El Decimotercer Juzgado Civil de Santiago condenó al fisco a pagar una indemnización total de $180.000.000 por concepto de daño moral, a 4 víctimas de detenciones ilegales y torturados por agentes del Estado durante la dictadura de Augusto Pinochet. Uno de ellos «fue obligado a comer su propio excremento».
En el fallo (causa rol 9.370-2024), la magistrada María Eugenia Silva Pacheco rechazó las excepciones de cosa juzgada, reparación integral y prescripción deducidas por el fisco, tras establecer que los demandantes fueron víctimas de crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles tanto en sede penal como civil.
“Que, establecida la responsabilidad del Estado, procede ahora determinar la existencia de los daños que reclaman los actores, y que hace consistir en daño moral”, planteó la jueza en el fallo.
Estado deberá indemnizar a 4 víctimas de la dictadura
De acuerdo con el dictamen, el fisco deberá pagar cada una de las cuatro víctimas, que responden a las iniciales E.P.E.L., N.E.F. P., J.L.F. y L.O.R.V., la suma de $45.000.000, que «resulta acorde con la gravedad de los hechos acreditados», tras haber sido sometidos a detenciones ilegales y torturas perpetradas por agentes del Estado en diversos periodos, entre 1973 y 1985.
Según la sentencia del Decimotercer Juzgado Civil de Santiago, fue detenido en horas del mediodía del 12 de septiembre del año 1973 en una empresa metalúrgica “Metal Mecánica” que quedaba detrás de la empresa Luchetti, lugar al que llegó con la finalidad de esconderse de la autoridad.
Junto con los ocupantes fue golpeado y a fuerza de culatazos obligado a abandonar la empresa para formarse en cuadrillas en la calle, donde presenció el fusilamiento de una persona en la vereda de enfrente, «hecho que hasta el día de hoy no puede borrar de su memoria».
Acto seguido fue trasaladado al Estadio de Chile y el 13 de septiembre, luego de ser agredido como todos los presos políticos, a quienes se les obligaba a pasar el “callejón oscuro” que era una formación de 2 filas de militares que golpeaban a todos quienes pasaran entre ellos, decidió presentarse como funcionario de la Policía de Investigaciones al militar a cargo. Luego de que se confirmara esta información, ese mismo día fue llelvado a un cuartel de investigaciones, donde fue amarrado a una silla con esposas y sometido a constantes interrogatorios de la policía política, esto, hasta el 20 de septiembre de 1973, cuando fue llevado a la Cárcel Pública de Santiago.
En ese recinto fue obligado a permanecer “incomunicado” por 15 días en los que recibió constantes agresiones y amenazas por parte de sus captores, «sobreviviendo con una comida que apenas era digerible».
Permaneció en la cárcel hasta junio del año 1974 cuando fue trasladado a la Cárcel Anexo Capuchinos, lugar en el cual permaneció hasta el 26 de mayo del año 1.976, fecha en la que recuperó su libertad por haberse acogido al Decreto N°504 dictado el año 1.975 y que permitía conmutar el resto de su pena por extrañamiento. El 26 de mayo de 1.976 debió partir a Canadá.
Por su parte, N.E.F. P. fue detenido en varias oportunidades entre el año 1.984 y 1.985; debido a su militancia en el Partido Comunista y luego en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. De acuerdo con la sentencia, «fue una persona buscada por la autoridad de la época, concretándose varias detenciones que en ocasiones duraban un par de horas o en oportunidades lo obligaban a pasar algunas noches privado de libertad en calabozos de Cuarteles de Investigaciones o en Retenes o Comisarías de Carabineros».
«Fue detenido en total en al menos 10 oportunidades por un par de horas cada vez, siendo recurrentemente agredido o humillado cada vez que era privado de libertad por agentes de Estado. Así las cosas, completó más de 12 detenciones entre los años 1984 y 1985. Atendida la agobiante sensación de persecución que sufría decidió escapar a Argentina, radicándose en dicho país entre los años 1986 y 1989», indicó la resolución.
Según la sentencia, J.L.F. fue detenido el 6 de octubre de 1.973 mientras se encontraba en su trabajo en el Hospital de Osorno, donde se desempeñaba como jefe del área administrativa. Los agentes del Estdo lo trasladaron a la fuerza a la Cárcel Pública de Osorno donde al ingresar quedó en calidad de “incomunicado”, debiendo permanecer en una pequeña y húmeda celda aislado de la población penal y de los presos políticos que ya se encontraban en dicho centro de detención. Al día siguiente fue conducido al subterráneo del Hospital Base de Osorno, «que en ese entonces estaba en construcción, siendo obligado a caminar hasta el subterráneo del lugar ya que allí funcionaba una sala de tortura, y donde efectivamente fue torturado».
Luego de permanecer una semana en la Cárcel de Osorno, fue trasladado a la empresa de cocinas FELCO, en la que se habilitó un galpón especialmente para torturar presos, donde fue agredido a diario. «Fue tanto el daño que tuvo que cuando apenas podía articular palabra luego de ser golpeado con un fusil en el rostro se dio por vencido, pidiendo a su torturador ser ejecutado, petición a la que su torturador
contestó “hay que fusilar a este weon mañana”», indicó la resolución del tribunal.
Transcurridas dos semanas de permanecer en la empresa FELCO, fue trasladado al campo de concentración denominado Estadio Español, lugar en el que permaneció privado de libertad hasta el 8 de diciembre de 1973, fecha en la que luego de permanecer en total 2 meses privado de libertad se le informó que podía abandonar el lugar.
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«Obligado a comer su propio excremento»
Por su parte, L.O.R.V., fue fue detenidoel día 7 de noviembre de 1973 en la empresa metalúrgica española INDUMET ubicada en la comuna de San Miguel, lugar en donde se desempeñaba como tornero mecánico.
Luego de su detención, fue ingresado al Retén de Carabineros, ubicado en el sector de Bellavista donde pasó 2 noches, siendo trasladado por un militar el 10 de noviembre a la Cárcel de Santiago.
Según la sentencia, durante su estadía en el Retén de Carabineros, L.O.R.V., «fue sometido a humillantes y graves torturas ya que además de ser golpeado con golpes de pies y puños, fue obligado a defecar en sus pantalones y a comer su propio excremento, lo que lo mantuvo vomitando gran parte de los 3 días que pasó por aquel lugar».
Una vez que ingresó a la Cárcel de Santiago fue obligado a permanecer incomunicado en una celda en la que apenas cabía una especie de cama hecha de paja y en la que no podía ver la luz del sol.
«Mientras estuvo en esta celda un Mayor de apellido Pozo le hacía visitas cada mañana propinándole puñetazos en los oídos y puntapiés en cualquier parte del cuerpo. Fueron tantas las golpizas recibidas que antes de sacarlo de la celda de incomunicado para transferirlo a la de presos políticos tuvieron que llevarlo a enfermería, ya que apenas podía caminar y no soportaba el dolor en la cabeza, en la espalda y en los testículos, lugares donde recibió más golpes del Mayor Pozo», reveló el dictamen.
El 12 de julio de 1974, L.O.R.V. recuperó su liberta y ese mismo año emigró hacia Argentina y luego a Canadá, junto a su esposa e hijos.
En 2019 volvió a radicarse en Chile, dejando a sus hijos en la nación norteamericana.