, y varias decenas de páginas en Internet, del estilo de Gaymente.com, y otras con mirada comercial, como Cordobagay.net.
Wayar indicó que el objetivo de El Teje, desde una edición «muy cuidada, es ir contra la estigmatización que hay sobre la identidad travesti y la raigambre en la prostitución».
«Teje es una palabra ‘todoterreno’, que se puede referir a la droga, el dinero, el documento, el hombre, los genitales, la peluca, el diente o el maquillaje. Nació ante la necesidad de comunicarse en la cárcel sin que entiendan los guardias», explicó Wayar.
«De acuerdo al contexto, las interlocutoras van a saber de qué están hablando», agregó la periodista y psicóloga social.
A modo de ejemplo, el sumario del anteúltimo número incluye, entre otros artículos y muchas fotos coloridas, una entrevista a la estrella de películas de alto voltaje de la década del 60 Isabel «la Coca» Sarli y una nota sobre el argot «carrilche», que incluye el significado de unas 50 palabras del mundo travesti, escrita por Malva, de 86 años de edad y 66 como parte de la «minoría».
Se incluyen también fotos del «chongo (hombre) del mes» (un pintor), artículos de divulgación cultural, como uno sobre una virgen rosa fucsia de la que son devotas muchas chicas, columnas de opinión de confrontación con la Iglesia Católica, alertas médicas sobre el uso de siliconas y hormonas, y consejos sobre tetas postizas.
Sandra Sacayán, redactora estrella de El Teje, narró en la edición de noviembre la terrible historia de Johana Robledo, una «trava» que casi muere por torturas en una comisaría policial de San Justo, localidad en el este del conurbano de Buenos Aires.
El hostigamiento y la represión policiales, producto de legislaciones arcaicas o ambiguas, o simplemente de abuso, son una constante de las denuncias de travestis, que con frecuencia se ven forzadas a ejercer la prostitución como única salida laboral, inmersas en condiciones de vida marginales, lejos de su casa familiar. Muchas son inmigrantes internas o de países vecinos.
«Es un punto nodal de nuestra identidad. Nuestra realidad está muy atravesada por la violencia, que tiene que ver con nuestro cuerpo, con la familia que nos abandona a muy temprana edad, siendo niñas y forzadas a negociar la propia subsistencia con adultos, en contextos de mucho peligro, sobre todo en las villas de emergencia y las provincias», indicó la directora de El Teje.
En este punto, Wayar remarcó que el debate nacional en el marco de la discusión parlamentaria de la ley que posibilitó el matrimonio entre homosexuales demostró que sectores contrarios «casi con orgullo decían que era un proyecto de la Capital (Buenos Aires), que ellos tenían otros valores y costumbres, que son en realidad travestofóbicos, misóginos y machistas».
La meta de El Teje es que se «visibilicen» discriminaciones instaladas «desde siempre» en instituciones educativas.
Así como Wayar trata de pensar un medio que llegue tanto a «chicas de la camada vieja», conocedoras del ambiente urbano y, a veces, de sus derechos, como a «criaturas que recién llegan a las grandes ciudades», desde otro ámbito, Medeot procura que Gaymente atienda la realidad tanto de «los que van al boliche (centro nocturno) gay y no se involucran en los derechos humanos, como de los activistas políticos, que suelen ser dos mundos separados».
«Tratamos que cualquier cosa que hagamos, por más que sea la ‘cholulada’ (frivolidad) más grande, tenga un anclaje ideológico, que haga pensar a quien lee o ve un video colgado en Internet», resumió el periodista cordobés.
Medeot lamentó que, en los años 90, cuando muchas travestis accedieron por primera vez con asiduidad a las cámaras televisivas, aceptaron «el lugar que les otorgó la TV basura», y a combatir ese riesgo dedica parte de su actividad profesional.
Por Sebastián Lacunza
Fuente: ipsnoticias.net