Tal como acostumbre, Hebe de Bonafini demuestra una clara honestidad con sus convicciones sociales y políticas. La fundadora de la Asociación Madres de Plaza de Mayo es una histórica referente por la lucha contra la dictadura cívico-militar en argentina, por la desaparición de sus hijos y contra los gobiernos constitucionales para lograr condiciones dignas para los sectores más vulnerables.
La transición de ser un organismo de Derechos Humanos a autodefinirse como una «organización política sin partido que defiende la vida por sobre todas las cosas», el proceso de Memoria con Macri en la presidencia argentina y las luchas actuales, en esta conversación de El Ciudadano con la histórica presidenta de Madres de Plaza de Mayo en vísperas al 42 aniversario de la dictadura cívico militar en el país trasandino.
— ¿Cómo ves el momento actual de Argentina con el gobierno de Mauricio Macri? Tanto a nivel político y social, como en materia de Derechos Humanos.
— Lo relacionado a los Derechos Humanos es una vergüenza, está destruyendo todo lo que es la Memoria y se apropia de lo que hacen otros organismos, pero nadie dice nada. Se habla de la recuperación de los nietos como si ellos hubieran hecho algo y le permiten que lo digan. Nosotras no permitimos ni que venga, ni que entre, no queremos compartir nada con ellos. Son momentos muy difíciles para el pueblo, porque no estaba preparado. Las Madres tenemos una concepción de la lucha: no es un privilegio tener un desaparecido, es una desgracia, por eso no aceptamos nada que nos quieran regalar.
— Hubo dos casos que trascendieron internacionalmente en materia de Derechos Humanos que fueron los de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, ¿piensa que eso puede afectar al gobierno argentino?
— No fueron los únicos, fueron los que salieron en los medios. Antes que a Santiago, mataron a siete pibes en una comisaría y nadie dijo nada porque eran pobres y negros. Cuando ocurre lo de Santiago, a Macri le vino bien eso, porque venían las elecciones y logró que la gente en vez de trabajar para eso, lo pasemos discutiendo ese tema. Ahora nos quiere hacer creer que el chico se murió ahogado: a lo mejor sí, pero como ahogaron a nuestros hijos. Después de torturarlos varios días, les pusieron la cabeza en un balde de agua y mueren ahogados, pero en un balde, no en un río. En el caso de Rafael Nahuel, es tremendo, porque solo hablan sus compañeros: no hubo marchas, no se llenó la plaza. Las diferencias sociales se notan muchísimo en estas cosas. ¿Por qué no llenamos las plazas de la misma manera? Por que Santiago era de clase media/alta y Rafael era un negrito pobre, mapuche, comprometido. Eso es muy triste y me da mucha bronca. No es que no haya que pelear por Santiago, pero hay que pelear en la misma medida para todos.
— Lo que evidencian casos como el de Rafael Nahuel y, recientemente, lo del policía Chocobar, es que el Gobierno de Macri salió a avalar la represión. ¿Cómo ven eso desde Madres?
— Eso es lo que quieren imponer: la represión al pueblo. Al darle un premio al policía que disparó por la espalda y después recibir a la podre mamá que pide justicia, ¿a dónde va a estar la justicia si lo premiaste? Es una vergüenza y un acto de cinismo.
— Este Gobierno, incluso desde antes de ganar las elecciones, estaba asociado a la llamada “pata civil” de la dictadura. ¿Cómo se puede luchar por la Memoria en ese escenario?
— Son ellos, son los mismos que durante la dictadura, las mismas familias, se enriquecen los mismos. Por eso nosotras dijimos que era una dictadura, que era nuestro enemigo ni bien asumió, por eso tomamos la Plaza durante 36 horas, por eso fuimos las primeras en decir: “Pará la mano Macri”, las primeras que lo puteamos. El pueblo siempre tiene formas de luchar, las Madres seguimos en actividad, tenemos una plaza, tenemos nuestros medios, un grupo de jóvenes maravilloso que trabaja con nosotros que hace más visible nuestro trabajo. La amistad que tenemos con el Papa también les dificulta las cosas al Gobierno.
— ¿El rol del Papa las sorprendió?
— Nosotras no teníamos relación con el Papa y por eso no fuimos cuando asumió, cosa que si hicieron muchos. Al poco tiempo él me empezó a llamar para que fuera y yo le decía que no tenía necesidad. Después de que atendió a Macri, me mandó una carta diciéndome que tenía una entrevista para el 26 de mayo, que podía ir si quería. Estuve en una entrevista larguísima con él: dos horas y 43 minutos. Fue muy buena esa reunión y de ahí nació una amistad de diálogo continuo.
— ¿Por qué piensa que hubo ese cambio de la figura de Bergoglio a la figura de Francisco?
— Parece que él acá trabajaba mucho en las villas, pero nosotras no lo veíamos. Él no lo hacía público, pero si hablás con los habitantes de los barrios, te cuentan que en las inundaciones el primero que llegaba era él. Al venir en micro, vestido para trabajar, nadie sabía que era él. La gente lo quiere mucho.
En los últimos años, desde antes de la llegada de Cambiemos al poder, su figura fue bastante demonizada, ¿qué responde usted hacia eso?
— Eso es un pequeño grupo, porque el día que yo me escapé de la policía, se armó una pueblada hasta Mar del Plata, la gente esperándome. Si fuera tan demonizada, todas esas personas no hubieran estado ahí. A ese pequeño grupo yo no les contesto, me chupa un huevo lo que dicen ellos.
— ¿En qué estado se encuentra la causa de Sueños Compartidos?
— Cuando querían detenerme no era por eso, pero ellos buscan meterme presa de cualquier manera. Ellos los que en realidad quieren es sacarnos el archivo que estamos construyendo sobre la Memoria, es el más grande de Latinoamérica, el cual digitalizamos entre muchas personas.
— ¿Qué material contiene ese archivo?
— Desde 1976 hasta ahora, el archivo tiene todo lo que hicimos las Madres, todos los diarios y fotos pegadas en álbumes, es un archivo irrebatible: testimonios, registros de las marchas de la resistencia, actas de las reuniones, los encuentros internacionales, los encuentros en el interior del país. Lo que los condena es la historia y eso los pone locos. Las Madres trabajamos todos los días, siempre estamos haciendo algo. Yo estoy toda la semana desde las 9 de la mañana hasta las 19 horas.
— ¿Qué opinás del aumento de las prisiones domiciliarias a los genocidas?
— Yo no gasto tiempo en hablar de eso. Para mí es más importante conseguir vitaminas y proteínas para los chicos que no comen, que poner presos a los genocidas. Ellos nunca van a pagar lo que hicieron, nunca, así vayan todos presos. El trabajo de las Madres es estar donde haya necesidades: cierres de fábricas, el trabajo en los barrios. Tenemos que hacer la patria y la patria se hace con niños felices que coman y vayan a la escuela. El Gobierno, en cambio, cierra escuelas y no manda comida a los comedores. En enero y febrero no mandaron ni medio kilo de arroz a ningún comedor.
— ¿Qué secuelas quedaron de la dictadura cívico-militar tras 42 años?
— Todas. Por que ellos destruyeron miles y miles de familias que no se pueden reconstruir más, ya no están. Eso no se va más. Yo alguna vez pienso si tuve esa familia, porque perdí cinco personas en cinco años, y con el tiempo me quedé sola con mi hija. ¿Quién reconstruye eso? Nosotras desde Madres no aceptamos la reparación histórica, nosotras nos pagamos hasta el agua. Hace poco me quisieron regalar los días de un hotel donde estaba descansando y yo le pedí al dueño que aclarara que esa plata era una donación a los que más necesitaban de su parte. Tampoco aceptamos la muerte de nuestros hijos, ni homenajes póstumos o hacer libros de casos especiales. No hay uno mejor que el otro, mis hijos me enseñaron eso: no hay un militante mejor que el otro. Los 30.000 querían lo mismo y por eso la gente no sabe quiénes fueron mis hijos, no tiene que ser así. ¿Sabés los premios que tenemos? Nunca los damos a conocer, porque tenemos otra idea de la militancia.
— Muchas veces dijiste que las Madres de Plaza de Mayo no son un organismo de Derechos Humanos a pensar de lo que se cree, ¿cómo se definirían?
— No lo somos, somos una organización política sin partido y que defendemos la vida por sobre todas las cosas. Los Derechos Humanos están muy banalizados, como sacarse fotos con celebridades a fin de año. Nuestros hijos no hubieran querido eso.
— Por último, ¿qué opinión tenés de los encarcelamientos a dirigentes kircheristas por parte de la justicia?
— Yo también estoy perseguida, pero no pasa nada. Es una persecución política de locos. Terminan con una causa y empiezan con otra, a nosotras nos hacen lo mismo. La clave está en peleárselas. El caso del exviceresidente Amado Bodou es el mejor ejemplo, lo que hicieron es una vergüenza. En eso son muy inteligentes, por que logra que se diga: “por algo será”. Y eso es lo mismo que se decía cuando mataban a nuestros hijos. Mis hijos sí eran guerrilleros, sí usaban armas, eran revolucionarios y estoy muy orgullosa de que hayan dando su vida por la patria. Ahora hay muchos pibes militando, me llaman de todos lados, estoy por cumplir 90 años pero igual tengo saliditas bastante seguidas. Los jóvenes que trabajan con nosotros son los que van a seguir esta lucha.