“A la dictadura no se le derrotó con un lápiz y un papel» es lo que más quiere remarcar Tito Tricot en su libro recientemente publicado Un sociólogo en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Testimonio de un militante (CEIBO Ediciones). Es una historia íntima del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) de un militante que parte por aclarar que «mi testimonio no representa a nadie, no habla por nadie, no declama por nadie”.
Joven militante comunista, Tito Tricot para el golpe parte al exilio en Inglaterra, donde estudia sociología y un máster en Política Latinoamericana en la Universidad de Essex. Cuando el PC inicia su política de rebelión popular de masas se integra a FPMR. Primero hace de enlace en Argentina y luego entra clandestino a Chile. Esta es su historia:
Inicias el libro acusando el mito de la derrota de la dictadura con un lápiz y un papel ¿qué persigue invisibilizar ese mito?
– La clase política dominante, particularmente la Concertación, ha naturalizado la idea de que a la dictadura se la derrotó en las urnas, primero en el plebiscito de 1988 y, luego, en las elecciones presidenciales de 1989. Ellos han sobredimensionado dichos eventos, sin duda importantes, para ocultar el carácter pactado del proceso transicional.
¿Qué están ocultando?
– En la época era necesario convencer a los chilenos que no había otro camino y que la negociación con la dictadura era ineludible. Para lograr esto se han mitificado el plebiscito y el triunfo del NO, minimizándose toda la lucha previa. Es como si se hubiese congelado la historia, porque la negociación de la Concertación con los militares, la derecha civil y los Estados Unidos fue tan vergonzosa que había que esconderla de la mirada del pueblo chileno.
– Esta transacción ignominiosa era para mantener el modelo económico y político intacto, así como en la más absoluta impunidad los crímenes cometidos. Es lo que busca invisibilizar ese mito. Además, por supuesto, de proyectar la noción de que los verdaderos y únicos líderes de la lucha por la democracia eran los que ahora terminaban con la dictadura. Su discurso fue que los que estaban en contra de esta salida pactada, como algunos sectores de izquierda, estaban en contra de la restauración democrática. Así justificaron su rendición ante la derecha y las Fuerzas Armadas y buscaron satanizar al Frente Patriótico Manuel Rodríguez o a cualquiera que denunciara dicha negociación. La Concertación necesitaba, y todavía hoy 25 años después, de aquel mito para ocultar su vergüenza.
¿Cuál es la importancia de la lucha armada contra la dictadura de Pinochet?
– La lucha armada jugó un rol relevante para salir de la dictadura. En primer lugar, las acciones de autodefensa dificultaron la represión masiva que sufrió nuestro pueblo desde el golpe. También se demostró que se poseía la capacidad y la inteligencia para organizarse en el terreno paramilitar y militar, a pesar de todas las dificultades que ello implica, pasando de la auto-defensa a ciertos grados de control territorial, particularmente en poblaciones periféricas. Además, el accionar de organizaciones como el FPMR, las milicias rodriguistas y otras organizaciones, confluyeron en acciones de resistencia armada que fueron una etapa superior de confrontación con el enemigo.
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También entregó moral a una izquierda derrotada…
– Asimismo. Quedó en evidencia que el enemigo no era invencible, que a pesar de poseer ingentes recursos materiales, militares, organizativos, financieros, humanos, es decir todo el poder del Estado, podía ser enfrentado por el contra-poder del pueblo. Y lo fundamental en el ámbito de lo subjetivo, infundió fuerza, motivación, valor; generó solidaridad, identidad, compañerismo, hermandad, sentido de pertenencia, trazando un horizonte de futuro que para muchos se había prácticamente diluido producto del terror implantado por la dictadura. Sin la lucha armada todo hubiese sido distinto, todo hubiese sido peor. De eso no me cabe duda alguna.
¿Qué te parece el interés por la dictadura y las acciones del FPMR que ha explotado la televisión chilena en los últimos años?
– Los medios de comunicación y centenares de periodistas, excepto medios y comunicadores de oposición, fueron obsecuentes lacayos de la dictadura. Callaron crímenes atroces, los encubrieron, mintieron, censuraron o se autocensuraron. Fueron cobardes y pusilánimes, al igual que lo fue el poder judicial. Se hicieron voceros de la CNI y de otros organismos represivos, participando en montajes y en operaciones de guerra psicológica. Entonces, desde un tiempo a esta parte la televisión chilena se ha abierto a exhibir documentales y a utilizar terminología que antes estaba vetada o autocensurada –como dictadura o dictador– para de algún modo redimirse de conductas que, la verdad, son execrables e inmorales y, por lo mismo, nada ni nadie podrá jamás olvidar el rol funesto desempeñado por la televisión durante el periodo dictatorial.
Al mismo tiempo, también ha emergido una nueva generación de comunicadores que se han abocado a la tarea de investigar de manera seria, rigurosa y profesional la historia reciente de nuestro país. Son ellos, en conjunto con aquellos que por mucho tiempo vienen desde distintas esferas intentando haciéndose escuchar, los que han logrado posicionar otra voz, otra palabra, la historia no contada. Particularmente la historia de la resistencia armada. Este debe ser el único país del mundo dónde a los combatientes contra la dictadura se les acusa de terroristas o se esconde lo que hicieron por defender al pueblo, mientras a un asesino como Pinochet se le designa como senador vitalicio. El único país donde asesinos y torturadores caminan libres por las calles o son parlamentarios o ministros que apoyaron a la dictadura.
¿Y qué crees que aún falta por decir?
– ¡Mucho! Hoy se está hablando mucho de los Pactos de Silencio que existirían entre los militares para no denunciar a los violadores de los derechos humanos. Sin embargo, hay otro pacto de silencio del que no se habla: el sellado por la Concertación y la clase política dominante que ha sido cómplice de la impunidad que se ha entronizado en este país. ¿Cuántos militares han sido condenados y cumplen pena efectiva? ¿Cuántos civiles? ¿Por qué hay cárceles especiales y privilegios para criminales deleznables como ellos? ¿Por qué el gobierno decidió unilateralmente mantener en secreto la identidad de los criminales nombrados por sus víctimas en los testimonios entregados a la comisión Valech?
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¿Qué propones?
– Falta resignificar una política de la memoria histórica que desvictimice al pueblo chileno. Aquí hubo terror, sin duda. Hubo muerte, asesinatos y tortura, claro que sí, y eso nunca podrá olvidarse. Nadie debe olvidarlo jamás. Pero también hubo resistencia, lucha, coraje, valentía, entrega, consecuencia. El pueblo chileno, no fue sólo un pueblo-víctima, sino que también un pueblo combatiente y eso debe reivindicarse, eso debe contarse en las escuelas, en las universidades, en las poblaciones, en los barrios, en los medios de comunicación. En todas partes debe haber un monumento al pueblo combatiente. En las huellas de la memoria sobran lágrimas y faltan armas que hicieron posible que, precisamente hubiese menos lágrimas.
En el libro recuerdas a varios personajes que no tienen rostro en la historia ¿podrías contarnos más de personas como Tatiana Fariña?
– La historia siempre la escribe gente invisible, gigantes anónimos que nadie conoce, pero que con su generosidad y sacrificio hicieron posible que hoy estemos aquí. Tatiana representa y simboliza a todos y todas aquellas que resistieron a la dictadura en silencio y desde muy jóvenes. Ella ingresó a las Juventudes Comunistas en Concepción y estando aún en la enseñanza media participaba en los incipientes esfuerzos por recomponer el movimiento estudiantil en esa ciudad. El año 82 y 83 comienzan a crearse algunas unidades especiales de sabotaje y propaganda, y en cada uno de estos esfuerzos se incorporaba Tatiana a sus escasos 15 años. Cabe señalar que su personalidad dulce y su aparente fragilidad física, jamás fueron impedimento para levantar una barricada, generar el cadenazo al tendido eléctrico o efectuar delicadas tareas de exploración. Nada le quedaba grande, tampoco el trabajo académico en la universidad donde estudiaba sociología. Cuando comienza a estructurarse el Frente era casi natural que Tati ingresara al mismo y así fue, participando en acciones de sabotaje menor en Santiago. Lamentablemente, murió precisamente en una de tales acciones en mayo de 1985 al fallar aparentemente uno de los iniciadores electrónicos de la carga que estaba colocando. Así perdió la vida en combate la compañera “Katia” con apenas 19 años. Aguerrida y tierna, consecuente hasta el último suspiro, así fue Tatiana, tal como miles de rodriguistas sin rostros o encapuchados, porque el mostrar sus caras les podía significar la tortura y la muerte.
¿Podrías decirnos porqué la política llamada Guerra Patriótica Nacional definida por el FPMR en los fines de la dictadura la calificas como de un frente cíclope?
– La estrategia GPN adoptada por el Frente a fines de los años ochenta, en mi opinión, fue un error. El Frente se había destacado por su estrecha vinculación con el pueblo, por su trabajo territorial, porque sus combatientes y militantes eran chilenos y chilenas de a pie que vivían el día a día: trabajaban, estudiaban, pasaban hambre, estaban cesantes, iban a fiestas. En fin, hacían lo que realiza cualquier persona, porque el Frente era ellos y ellos eran el Frente. De esta manera se generó también una fuerte identidad de una parte significativa de la población con el FPMR por su audacia, creatividad y valentía. Y, sobre todo, porque los representaba. Sin embargo, a fines de los ochenta, las políticas entreguistas y claudicantes de los partidos democratacristiano y socialistas renovados, así como el triunfo de los sectores conservadores al interior de la dirección del Partido Comunista, comenzaron a hegemonizar al movimiento opositor y a imponer la idea que era mejor negociar con la dictadura que luchar contra ésta. Así se fueron generando las condiciones para organizar el plebiscito de octubre de 1988.
¿Y qué pasa al interior del Frente en aquella coyuntura?
– El Frente estaba convencido que habría fraude o, de perder, Pinochet jamás respetaría el resultado. De acuerdo a esta visión preparó sus unidades combativas para realizar acciones esa noche. Nada de esto acaeció: Pinochet perdió, ganó el NO y las unidades del Frente se quedaron sin operar. Entonces, la metáfora de un Frente Cíclope es para significar que, a pesar de que nuestro pueblo estaba cansado del terror, de la dictadura, de la violencia y había decidido optar por la vía negociada –aunque sin saber los términos de la negociación porque las cúpulas partidarias jamás se los comunicaron– el Frente adopta la estrategia de la GPN. El pueblo chileno no deseaba guerra y nosotros proponíamos guerra.
De ahí la metáfora del cíclope.
– El cíclope es un gigante y el Frente se había transformado en un gigante que ahora estaba alejando de la realidad, veía las cosas desde la distancia, a diferencia de antes cuando estaba estrechamente vinculado al pueblo. Y era un Frente cíclope, creo, porque veía la realidad política con un solo ojo, un ojo voluntarioso y pletórico de coraje, pero irreal a esas alturas. La lucha armada contra la dictadura fue legítima, necesaria y un derecho irrenunciable, pero después del plebiscito, cuando la mayoría de los chilenos había optado por la vía electoral -estuviéramos nosotros de acuerdo o no- carecía de sentido.
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El FPMR se preocupó de mostrar audacia en sus acciones ¿podrías contarnos más sobre la intervención en el Festival de Viña del Mar y porqué se volvió un objetivo para el FPMR?
– La dictadura utilizaba este evento para proyectar al mundo un aparente estado de calma social y estabilidad política en el país. Para ello desplegaba una gran cobertura nacional e internacional de televisión y prensa acreditada, obviamente de medios proclives a mostrar un Chile pujante en una sociedad supuestamente absorta por la felicidad. Por lo mismo el Festival y todo lo que representaba se consideraba como un objetivo político legítimo. Por su parte, el objetivo operativo consistió en detonar un auto con carga del tipo torta vietnamita accionada vía control remoto, ubicado en estacionamiento junto al Hotel O’Higgins en sector Marga-Marga, sin dejar heridos, como hacíamos las acciones del Frente.
Para poder ejecutar la operación era menester realizar tareas de exploración, es decir, recabar toda la información posible acerca del lugar. No era, por cierto simple, toda vez que la CNI controlaba la ciudad. Estudiando el acceso al hotel se aprecia que cada vehículo que solicita ingresar al estacionamiento aledaño al hotel, es rigurosamente revisado, tanto sus pasajeros como el vehículo propiamente tal. Sin embargo, se detecta un pequeño gran detalle: Carabineros no inspeccionaba los vehículos Mercedes Benz que llegan al hotel. Es más, se les facilita el acceso, incluso con actitud servil. Es el dato vital que nos permite construir la idea operativa: debíamos contar con un Mercedes Benz. Evidentemente que no fue fácil encontrar un automóvil de tales características, pero se localizó en una comuna de la zona una empresa de radio taxis que trabajaba con autos de esa marca, de color azul metálico. Ya teníamos el auto. Dos combatientes hacen uso del radio taxi, capturando al chofer y dejándolo en custodia por algunas horas en una quebrada de Viña. Para el rol de pasajeros se preparó a una pareja de combatientes (hombre y mujer) con tenidas adquiridas en un mercado persa del lugar….más una tintura en el pelo.
Se prepararon dos acciones distractoras, una en un cerro de Viña y la otra en un cerro de Valparaíso; se colocaron banderas del Frente en postes junto a una simulación de cargas. Al mismo tiempo, dos combatientes cubrieron la llegada del auto en puntos cercanos al acceso principal del hotel con subametralladoras y granadas. Y, finalmente, el jefe de la unidad operó a distancia una radio cassette adaptada para emitir una señal que accionó el mecanismo eléctrico en el automóvil, el que se conectaba al desempañador de la ventana trasera del auto.
El vehículo ingresó sin problemas, por el contrario, pensaron que eran personalidades del mundo artístico quienes arribaban en ese Mercedes. Una vez en el estacionamiento se dio aviso a las radios de la existencia del auto, lo que provocó un caos en todo el lugar y una especial vitrina propagandística para el Frente, tanto nacional como internacional. Y, por supuesto, la sorpresa para CNI y la dictadura que no podían creer o entender cómo el FPMR había penetrado el cerco de seguridad.
Si bien el atentado a Pinochet no consiguió su objetivo ¿consideras que sirvió para la salida de la dictadura?
– La emboscada al dictador es una de las acciones más audaces y heroicas efectuadas por un grupo de combatientes del Frente. Efectivamente no se logró el objetivo de ajusticiar a Pinochet, algo anhelado por muchos, no obstante, sí quedó en evidencia la vulnerabilidad de la dictadura la cual se consideraba a sí misma inexpugnable e invencible. Simultáneamente, develó la inmensa cobardía de los militares, comandos supuestamente altamente entrenados que, enfrentados a unidades arnadas del Frente, se paralogizaron y huyeron de miedo. O sea, aquellos soldados que no dudaron en torturar, violar, asesinar y desaparecer a gente indefensa, temblaron de terror cuando tuvieron que enfrentarse de igual a igual con combatientes armados. Además, a diferencia de los oficiales y soldados de las fuerzas armadas que mataron a hombres, mujeres y niños sin distinción, los hermanos del Frente, en un gesto de humanidad, les perdonaron la vida, a pesar de que los podrían haber matado a todos. Es decir, existía una forma ética de ejercer la violencia que tenia que ver con la autodefensa, con el derecho a la rebelion. Era una forma de expresion política y, como tal, pienso que el atentado a Pinochet, como muchas otras acciones, contribuyó, al desmoronamiento de la dictadura.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano
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