Las políticas soberanas que ejecuta el Estado Plurinacional de Bolivia consolidan a esta nación de los andes suramericanos, como uno de los países más pujantes del continente al presentar cifras vigorosas con respecto a su crecimiento económico sostenido por más de 10 años, que además es acompañado por una baja tasa de desempleo.
Durante la última década, Bolivia ha sido el país que mejores datos de crecimiento ha presentado en América del Sur e incluso en el mundo; al lograr un promedio anual de 5% en el desarrollo de su Producto Interno Bruto (PIB) según indicadores del propio Fondo Monetario Internacional (FMI), instancia que aplica recetas neoliberales que difieren y se alejan totalmente del modelo boliviano.
Ya para octubre de 2017 diversas publicaciones en medios de comunicación globales, como es el caso de BBC Mundo, dedicaron espacios para analizar el positivo desarrollo de la economía boliviana, que ha visto su mejor desenvolvimiento durante la Revolución Democrática Cultura que ha liderado desde el 2005 el Presidente Evo Morales en compañía de organizaciones sindicales y centrales agrarias, indígenas y campesinas.
El modelo boliviano ha logrado este impacto positivo en su economía, porque ha sabido aprovechar los excedentes que generó el desarrollo de materias primas y la nacionalización de los hidrocarburos en 2006, hecho que le permitió ahorrar al Estado unos 19.300 millones de dólares y pasar de unas reservas internacionales de 700 millones de dólares a más de 20.000 millones.
Por ejemplo, los indicadores más recientes de este crecimiento se evidencian en el incremento anual de del PIB, que por ejemplo desde 2014 llegó a 5,5%; luego en 2015 volvió a crecer 4,9%, en 2016 subió 4,3%; y según estimaciones del FMI este promedio anual superior a los cuatro puntos se mantendrá durante este 2018.
Esta realidad boliviana, que sostiene un programa político económico socialista, demuestra que cuando un país no es bloqueado ni perseguido puede ser una nación vigorosa y pujante; hecho que contrasta con la Revolución Bolivariana en Venezuela, país que sufre con mayor intensidad desde hace unos cinco años, un sabotaje multiforme contra su economía que involucra abastecimiento inducido, sobreprecios, acaparamiento y un férreo bloqueo económico y financiero que le ha sido impuesto de manera ilegal por el gobierno de Estados Unidos, la Unión Europea y algunos países del continente americano que están alineados en boicotear a Venezuela.
Es así como entonces Bolivia se posiciona como una de las economías más estables en la región, lo que le ha permitido mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos quienes ahora cuentan con mejores y mayores posibilidades de emanciparse al registrarse una importante reducción de la pobreza.
Por encima de Estados Unidos
Bolivia además es el país que más ha crecido en América del Sur, con un promedio de 5% en la última década. En una entrevista realizada por la BBC a Verónica Alaimo, especialista senior de la División de Mercados Laborales del Banco de Interamericano de Desarrollo (BID), se explica que la nación andina cuenta además con el mejor desempeño para los países latinoamericanos en el mercado laboral.
Es tan notable el desempeño boliviano, que incluso su crecimiento es muy superior al de Estados Unidos que apenas creció 1,5% durante el mismo periodo; y sobrepasa al de Latinoamérica en general que sufrió una contracción de 0,9%.
Además, Bolivia se ubica como el tercer país latinoamericano con menos desempleo, con un indicador de 3,3%; sólo superada por Guatemala (2,2%) y México (3,2).
«Bolivia se encuentra por encima del promedio regional tanto en participación laboral como en empleo; y se encuentra muy cerca del promedio regional en el indicador de salarios suficientes para salir de la pobreza», explica Alaimo a la BBC.
Por ejemplo, el Sistema de Indicadores de Mercado Laboral y Seguridad Social (SIMS) del BID, muestra una realidad tajante que demuestra como el modelo boliviano presenta mejores cifras que países con gobiernos de corte neoliberal y capitalistas como Chile, Costa Rica, Uruguay, Argentina, Colombia y Brasil, que presentan cifras que duplican a la boliviana.
Por ejemplo, la tasa de desempleo en Chile se encuentra -según el SIMS- en la posición número 13 de los países latinoamericanos con 7,7%; luego aparece Costa Rica con 8%; Uruguay con 8,1%; Argentina 8,2%; Colombia con 9,4% y Brasil con 9,8%.
Otros aciertos que le han permitido crecer a Bolivia ha sido la diversificación de sus exportaciones, pues no sólo cuentan con los hidrocarburos sino también con gas natural que suministran a Brasil y Argentina, sino también la venta de soya, estaño, diesel, entre otros rubros.
Además, también destaca la implementación de políticas inclusivas que han permitido reformar el viejo modelo neoliberal que ostentaba el país, cambios que han sido liderados desde la llegada de Evo Morales a la Presidencia.
Un análisis de Nicole Laframboise, publicado en el blog del FMI «Diálogo a Fondo» y destacado por la BBC, señala que otro factor importante ha sido la caída en la dolarización (la utilización de dólares en vez de la moneda local) desde hace más de una década.
«Esto ha ayudado ha mejorar la efectividad de la política monetaria, ha contribuido a la estabilidad del sector financiero y ha permitido que más bolivianos tengan acceso al crédito y a los servicios financieros», acota el informe de Laframboise.
Estabilidad política: Impacto positivo
La estabilidad política y social también es un aliciente que ha contribuido al crecimiento económico boliviano.
Por ejemplo, entre 2001 y 2005 el pueblo boliviano fue víctima de un clima político muy inestable, fundamentado por la profunda injerencia del gobierno de Estados Unidos, que contribuyó a una alta polarización de la sociedad y un nivel de conflictividad muy alto, que además quedó marcado por el paso de cinco mandatarios que entraron y salieron en ese breve periodo.
Según datos del FMI, desde que el clima político se estabilizó en Bolivia, el país presentó desde 2004 hasta 2015, por ejemplo, una baja en la pobreza al pasar de 63% a 39%; además mejoró la distribución del ingreso percápita y dejó de ser el país más desigual de Suramérica.