Summer Gregg ha dicho a The Mirror que pensó que iba a morir, luego de que tres «amigos» se convirtieran en sádicos atacantes que la agredieron con un trozo de madera y cadenas de metal. Orinaron sobre ella, la obligaron a actuar como un perro, y se vio obligada a escuchar cómo la iban a asesinar y se iban a conseguir una van, para deshacerse del cuerpo, que dejarían abandonado en un sitio eriazo o en un río para que nadie pudiera encontrarla.
La niña señaló que estaba tan desesperada que consideró la posibilidad d saltar de una ventana, a pesar de saber que estaba en un octavo piso, para terminar con el calvario que estaba pasando a manos de sus captores.
Los chicos que torturaron a Gregg fueron identificados como Amy Gaines, de 21 años, de la localidad de Denaby y James Canning de 20 años, quien vivía en Askern, Doncaster. Ambos fueron condenados a cinco años en una Institución de delincuentes juveniles. La tercera persona involucrada fue Jay Blades, de 20 años, también de Doncaster, quien fue condenado a cuatro años y medio.
James Canning filmó todo el proceso de tortura y señaló que fue su «deseo de cumpleaños».
La corte de Sheffield Crown dio a conocer que todo comenzó cuando Summer Gregg volvía de la casa de su novio a las 2 de la mañana y decidió pasar la noche en casa de unos «amigos» ya que era muy tarde para llegar a la casa de sus padres. En el lugar, los tres chicos comenzaron a molestarla, diciéndole que su novio la engañaba. Gregg por su parte, no creyó en lo que le decían y respondió haciendo un comentario desagradable en el que cuestionaba el actuar de Amy como madre. Ahí comenzó una discusión, por la que Summer decidió que ya era hora de irse del lugar; sin embargo, Gaines no la dejó salir, la empujó contra la pared y comenzó a golpearla.
En ese momento Summer Gregg trató de llamar a su novio en busca de ayuda, sin embargo, el grupo rompió su teléfono y llevó a cabo el horrendo ataque .
Algunas de las declaraciones más desgarradoras de Gregg, sobre el terrible episodio vivido, fueron las siguientes
Ellos me estaban pateando, golpeando y gritandome cosas. En un momento Jay tenía una de esas cadenas de moto y empezó a golpearme con ella«
Jay empezó a hacer movimientos de artes marciales y dijo que había sido su deseo de cumpleaños.»
No se me permitió sentarme en el sofá porque dijeron que no querían coger ni tocar nada de mí y me dijeron que me pusiera a cuatro patas y que actuara como la perra que soy.
James comenzó mear en mi cuerpo y mi cabello.
Mi ojo estaba todo hinchado porque me habían dado puñetazos, y a pesar de que estaba en malas condiciones, comenzaron a meter chorros de jugo de limón en él. El momento más aterrador fue cuando oí hablar de que querían matarme.
Estaban hablando de matarme y luego conseguir una furgoneta y abandonarla con mi cuerpo en ella en el medio de la nada o tal vez conducir al río, donde nadie nunca me iba a encontrar.
La odisea de pesadilla llegó a su fin cuando un cuarto amigo fue convocado a esta macabra reunión. A Gregg le dijeron que iba a asistir a la propiedad para «acabar con ella», sin embargo, el chico, al llegar al lugar y ver en las condiciones que se encontraba la víctima, decidió llamar a una ambulancia.
El trío de delincuentes siguió a la víctima al hospital, después de haber instruido a la niña para que le dijera a la policía que había sido atacada en la calle.
Afortunadamente fueron escuchados por un trabajador del hospital, mientras discutían la necesidad de eliminar sus videos y fotos de la noche.
En un principio se negaron a asumir los cargos de detención ilegal y las heridas que le propinaron a Summer Gregg; sin embargo, luego de ser detenidos, admitieron el delito.
Es impresionante ver que aún somos capaces de presenciar casos como este. Lamentablemente en Chile no estamos exentos de casos similares. Basta recordar el caso de Daniel Zamudio quien sufrió terribles torturas a razón de su condición sexual y no sobrevivió para contarlo. Este ataque, lamentablemente también tiene tintes de género que debieran ser considerados y que pudieron haber terminado en un femicidio. Afortunadamente el cuarto participante tuvo la cordura de llevar a la niña al hospital, lo que permitió que el crimen no se perpetrara por completo.
No deja de llamar la atención de la juventud de los atacantes, pues nos habla a las generaciones anteriores de un fracaso en la concientización del respeto a la vida, al género, a la no violencia.
Queda mucho por hacer.