Trabajadoras frutícolas denuncian malas prácticas laborales, abusos y falta de seguridad tras muerte de temporero intoxicado

  La Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri), denunciaron en un comunicado público “las malas prácticas, los abusos y la falta de seguridad en las faenas que cada año arrebata las vidas de trabajadoras y trabajadores”

Trabajadoras frutícolas denuncian malas prácticas laborales, abusos y falta de seguridad tras muerte de temporero intoxicado

Autor: vanevargas

 

La Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri), denunciaron en un comunicado público “las malas prácticas, los abusos y la falta de seguridad en las faenas que cada año arrebata las vidas de trabajadoras y trabajadores”. Esto, luego de la muerte de un temporero del packing de fruta Los Nobles -ubicado en Codegua, Región de O’Higgins- durante la mañana del miércoles 18 de enero, producto de una emanación de amoniaco. El gas tóxico dejó a 122 trabajadores afectados y dos en estado de gravedad.

Según la dirigenta de Anamuri, Alicia Muñoz, a eso de las 9 de la mañana habían 160 trabajadores, unos en packing y otros en bodega, “cuando sintieron un mal olor, un olor pesado, algunos dicen que empezó a salir humo blanco, la gente empezó a toser, llamaron ambulancias, empezaron a evacuar a la gente y uno de ellos –Luis Eduardo Figueroa Lizana, de 20 años– quedó atrapado en los frigoríficos”, relató. Las cañerías de frío -decían los trabajadores- se habrían roto, lo que más tarde se confirmaría, pero desconociendo el motivo.

122 trabajadores fueron trasladados al Hospital de Graneros con lesiones de distinta consideración, y otras dos personas –María Soledad Muñoz Uribe y Juan Patricio Muñoz– fueron internados en el Hospital regional de Rancagua, en estado grave.

Sandra Trafilaf, miembra de Anamuri, dijo que el joven que murió no tenía los implementos de seguridades necesarios para estar en el frigorífico. “Él trabajaba en otra área y lo mandaron a la cámara para hacer otra pega”, y justo el día anterior -agregó- la empresa había realizado en 10 minutos una operación “Deyse” y una capacitación para los trabajadores. “Yo no sé si ellos sabían los fallos que tenía la empresa”, se preguntó.

YA EXISTÍAN DENUNCIAS PREVIAS

Tras el accidente, la ministra de Trabajo y Previsión Social, Evelyn Matthei, se trasladó hasta la comuna de Codegua, en la sexta región, para inspeccionar el lugar acompañada del Intendente Regional, Patricio Rey. Las causas exactas de la fuga del gas amoníaco -dijo la secretaria de Estado- las debe determinar Bomberos y luego la Fiscalía, y respaldó a la empresa asegurando que esta tiene solo dos reclamos, por lo que no tiene un mal historia laboral.

“Nos señalan que la empresa había hecho una operación de simulacro de accidente exitosa hace pocos días, y que también hace pocos días se habían renovado los equipos de presión de gases. Bomberos está investigando y establecerá por qué un sistema tan nuevo, habría fallado, provocando este accidente que lamentamos enormemente, sobre todo por la familia del trabajador fallecido”, aseguró.

La alcaldesa de Codegua, Ana María Silva, desmintió las palabras de Matthei, ya que -según ella- ya existían denuncias previas de incumplimiento laboral. “Los antecedentes que yo tengo son distintos -aseguró-, porque yo estuve en el año 2010 en el accidente químico que hubo precisamente con la misma empresa”, denunció la edil, quien agregó que el joven fallecido no tenía siquiera contrato, lo que para la secretaria de Estado no se trata de una ilegalidad puesto que -según sus palabras- “el joven fallecido llevaba dos días trabajando -cuando, según los trabajadores, llevaba cuatro-; no tenía contrato, pero estaba dentro del plazo legal, que son cinco días para escriturarlo”.

Por otro lado, la Secretaria Campesina y Pueblos Originarios de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), denunció en Radio Nuevo Mundo que Evelyn Matthei intentó “blanquear” las irregularidades de la empresa de packing Los Nobles. Declaraciones a las que se sumó el dirigente de la Federación Cordillera, José Manuel Díaz, quien aseguró que en la empresa no existía ningún tipo de plan de seguridad en los temas laborales, por lo que la ministra “fue solo al lugar de los hechos para respaldar la inoperancia del empresariado”.

 DESORGANIZACIÓN Y NEGLIGENCIA

Alicia Muñoz, de Anamuri, aseguró que los jefes “no quieren decir exactamente lo que pasó. Dicen que no hay ninguna versión oficial de parte de las autoridades y que ellos no tienen idea. Para ellos, solo se trató de una ‘histeria colectiva’”, declaró, argumento históricamente utilizado frente a este tipo de tragedias para justificar la desorganización empresarial.

Sandra Trafilaf, por su parte, dijo que tras del accidente ocurrido en la empresa estaba la Secretaría Regional Ministerial de Salud (Seremi) “y nadie quiso entregar ninguna información; es más, nos dijeron que teníamos que irnos. La empresa dijo que no estaban trabajando -el día del accidente- y vimos entrar a dos camiones con cerezas, y cuando hay fuga de amoniaco o cualquier otro gas las faenas se tienen que paralizar por 2 o 3 días para esperar la carencia, la etapa de espera en que se desintoxica el ambiente”, denunció.

Más tarde, el seremi de Salud, Michel Casson, aseveró que existen ciertas irregularidades en la empresa porque no era posible conocer la cantidad de gente expuesta debido a que no existe información fidedigna acerca de cuántas personas estaban en el turno, ya que -de acuerdo a lo corrobado por la directora regional de la Onemi, Alejandra Riquelme, no existía ningún registro de asistencia de las personas que trabajan en la empresa”.

ESTO NO ES NADA NUEVO

“¿Hasta cuándo las y los trabajadores le sumamos muertos a las grandes ganancias de las empresas frutícolas?” parte diciendo la declaración pública, aludiendo al hecho mencionado anteriormente y a otros casos más que han tenido desenlaces fatales.

El 3 de enero de 2008, en la provincia de Copiapó, se registró un caso similar: se reventó una manguera de la cámara de refrigeración del packing y la trabajadora agrícola Cecilia Ortíz Loaiza aspiró una emanación de amoníaco. Ortíz fue tratada en el Sapu de Tierra Amarilla en donde se le dio licencia médica, con diagnóstico de resfrío. Posteriormente y debido al agravamiento de su estado de salud, fue internada en el Hospital Regional, donde finalmente falleció el 23 de enero de ese mismo año.

Otro caso es el de Flor María Contreras, quien sufrió un accidente en Chocalán, en Melipilla, del que logró sobrevivir, pero quedó con el 50 por ciento de su cuerpo dañado. Los motivos también fueron similares: la mandaron a la cámara de frío y explotó una cañería, se quemó y terminó con severos daños en el aparato respiratorio -con solo un 30% de su capacidad-, riñones y articulaciones.

La muerte de Luis Figueroa, suma el tercer caso. “Como organización estamos con los familiares del joven… la gente está con mucho dolor, la próxima semana hablaremos nuevamente con ellos para ofrecerles toda nuestra ayuda organizacional”, aseguró Alicia Muñoz.

El comunicado publicado por la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, concluye que “este hecho abre las heridas de la madre de Cecilia y sus hijas, aumenta el dolor del drama que vive Flor María y a nosotras -las trabajadoras- nos llena de indignación y de impotencia la irresponsabilidad de quienes se lucran con el trabajo de las mujeres y hombres del pueblo”.

Y finalmente declara: “Todos estos accidentes podrían ser evitables si las empresas tuvieran la voluntad y conciencia de velar por la seguridad y el cuidado de la vida de sus trabajadores, pero el empresariado sigue ignorando y haciendo caso omiso de lo poco que resguarda la ley, continúan impidiendo la constitución de los sindicatos y reprimiendo a los trabajadores que pretenden ejercer sus legítimos derechos los que incluyen el velar por la seguridad y bienestar de los trabajadores”.

 

Por Esteban Acuña

El Ciudadano


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