En la redacción de Infojus Noticias todo cambió a partir del 10 de diciembre, día de la asunción presidencial de Mauricio Macri.
La agencia de noticias dependiente del Ministerio de Justicia ya no pudo publicar contenido sin que antes pasara por los nuevos funcionarios. Mermaron la cantidad y la calidad de las notas, como así también el flujo de lectores.
Pese a los discursos tranquilizadores de los interventores macristas, la oleada de despidos barrió con los directores primero, y siguió con 10 profesionales más que ni siquiera fueron notificados correspondientemente de la decisión; una mañana llegaron a trabajar y no pudieron acceder a sus computadoras, la contraseña les daba incorrecta.
Pero el desmantelamiento aún no estaba consumado, faltaba la censura sobre investigaciones rigurosas y coberturas periodísticas que databan de cuando la agencia, fundada en el 2013, funcionaba bajo la órbita de la gestión anterior.
La semana pasada el Ministerio de Justicia, conducido por Germán Garavano, eliminó miles de notas de archivo del portal de noticias web. Eliminó notas sobre Derechos Humanos, sobre los juicios a represores y sobre el reencuentro entre Estela de Carlotto con su nieto Guido. Eliminó notas sobre Violencia de Genero y sobre Violencia Institucional, sobre casos de gatillo fácil, de violencia ejercida desde el mismo Estado, siendo Infojus una agencia que funcionaba también desde la esfera estatal.
Destruyeron el trabajo periodístico de tres años. Y destruyeron un engranaje fundamental en la construcción colectiva de memoria e identidad ciudadana.
“Es la versión moderna de la quema de libros”, se denunció vía redes sociales.
En diálogo con El Ciudadano, María Eugenia Ludueña, ex subdirectora de la agencia, habló sobre el proceso que comenzó con el aterrizaje de los nuevos funcionarios en la redacción y culminó con lo que sienta un grave antecedente en relación a la libertad de expresión y al acceso a la información en la era Macri.
¿Cómo fue el proceso de desmantelamiento de Infojus Noticias desde la asunción de Macri hasta el día de hoy?
El proceso empezó el mismo día de la asunción. Ese mismo día, minutos después de que asumió María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires, llega una persona a la oficina a hacer la entrada y después lo siguen tres más. La primera persona se llama Álvaro Herrero, que colabora como asesor del ministerio, no sabría decirles con exactitud el cargo. Se presentó diciendo que valoraba mucho lo que hacíamos en Infojus Noticias, que nos quedáramos tranquilos, que ellos lo que querían era hacer crecer la agencia. Ese mismo día nos habían pedido que las notas las controláramos con ellos y que nos iban a ayudar a subir los materiales. Ahí le dio paso a Sabrina Santopinto, que tiempo después fue confirmada como la nueva directora de Infojus Noticias.
Es decir que les habían prometido continuidad.
Sí, nos dijeron «quédense tranquilos», ese fue el mensaje que escuchamos permanentemente en los primeros días. También lo escuchábamos de los delegados gremiales de Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), de Asociación Trabajadores del Estado (ATE), además inclusive venía de la misma boca del ministro (Germán) Garavano y otros funcionarios que repetían mecánicamente «no va a haber despidos». El propio Garavano estuvo en el edificio donde funcionaba Infojus Noticias el día 30 de diciembre y dijo que «la gente que trabajaba no se preocupe», siempre tratando de instalar esa idea de los «ñoquis», la cual es una idea que a mí me parece no tiene que ser un tema de discusión, no me interesa seguir abonando a esa teoría que quieren imponer. Además no tiene nada que ver con lo que pasaba y lo que nosotros planteamos.
Había un accionar extraño por parte de los propios funcionarios, una especie de estrategia, ¿no?
Sí, como si hubiera gente que tuviera algo que temer, por eso no quiero ni mencionar ese término. La cuestión es que desde el mismo 10 de diciembre se mostraron preocupados por las claves de nuestras redes. Nosotros siempre trabajamos con mucha cordialidad, les preguntábamos quiénes eran, qué hacían. Además, estábamos al servicio de la información, porque lo que hacemos es contar información. Un traspaso presidencial no quita ser un periodista profesional. Ahí comenzaron a decirnos que no les gustaban las fotos que teníamos de Mauricio Macri y a controlar el material de todo lo que subíamos, absolutamente todo. En esa misma sintonía, se sentaron al lado mío y me pidieron que bajara dos notas de la web: una decía «Cristina Fernández de Kirchner se despidió de la presidencia», (http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/cristina-fernandez-de-kirchner-se-despidio-de-la-presidencia-10816.html) que todavía se puede ver porque yo no la bajé, simplemente la saqué de la Home; la segunda era sobre una investigación de la Procelac sobre los bonos de la última dictadura cívico – militar de Argentina (http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/procelac-denuncio-a-la-empresa-que-quiere-cobrar-bonos-de-la-dictadura-10810.html). Ambas notas aparecían entre las aproximadamente 15 notas que figuraban en la página principal. Me lo tuvieron que pedir cuatro veces para que lo haga.
¿Cómo te justificaban que había que bajar las notas?
Yo tuve una reunión a solas con Sabrina Santopinto, donde le dije que lo que había hecho era autocensurarse, que porqué tenía que bajar esas notas. Ella me contestó que eso no lo iba a discutir, que eran decisiones. Yo le argumenté que era un hecho irrebatible que, por ejemplo, se terminara la presidencia de Cristina Kirchner. Si se fijan en la nota es absolutamente informativa. Así empezó, mientras esto pasaba en la oficina, Macri en su primer discurso como presidente hablaba de pluralismo, de darle lugar a todas las voces. El hasta entonces director de Infojus Noticias, Martín Ale, tuvo que poner su renuncia a disposición porque Santopinto iba a ser la nueva directora. Ese cargo tenía un contrato distinto al nuestro, ocupaba el rol de funcionario por así decirlo, a pesar de ser periodista. Ahí ya quedamos en una situación extraña, a muchos nos desplazaron de vuelta a la redacción. A mí no me molestaba ni me molesta sentarme en medio de una redacción, me encanta, siempre quería estar ahí. Empezaron a quedar muy pocas coberturas en pie, si ahora se entra al portal se nota que bajó estrepitosamente la cantidad y calidad de notas. Se ha convertido prácticamente en un sitio de comunicación institucional del Ministerio de Justicia, salvo excepciones, claro.
¿Cómo siguió el proceso?
Pedimos una reunión con Sabrina Santopinto, porque, por ejemplo, Sebastían Hacher – que era el jefe de redacción- había quedado en la misma situación que yo. Ella en general es una persona que no da respuestas inmediata. En un momento nos preguntó qué queríamos hacer tanto a Sebastián como a mí. Yo le respondí que necesitaba laburar, como todo el mundo, pero que también soy periodista y saber en qué condiciones voy a ejercer mi trabajo y cómo va a quedar la agencia. Quedó en contestarnos a ambos y a la semana siguiente nos despidieron. Me dijo que lo sentía mucho y que no dependía de ella, pero que toda la primera linea de Infojus Noticias quedaba despedida.
Después despidieron 10 empleados más, ¿no?
Sí, eso siguió después. Yo tenía en claro que no iba a pedir mi reincorporación, porque a mí lo que me interpela es mi sentido de hacer periodismo. Sin embargo, banco a todos los que pidan la reincorporación porque comprendo todas las situaciones. Todo esto sin que encontraran ni la más pequeña irregularidad. Además era enero, mucha gente estaba de vacaciones. Inclusive, muchos de los despedidos siguieron yendo a trabajar sin saber su situación. Se terminaron enterando de una manera brutal y vieron que trabajaron días de más.
¿Nadie los notificó?
Son cuestiones para las que no encontramos respuestas. A mí nunca me llegó el telegrama, por ejemplo, tuve que comprobarlo por otra vía. Tampoco tiene respuesta algo gravísimo como es la desaparición de los archivos de Infojus Noticias. La respuesta que dio el ministro Garavano al respecto nos parece insuficiente y preocupante.
El ministro Garavano dijo que ustedes eran un medio «activista», por ejemplo.
Sí, dijo eso y que los archivos no estaban borrados, solo que «no estaban accesibles». Eso es raro, es una respuesta «ni». Yo creo que cuando Garavano dice «activistas», lo hace porque no puede llamarnos «militantes». Yo no tengo ningún problema con la militancia y también me considero como activista, un periodista siempre busca activar la atención de la opinión pública sobre determinados hechos. Además, el ministro no está dando cuentas de nada, no explica el interrogante sobre la desaparición de esas notas del portal. Tampoco responde cuando esos archivos van a estar disponibles online, lo cual exigimos inmediatamente. Son un patrimonio de toda la ciudadanía, no del ministerio de Justicia ni de quienes escribimos las notas. Son documentos que tienen que ver con la memoria y que para nosotros tienen un valor testimonial, histórico, muy fuerte.
¿Por qué pensás que se eliminaron esas notas?
La verdad no sé, porque tampoco encuentro una lógica clara.
¿No hay un factor común entre las notas borradas?
Lo que pasa es que son tantas que ya es difícil. Adriana Meyer, que es una periodista que colaboró con nosotros, me pasa el listado de las notas borradas suyas y la única que persiste es una sobre una obra de teatro sobre Julio López, pero no otras que trataban el tema con más profundidad. Lo mismo con la cooperativa Donnelley. Todos temas que tienen que ver con dar voz a los que habitualmente no la tienen. Sí comparto y reflexiono que muchas de las notas que se borraron tienen que ver con temas sensibles a la gestión de Mauricio Macri como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Había largas coberturas sobre la represión en el Hospital Borda, en el Parque Indoamericano, todo lo que fue el incendio de Iron Mountain. Eso sí lo puedo leer, a la vez, con las dos notas que me obligaron a bajar el primer día, tanto la de la presidencia como la de Procelac. Las coberturas larguísimas de los juicios de lesa humanidad de la última dictadura cívico militar también, no todas, pero en su gran mayoría fueron eliminadas. Claramente son notas que afectan intereses.
¿Vos crees que van a estar de vuelta online?
A esta altura dudo de que vuelvan a estarlo. No pierdo la esperanza de que sí.
En ese sentido crearon avestruz.com.ar (http://www.avestruz.com.ar/infojus/), un sitio donde están recuperando las notas borradas.
Sí, estoy viendo varias iniciativas que avanzan en ese sentido y me alegra mucho. De todas formas, si bien son paliativos y son bienvenidos, no subsanan lo principal: el avasallamiento que está realizando el ministerio de Justicia al borrar esas notas. Está yendo contra el derecho a la información, contra la transparencia. Tampoco fueron explicadas las razones por las que se bajó el material de la web. En un principio uno hubiera pensado que fue un error técnico, pero a esta altura es imposible, sobretodo porque no fue una respuesta que se haya dado. Es algo grave lo que está pasando, va en contra de la libertad de expresión, el acceso a la información pública, está vulnerando toda una serie de derechos.
Según el constitucionalista Julio Rodríguez Villafañe, este acto de censura por parte del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos viola el artículo 13 del Pacto José de Costa Rica y pueden corresponder sanciones administrativas y penales.
Sí, Graciana Peñafort explica en una nota que salió en cosecharoja.org (http://cosecharoja.org/penafort-borrar-notas-es-como-quemar-el-patrimonio-documental-de-todos/) explica muy claramente en términos judiciales la gravedad del hecho. Yo creo que vamos a ir avanzando en el sentido de tomar alguna medida, porque en los primeros días esta situación generó revuelo acá en Argentina, no en todos los sectores. Hay muchos que ensuciaron el nombre de Infojus Noticias. Yo me pregunto porqué, si además está el 35% de la agencia en la calle. Estos medios que mintieron y que dijeron que nosotros éramos 200 personas y que hacíamos lo mismo que el Centro de Información Judicial (CIJ) -que responde a la Corte Suprema de Justicia-, no se dan cuenta que son datos muy fáciles de comprobar y que son falsos. Además esos mismos periodistas firman las notas, que es algo que no puedo creer que lo hagan, si es que los podemos llamar periodistas. En los grandes medios donde se difamó a Infojus Noticias, no se dio nunca la noticia de la desaparición de los archivos.
Clarín publicó una nota titulada «Infojus: una agencia de difusión K con más de 200 empleados», el 27 de enero, días antes de que se borraran las notas del portal.
Esos datos son falsos, nosotros éramos poco más de 40 personas en Infojus Noticias, incluyendo a los dos choferes y a los dos empleados administrativos. El personal periodístico que hace a una redacción de calidad era de 40 periodistas, contando editores, montajistas, etc. Es necesario también aclarar la distinción entre Infojus e Infojus Noticias. Nosotros éramos la agencia de noticias. Después hay una esfera más grande, Infojus, que es la Dirección Nacional de Información Jurídica. Ambos formaban parte de una plataforma y una política pública de acceso a la justicia. Ese era uno de sus objetivos: democratizar el lenguaje críptico que tienen las noticias jurídicas para hacerlas accesibles a toda la población. Otra meta era darle voz a los que no tienen voz y visibilizarlas. Por suerte el tema está tomando relevancia tanto a nivel regional como internacional en general, tuve contactos con corresponsales de Alemania para hablar del tema.
¿Piensan avanzar judicialmente?
Nosotros vamos a avanzar todo lo que se pueda, porque la eliminación de archivos nos parece algo gravísimo. Además, con la historia de Argentina en lo que respecta a la construcción de memoria, verdad y justicias. Son procesos que, a donde vayas, la gente los elogia. Eso no se ha ganado ni fácil ni gratuitamente. Eso fue fruto del trabajo de los organismos de derechos humanos, de los familiares de las víctimas, de los sobrevivientes del terrorismo de Estado.
Argentina es el único país del continente que pudo hacer justicia sobre los delitos ocurridos durante las dictaduras cívico militares.
Sí, fue el único que pudo avanzar sobre el tema con tribunales comunes, lo cual genera un grado de legitimidad tan fuerte, que hace que Argentina haga punta en derechos humanos. En Infojus Noticias eso nos pareció siempre que había que contarlo rescatando la singularidad de cada historia: la apropiación de un bebe, el crimen del cura Angelelli en La Rioja, la historia de un centro clandestino de detención. Como cada una de esas historias de las víctimas tienen sus propias características y a la vez se inscribe dentro de esa trama donde están detrás los mismos intereses. Lo mismo con otros temas complejos, como el juicio por encubrimiento en el atentado a la AMIA, donde después de tantos años es difícil simplificar tanta información.
¿Ustedes cómo se concebían como medio? Porque eran una agencia que dependía del Estado, pero a la vez hacía coberturas que incomodaban al gobierno nacional, como el caso de la tragedia de once, por ejemplo.
Hay algo que escribió Cristian Alarcón, el fundador de la agencia, donde sostiene que nosotros siempre nos negamos a ser «una agencia de propaganda K». Sería mentira si te dijera que no hay línea editorial, todos los medios las tienen y nosotros sabíamos donde estábamos parados. Desde el primer día nosotros sostuvimos que íbamos a contar la verdad y que no íbamos a mentir, éramos periodistas que nos sentíamos privilegiados, porque aprendíamos que podíamos contar cuestiones que afectaban al Estado desde el propio Estado. Con eso siempre fuimos hasta las últimas consecuencias. También, cuando nos equivocamos, porque sería mentir decir que todo fue maravilloso, lo reconocimos. Cuando fue el caso de la nota sobre Nisman, que aseguraba que tenía alcohol en sangre cuando sucedió su muerte, fue un error que detonó muy fuerte, fue muy importante el costo que pagamos como agencia, que nos dolió mucho. Ni bien nos dimos cuenta que habíamos fallado, lo reconocimos públicamente. Eso marcó quiénes éramos.
Al otro día hicieron una rectificación pública, algo no muy normal en los medios de comunicación.
Sí, ahí está la diferencia entre lo que es el periodismo y lo que es una operación. Eso es lo que marca las aguas. ¿Nos equivocamos?, sí, pero tratamos por todos los medios de manejarnos, incluso dentro de los errores, con los criterios del periodismo, que es algo que no todos hacen. Me hubiera encantado no habernos equivocado, nos afectó mucho como agencia.
Teniendo en cuenta lo que pasó con Infojus Noticias, con los medios públicos, la situación de Víctor Hugo Morales, ¿cómo ves el panorama actual del periodismo y la libertad de expresión en Argentina?
Yo creo que está en peligro. Me llama la atención que muchas voces que durante años estuvieron hablando sobre estos temas, ahora no se estén expresando. Los periodistas no deberíamos preguntarnos cuál es el valor a defender, porque sabemos que tenemos que contar siempre lo que está pasando. Me preocupa la situación actual de la libertad de prensa en Argentina por la censura que hubo con los archivos de Infojus Noticias y el desmantelamiento que hubo. Esta situación de desarmado la veo relacionada con dos situaciones: la primera tiene que ver con los pocos lugares para determinadas voces. También está poniéndose en juego el rol del Estado, si bien no es el caso de Víctor Hugo, el resto eran medios públicos, como la Tv Pública, Radio Nacional. Lo mismo con la situación de los despedidos. Yo, en la fila que hice para el trámite de mi despido, me crucé con tres pibes de mantenimiento y una señora de limpieza. Otros eran personas que trabajaban en cárceles y en cuestiones de género. ¿A quiénes afectan estos despidos? a las áreas más vulnerables, un vaciamiento a ciertas políticas. Lo mismo sucede con los programas relacionados a la memoria, verdad y justicia. También se puede ver el vaso medio lleno, porque hay muchas organizaciones que están alzando la voz frente a esta situación. Por ejemplo, frente al caso de Milagro Sala, Amnistía Internacional pidió por su liberación.
Como autora del libro Laura, vida y militancia de Laura Carlotto, la hija de Estela de Carlotto, estás en contacto con las organizaciones de Derechos Humanos, ¿cómo ves lar relación del gobierno de Macri con ese sector?
Lo veo un poco a la expectativa, pero también con preocupación. La reunión del Secretrio de Derechos Humanos, Claudio Avruj, con los familiares del supuesto «terrorismo» de los 70’s (algo que se da por primera vez desde la vuelta de la democracia), como la decisión de Macri de no recibir a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo por «no tener tiempo». ¿Cómo no vas a tener tiempo para recibirlas? Veo cierto cinismo en las decisiones. Lo que está pasando en la Ex Esma es grave, yo siempre que voy ahí no puedo dejar de pensar en lo que pasó y lo que pasaba. He ido a dar clases y a talleres desde los principios de la recuperación del predio. Siempre considero qué importante que es que alguien vaya a la Ex Esma por distintos motivos: recorridas, visitas, actos, festivales, etc.
En ese sentido, la Ex Esma fue un espacio recuperado y pensado, después de la decisión política de Néstor Kirchner, por los propios familiares de las víctimas y sobrevivientes del terrorismo de Estado, creo que ahí radica su importancia.
Por supuesto, de todos los organismo de derechos humanos. Toda la actividad que sucede ahí adentro es más que interesante y se están produciendo recortes importantes. Todos los recortes estatales, la mayoría, se están dando en esas áreas, me llama la atención. No va a ser fácil la relación del gobierno de Macri con los organismos de Derechos Humanos. Sin embargo, son justamente esas organizaciones los que nos inspiran en seguir en la lucha. Ellas, en circunstancia mucho más adversas, y salvando las distancias, siguieron peleando y miren donde estamos hoy. Puede estar difícil la situación, pero ya no hay marcha atrás, pienso eso.