La tensión política que vive Venezuela, sumada a la grave situación económica agravada por las últimas sanciones impuestas por Estados Unidos, son parte del escenario en el que se espera que este lunes el Consejo Nacional Electoral confirme la convocatoria a elecciones presidenciales realizada por la Asamblea Nacional Constituyente, y ponga fecha a los comicios.
Este año Nicolás Maduro cumple su mandato de gobierno y se presenta como el candidato a la reelección por parte del chavismo. Mientras, la oposición aún no cuenta con una carta presidencial, a la espera de lo que resulte de las conversaciones que se llevan a cabo en la mesa de diálogo en República Dominicana.
Las violentas protestas impulsadas por la oposición durante el segundo trimestre de 2017, que dejaron un saldo de más de 100 muertos, fueron el punto de inflexión en el proceso político venezolano. El gobierno de Maduro logró sostenerse, a pesar de la presión interna e internacional, y dar un paso adelante con las victorias en las elecciones de gobernadores y municipales realizadas en la última parte del año pasado.
Ahora, con las elecciones presidenciales a la vista, la situación política del país se vuelve a tensar, considerando la crisis económica y de abastecimiento que vive Venezuela, a la que el Gobierno intenta darle solución, junto con la batalla anticorrupción que libra Maduro en los sectores estratégicos del Estado. A ello se debe sumar la crisis que vive la oposición entre los sectores moderados y radicales, lo que complejiza el contexto político.
En conversación con El Ciudadano, el periodista, analista político y director del portal Misión Verdad, Gustavo Borges Revilla, sostiene que el actual momento político responde a que «el año 2017 los sectores radicales de la oposición se impusieron a los moderados, buscando derrocar al Gobierno por la violencia y generar un marco de asedio internacional». En ese sentido, agrega que «los grupos más radicales de la oposición han hecho un intenso lobby para que se desconozca el llamado a las elecciones; y esta ronda de conversaciones que impulsan está condicionada a lo que diga Estados Unidos, el Grupo de Lima, la Unión Europea».
Respecto de la estrategia de la administración Maduro, Borges Revilla sostiene que «está obligado a buscar una solución por ser gobierno, por cuidar la paz del país y establecer vías políticas para que la oposición pueda participar». «El interés del Gobierno no es aplastar a la oposición, pero sí presionar para que ésta vaya y actúe con vías políticas no violentas», explica el periodista.
¿Cómo se vive en Venezuela el llamado a elecciones presidenciales con el contexto político por el que pasa el país?
No son elecciones convencionales, claro está. Venezuela es un país acostumbrado a vivir procesos electorales y entiende que éste no es un proceso normal, considerando las condiciones normales a las cuales estamos acostumbrados porque tenemos cinco años de un asedio inclemente y una situación económica complicadísima, además de ser el primer año en el que vamos a vivir sanciones económicas de Estados Unidos, las que se están comenzando a sentir.
¿Este escenario es el resultado de la tensión vivida el año pasado?
Venimos de un año muy caótico en cuanto a conflictividad política. Desde abril a junio del 2017 vivimos un ensayo de guerra civil, una repetición de lo que vivimos en 2014, generando enormes heridas en diferentes sectores de la población. Hay amenazas de que esos conflictos vuelvan a avivarse, de intervención militar y sanciones económicas por parte de Estados Unidos, y por eso estamos en un proceso de diálogo en República Dominicana para minimizar esos efectos y poder ir a una elección con la mayor tranquilidad posible.
¿De ese proceso de diálogo depende la estrategia electoral del gobierno bolivariano y de la oposición?
Hay que ver cómo llegamos hasta el proceso de diálogo. El año 2017 los sectores radicales de la oposición se impusieron a los sectores moderados, buscando derrocar al Gobierno por la violencia y generar un marco de asedio internacional, aun cuando el Gobierno hacía llamados al diálogo y caminos políticos para restablecer la convivencia. Se convocó a la Asamblea Nacional Constituyente, de la que la oposición se abstuvo y donde Manuel Rosales -dirigente opositor y ex candidato presidencial- develó el año pasado que hubo sectores dispuestos a participar habiendo incluso acuerdos encaminados, los que fueron reducidos por los sectores radicales. Esto significó la actual constitución de este poder plenipotenciario, que tiene la potestad de convocar elecciones como las de gobernadores, donde el chavismo logra, sorprendentemente, 18 de las 23 gobernaciones. Lo mismo pasó en las elecciones municipales, donde el Gobierno logra un 70% de los municipios. Esto provoca un descalabro en la oposición y rearticula el tejido del chavismo.
¿El chavismo llega mejor parado a este proceso electoral?
Sí, llega en mejor posición a este 2018 donde el presidente Maduro cumple con su mandato y la Asamblea Nacional Constituyente, argumentando que la única salida al conflicto político que se viene es la vía electoral. La oposición llega en peor posición, divididos, y esto hace que busquen en la mesa de diálogo de República Dominicana recuperar en algo la fuerza que habían tenido en los otros procesos electorales.
¿Cuál ha sido la respuesta de los sectores de la oposición a este llamado a elecciones?
Los grupos más radicales de la oposición han hecho un intenso lobby para que se desconozca el llamado a las elecciones y esta ronda de conversaciones que impulsan está condicionada a lo que diga Estados Unidos, el Grupo de Lima, la Unión Europea y países que tienen intereses políticos y económicos en Venezuela.
¿La mesa de diálogo en República Dominicana era la única salida que había en este momento para asegurar cierta estabilidad política?
El Gobierno está obligado a buscar una solución por ser gobierno, por cuidar la paz del país y establecer vías políticas para que la oposición pueda participar. Su interés no es aplastar a la oposición, pero sí presionar para que ésta vaya y actúe con vías políticas no violentas. El gobierno bolivariano está procurando evitar una confrontación abierta en la calle.
¿Cómo afectan las sanciones aplicadas al proceso que se está desarrollando?
Las sanciones afectan principalmente en lo económico y esto afecta principalmente a la población venezolana. Venezuela hoy tiene una situación crítica en la importación de medicina y alimentos. Esto tiene un incidencia significativa en el ánimo de la población, por lo que influye en el proceso pues se usa -como hasta ahora- de manera tergiversada; trasladándole las culpas al Gobierno puedes moldear la opinión de la población. Por eso es un momento electoral complicado y el Gobierno está haciendo un esfuerzo para distribuir alimento saltándose los intermediarios privados, que están vinculados con Estados Unidos, y por esa vía está tratando de resolver este problema e ir con la mayor estabilidad social a las elecciones.
Se habla de «madurismo». ¿Cómo está la interna del chavismo?
Esas son fantasías de opinólogos de redes sociales. La base de la dirección política del chavismo está cohesionada, no hay sediciones significativas, salvo el caso de Luisa Ortega que anda como alma en pena buscando el apoyo de grupos en el exterior. Pero el pueblo chavista logra una cohesión que lo mantiene en pie. Opinión en redes sociales hay muchas, pero las elecciones muestran lo contrario.
¿Se debió llevar adelante un proceso de revisión del último período?
El chavismo ha tenido instancias de revisión de su política económica y del mismo proceso. Por ejemplo, ahora Maduro está llevando adelante una cruzada anticorrupción sobre gestiones con vicios enormes y mafias enquistadas, por lo que está poniendo orden en sectores donde no lo había podido hacer por no tener márgenes de gobernabilidad y acumulación política que se lo permitiera. Luego del triunfo electoral logra una mejor posición, pudiendo aplicar políticas anticorrupción en sectores estratégicos.
¿Maduro logró fortalecerse políticamente en este período?
Sin duda alguna. Encuestadoras opositoras, como Venebarómetro, lo dan como la figura con mayor intención de voto en las presidenciales, donde establecen que ha fortalecido su liderazgo, que ha llevado adelante políticas públicas, con estrategia propia y con capacidad política para controlar a la oposición. Maduro es el candidato a la reelección porque evitó una confrontación en Venezuela y eso se lo reconocen tanto el PSUV como las Fuerzas Armadas.
¿Cómo se prevé el proceso de campaña? ¿Se prevé tan duro como la primera parte de 2017?
Habría que tener en cuenta la fecha oficial que disponga el Consejo Nacional Electoral, porque hay un marco legal que debe respetarse. Si fuera antes del 30 de abril, hablaríamos de una campaña electoral relámpago, donde el chavismo tendría mayores posibilidades por estar en una mejor posición política pero no económica. La oposición, en tanto, la tendría cuesta arriba porque tendría que consensuar un candidato que hoy no tiene o bien seguir el camino de los sectores más radicales que buscan que no se reconozca la elección.