En 1979 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a las islas Galápagos como Patrimonio Natural de la Humanidad, y seis años más tarde extendería esa declaración a Reserva de la Biosfera del planeta
Las Galápagos son un archipiélago del océano Pacífico ubicado a unos 1.000 kilómetros (km) de las costas de Ecuador, formado por más de un centenar de islas, islotes y formaciones rocosas, incluidas 13 islas mayores, seis islas menores y 42 islotes, que cubren una superficie total de 7.850 km en un ecosistema único en el mundo que ha sido ampliamente certificado por biólogos, entre ellos, Charles Darwin.
Darwin visitó Galápagos en uno de sus míticos viajes del siglo XIX a bordo del Beagle y fue uno de los lugares que más lo ayudó a formular sus conocidas teorías sobre la evolución de las especies, debido a que el archipiélago es hogar de un conjunto de criaturas raras, que van desde tortugas gigantes, iguanas y hasta un tipo de león marino o cormoranes no voladores que no se han visto en otras partes del mundo.
Sin embargo, desde hace varios años, el equilibrio del ecosistema de Galápagos se encuentra en riesgo debido a la mano del hombre, que ha introducido en ese especial territorio una serie de especies que no existían, entre ellas: moras, hormigas de fuego y cabras; que junto a la alta actividad turística y actividades frecuentes del hombre han puesto en riesgo la vida de la flora y fauna del lugar.
Pero más allá de hacer algo por preservar el ecosistema de Galápagos, el Gobierno de Ecuador -encabezado por el ultraconservador Lenín Moreno-, pareciera hacer todo lo contrario, pues en el proceso de entrega de su soberanía a Estados Unidos que realiza su régimen, ahora las islas Galápagos están a punto de convertirse en una base militar estadounidense, que el propio ministro de Defensa ecuatoriano, Oswaldo Jarrín, ha calificado de “nuestro portaviones natural”.
“Lucha contra el narcotráfico”, el argumento de Moreno
Desde que Moreno asumió la Presidencia, puesto al que llegó gracias al impulso y apoyo del expresidente Rafael Correa, a quien terminó traicionando y persiguiendo judicialmente luego de pactar con los sectores conservadores de la ultraderecha que históricamente llevaron a la miseria y la extrema pobreza a Ecuador, antes de la Revolución Ciudadana; su gobierno se ha convertido en uno de los más complacientes a los dictámenes e intereses de Washington.
Moreno ha logrado, por ejemplo, dar un golpe para la casi total destrucción de la Unión de Naciones Suramericana (Unasur), a la cual le arrebató su sede fundacional y operativa, así como también ha incentivado la división de la unidad latinoamericana -proceso al que apuesta la Casa Blanca para recuperar su hegemonía en el continente- y ha comenzado a entregar la soberanía del territorio ecuatoriano a Estados Unidos, un proceso que frenó Correa, quien incluso logró erradicar la presencia de tropas militares estadounidenses en su país, cuando fue cerrada la base de Manta en 2009.
Aquella decisión de Correa se fundamentó en la no renovación del acuerdo firmado en 1999 por el entonces presidente ecuatoriano, Jamil Mahuad, quien le concedió a los norteamericanos el control de unas instalaciones aéreas en Manta, región ubicada al noreste del litoral del Pacífico de la nación meridional, para -supuestamente- “luchar contra el narcotráfico y el flujo ilegal de migrantes”.
Tras asumir la presidencia en 2007, Correa anunció que la base de Manta sería cerrada porque atentaba contra la soberanía de Ecuador. La postura de Correa fue ratificada cuando se introdujo en la Constitución de la República, aprobada en 2008, la prohibición de bases militares extranjeras.
Ahora, 10 años después, el régimen de Moreno rompe con un mandato constitucional al permitir la presencia militar extranjera en territorio ecuatoriano, luego de que en 2018 decidiera reanudar “las buenas relaciones” de Ecuador con Estados Unidos y la “cooperación militar” entre Quito y Washington, amparada en una estrategia para “luchar contra el narcotráfico” y “la excesiva entrada de inmigrantes ilegales” al país andino.
El artículo 5 de la Carta Magna de Ecuador de 2008 indica: “No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares. Se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras”.
Poco le importó a Moreno ese mandamiento, pues permitió que en el marco de “esta nueva cooperación”, un avión de reconocimiento estadounidense modelo P3 Orión patrullara sobre aguas ecuatorianas entre el 6 y el 11 de septiembre de 2018.
En ese momento, la permisividad de Moreno indignó a la ciudadanía ecuatoriana y desde entonces temen que ese haya sido el primer paso para ceder la soberanía a la fuerza militar estadounidense, algo que insiste en negar el gobierno de Moreno y sus voceros.
Galápagos: el «portaviones natural» de Jarrín
A finales de mayo, el ministro Oswaldo Jarrín anunció que EE. UU. se ocupará de la ampliación del aeropuerto de la isla de San Cristóbal, uno de los territorios que integran el archipiélago de Galápagos, para usarlo en los operativos militares de los aviones de vigilancia P3 Orion y Awak.
Para ese momento, Jarrín dijo que el lugar referido -dada su estratégica posición geográfica- se utilizará como parte de un acuerdo bilateral “de cooperación en materia de narcotráfico y seguridad marítima”.
“Yo he mencionado que las islas Galápagos son para Ecuador como nuestro portaviones, son nuestro portaviones natural, porque nos asegura permanencia, reabastecimiento, facilidades de interceptación y están a 1.000 kilómetros de nuestras costas», dijo Jarrín.
Estas declaraciones generaron controversia en el país andino, sobre todo por el tema ambiental, aunque luego trascendió al político.
Por ejemplo, grupos ambientalistas denunciaron que la ampliación del aeropuerto podría tener un impacto negativo sobre las especies que habitan las islas. De la misma forma, grupos políticos que adversan a Moreno luego de su traición a la Revolución Ciudadana sostienen que la decisión es inconstitucional y busca convertir a las Galápagos en una «base militar de Estados Unidos».
«Galápagos NO (sic) es un ‘portaaviones’ para uso gringo. Es una provincia ecuatoriana, patrimonio de la humanidad, suelo patrio», escribió en su Twitter el expresidente Correa.
De igual forma, la congresista por Galápagos, Brenda Flor, recordó el impacto negativo que tuvo el uso de una de las islas por tropas estadounidenses como base militar durante la II Guerra Mundial, un antecedente que deja claro la necesidad de negar que el archipiélago sea convertido en un portaviones.
«Por ninguna razón se puede considerar a Galápagos como un portaaviones natural, ya que esa no es su característica intrínseca. Galápagos nació desde la naturaleza como un laboratorio vivo y único que debemos proteger«, dijo la asambleísta.
Las “buenas relaciones” que incentiva el régimen de Moreno con Trump y sus fuerzas militares generaron que luego de la ola de denuncias para salvaguardar a Galápagos, el Congreso llamara a una audiencia al ministro Jarrín y al titular de Ambiente, Marcelo Mata, para que explicaran el alcance de “la cooperación” con Estados Unidos en las Galápagos.
Pero, al Ministro de Defensa parece no importarle la trascendencia de las denuncias y alega que sólo será “un avión, una vez al mes, no más de tres días, para situaciones de emergencia o reabastecimiento, especialmente en las noches. No habrá un destacamento permanente, no habrá una base», citó el diario ecuatoriano El Universo.
Pero, como era de esperarse, tras estas declaraciones tan ambiguas y que de ninguna manera niegan ni rechazan la presencia militar estadounidense en Galápagos, la ciudadanía ecuatoriana volvió a mostrar su rechazo en diversas protestas realizadas en Quito y otras regiones del país.
“Igual que nosotros no podemos ir a poner bases en otro país, yo siento que no tiene que venir ningún país a invadir el nuestro, aunque sea aprobado por las Fuerzas Armadas, no, no”, recriminó Gloria Villamarín, una maestra de escuela que declaró a Hispan TV en una de las protestas.
El ambiente político en torno a la reanudación de la cooperación militar entre Ecuador y Estados Unidos indigna a los ecuatorianos y alegan que lo que está haciendo Lenín Moreno con Galápagos es algo devastador.
«Una cuestión alarmante» que a Moreno poco le importa
Para la diputada escuatoriana Marcela Cevallos lo que sucede con las Galápagos es una cuestión «alarmante». Entrevistada por BBC Mundo, Ceballos sostiene que la alarma conmociona a Ecuador por tratarse de un lugar que es patrimonio de la humanidad y reserva del planeta.
Pero, el Gobierno de Moreno insiste en defender su “cooperación” con Washington al resaltar que ya Estados Unidos utiliza el aeropuerto de la ciudad costera de Guayaquil, y que ahora podrán anexar Galápagos como instalación “logística” para sus “tareas antidrogas”.
Por su parte, la Presidencia del Consejo de Gobierno de Galápagos también asegura que no será una base militar y que “se tomarán las medidas necesarias” para evitar daños al ecosistema de la isla.
«Los objetivos de desarrollo de la provincia, en temas de infraestructura, educación, salud y productividad, se mantienen intactos y enmarcados dentro de un contexto de seguridad nacional, soberanía, paz y protección del Parque Nacional y su Reserva Marina», cita un comunicado del Consejo de Gobierno de Galápagos.
Mientras, los opositores al régimen advierten que no es sólo una cuestión ambiental, pues denuncian que la decisión forma parte de una política de mayor apertura del presidente Moreno hacia Estados Unidos y que tuvo uno de sus últimos capítulos en la reciente entrega de Julian Assange a la justicia británica.
Desde 2018, el Gobierno de Moreno anunciaba la «colaboración internacional» para luchar contra el narcotráfico. De esa manera, informó que su país volvería a participar en el Ejercicio Multinacional de Maniobras Militares, unos juegos de guerra organizados por el Pentágono a los que Ecuador no asistía desde hacía 11 años.
Según las autoridades ecuatorianas, la vuelta a las maniobras militares busca «recuperar el espacio perdido» y el «nivel de entrenamiento» de las fuerzas nacionales, mientras aseguran que la apertura a los aviones de reconocimiento estadounidenses permite al país un mayor control sobre el crimen organizado, narcotráfico, tráfico de personas, pesca ilegal, contrabando, búsqueda de aeronaves y embarcaciones en apremio.
Lo que no le interesa a Moreno que sepan los ecuatorianos
El 5 de enero de 2018, ante las denuncias de la reapertura de la base militar de Manta, Moreno dijo: “La base de Manta violó de alguna forma nuestra soberanía” e incluso llegó a “bromear” sobre la teoría de reinstalar una base militar de Estados Unidos en la provincia de Manabí.
“Encantado, el momento en que Estados Unidos nos permita poner también una base en Miami para nosotros controlar que no se violen los derechos de los migrantes. Lo digo a modo de broma”, aclaró Moreno, para luego completar: “Eso no va a pasar, porque nosotros respetaremos esa autonomía, esa independencia que tiene Estados Unidos de tener en su suelo únicamente aquellas fuerzas que desee”.
De inmediato, Moreno resaltó la importancia de mantener una relación cordial con Estados Unidos. “En el Gobierno anterior practicamos una política de relaciones exteriores excluyente, en la cual no practicamos aquello que dice la Carta de las Naciones Unidas, que debe haber relación armónica entre todos los países”, explicó Moreno.
Sin embargo, un artículo de opinión escrito por Martín Pastor titulado “Ecuador: ¿Lenin Moreno reactiva la Base militar EEUU de Manta?” y publicado por la agencia Sputnik el 12 septiembre de 2018, ya advertía que las bromas de Moreno no eran para nada graciosas y por el contrario, debían ser tomadas en cuenta.
“La apertura de una Oficina de Cooperación de Seguridad en Ecuador (OSC) tiene un interés imperial detrás: la reactivación de la Base militar de Manta en ese país. La subordinación a los preceptos y mandatos del Pentágono parecen resurgir de la mano del actual presidente Lenin Moreno. Para el Gobierno, la Carta Magna no es importante. Todas las estrategias implementadas en el primer mes de vigencia de la OSC son actos de guerra en los que no solo se establecerán instalaciones extranjeras sino dispositivos a corto, mediano y largo plazo para ceder la soberanía nacional, la institucionalidad del Estado y la paz ecuatoriana”, explica Pastor.
Al respecto agrega que “con la justificación de la ‘cooperación’ y el humanitarismo, fuerzas militares estadounidenses retornan al Ecuador después de una década de haber sido expulsadas. Esta renovada presencia, no solo reactivará la misión de la Base de Manta (1999-2009), sino que accionará una nueva fase de injerencia militar en el país. La cual se materializó, el pasado 2 de agosto de 2018, con la apertura de una OCS entre ambas naciones”.
“Según el Departamento de Defensa, las OCS pertenecen a la Agencia de Asistencia de Seguridad de Defensa y su rol es realizar acciones que ‘promuevan los intereses de seguridad específicos de EE. UU., incluidas todas las actividades internacionales de cooperación de armamentos y actividades de asistencia de seguridad’, para satisfacer los intereses del imperialismo norteamericano en el país. A través de las OCS se promueven programas formales como Ventas y Financiamiento militar al extranjero (FMS/FMF), Educación y Capacitación Militar Internacional (IMET), Asistencia Humanitaria (HAP), ejercicios conjuntos, Intercambios de Expertos (SMEEs) y actividades de preparación para desastres. Siendo el mismo modelo que se implementó en Irak (OSC-I) al reformular la estrategia militar en 2012 luego de la invasión suscitada en 2003”.
En el referido artículo, Pastor escribe dos párrafos que son fundamentales para ubicar el contexto actual sobre la situación en torno a las islas Galápagos y cómo sería el verdadero interés del uso militar que daría Estados Unidos, pues al no querer gastar sus recursos en la instalación de una base, lo mejor es tener una locación operativa que no requiera mayores recursos.
“En contraste con la antigua Base de Manta, que era una Foward Operating Location (FOL), este modelo no opera desde una locación fija. Y para esta nueva fase de injerencia, tal como lo dijo Thomas Shannon, subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, ‘realmente no creo que necesitemos una base en ese sentido’.
Al utilizar una OCS se ahorrarán los altos gastos logísticos de personal militar e infraestructura, además de brindarles flexibilidad y escalabilidad, ya que ‘cooperan’ con las Fuerzas Armadas locales, obteniendo los mismos o incluso mejores beneficios. De esta manera lograron que, desde septiembre de 2018, un avión de inteligencia de EE. UU. sobrevuele los mares y fronteras ecuatorianas operando desde Guayaquil durante cuatro días, todos los meses”.
La pieza que faltaba para controlar las costas del Pacífico
El 12 diciembre de 2018, Tamara Lajtman, una articulista del Celag publicó un artículo titulado “El Lenín que quiere EE. UU.”, en el que explica con detalle el verdadero interés militar que tiene Washington en Ecuador.
“Ecuador era la pieza del sur del continente americano que faltaba para que Estados Unidos alcanzara el control de los países con costas al Pacífico, de importancia geopolítica fundamental en un contexto de tensas disputas económicas con China y la preocupación por el incremento de las inversiones de este país en la región (…)
«El Gobierno de Lenín Moreno se viene posicionando como aliado del país del norte en la región, a partir de un acercamiento que se materializa, fundamentalmente, en el plano económico y de seguridad. Según Todd Chapman, embajador de EE. UU. en Ecuador, ‘estamos en un momento propicio para avanzar en temas políticos, económicos, militares y de seguridad (…) Ecuador está abierto a avanzar’ en algunos temas de interés nacional que por mucho tiempo estuvieron pendientes por razones ideológicas, (es decir, discrepancias con el Gobierno de Rafael Correa)”, explica Lajtman.
Los intereses comerciales y las inversiones estadounidenses también influyen en las relaciones “amistosas” de Moreno con la administración Trump, pues Estados Unidos es el principal socio comercial de Ecuador.
En 2017, según cifras del Banco Central de Ecuador, las exportaciones mayoritarias son de combustibles primarios (56,6 % del total de exportaciones) y productos alimentarios primarios (20,2 %); mientras que las importaciones se componen principalmente por combustibles elaborados (43,7 %), productos químicos y farmacéuticos semielaborados (10,5 %) y maquinaria industrial (5,4 %).
El acercamiento de Moreno a Estados Unidos más que una “cooperación amistosa” parece ya una subordinación sistemática, en la que el privilegio de los negocios entre su régimen y el de Donald Trump pareciera que siempre beneficia los intereses de la Casa Blanca.
¿Serán las Galápagos entonces, como lo denuncian los adversarios de Moreno, el nuevo negocio militar de Trump en Ecuador?