Una transgénero salvadoreña, de la oleada de migrantes que recorré México hacia Estados Unidos, relató a la agencia BBC que en su travesía en búsqueda de una mejor vida, solo desea que le sean respetados sus derechos humanos y, sobre todo, el derecho a la vida.
La historias fue narrada por Loli, una mujer transexual de 26 años, quien enseña su muñeca: tiene una cicatriz que le hizo un hombre con un machete en un restaurante. En su pierna tiene otra marca del ataque de un desconocido perpetrado «simplemente por homofobia», dice.
La mujer indicó que tiene suerte de estar viva. «En Centroamérica ser gay o transexual es casi como tener una sentencia a muerte«, cuenta.
“Aquí no nos quieren. Nos lanzaron piedras”, contó una vez que los miles de migrantes llegaron a Tijuana, desde donde pedirán asilo en EE. UU.
La joven se encuentra traumatizada ya que hace apenas cinco meses mataron a su amiga, una mujer transexual de 22 años. «Le amarraron una soga al cuello y la tiraron del puente», narró, mientras mostró las fotos de su amiga y de su funeral.
«No he dejado de llorar por ella. La extraño mucho. Sé que no se lo merecía, ella no hacía nada malo a nadie. Era mesera y muy trabajadora. Solo que a algunas personas no les pareció que fuera transexual y la mataron«, dice, todavía consternada.
Dicho crimen hizo que Loli se decidiera a dejar El Salvador en una diáspora que salió de San Pedro Sula, en Honduras, en búsqueda de una mejor vida en Estados Unidos.
Ahora, se encuentra refugiada en un lugar secreto del norte de México, esperando pedir asilo en Estados Unidos, y es una de las 45 personas del colectivo LGBTI, principalmente gais y transexuales, que caminaron con otros miles.
Durante el trayecto a México, también sufrieron acoso de algunos de sus paisanos migrantes, quienes les gritaban cosas e incluso les aventaban basura.
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