Para los amantes de la literatura, la idea de leer a Jorge Luis Borges dando sus puntos de vista acerca de La Divina Comedia resulta tan exquisita como seductora. Originalmente publicados en 1982, los Nueve ensayos dantescos (Sudamericana, 2018) vuelven a ver la luz para mostrar una de las mejores armas del célebre autor trasandino: el ensayo.
El libro, que muestra a un Borges reflexivo y, al mismo tiempo, con muecas de diversión e ironía, empieza con una imagen hermosa: la idea de ver a La Divina Comedia de Dante Alighieri como una inmensa lámina donde está interpretado todo el universo. «Comprendemos que no hay cosa en la tierra que no esté ahí. Lo que fue, lo que es y lo que será, la historia del pasado y la del futuro, las casas que he tenido y las que tendrá, todo ello nos espera en algún lugar de ese laberinto tranquilo…», escribe el autor argentino.
Se puede afirmar que el extenso poema del autor italiano, escrito en el siglo XIV, despertó en Borges su máquina perfecta de ensayar, estimulándolo a dejar su impresión sobre la lectura de esta obra clásica. En esa misma dirección, leer los ensayos de Borges generan el mismo efecto: el estímulo a la escritura, una suerte de dejar constancia de lo que se está leyendo y lo que generó en nosotros.
Entre el recuerdo y la relectura, Borges va trazando su camino personal en estos nueve ensayos dantescos, planificando un camino lleno de hermosura e inteligencia. El autor de El Aleph logra algo muy complejo en el campo de las letras: dar una mirada audaz sobre algo tan conocido y comentado como lo es La Divina Comedia.
Valiéndose de la metáfora de la lámina inmensa anteriormente citada, Borges se va perdiendo en diferentes detalles del poema de Dante para encontrar, a su vez, nuevos detalles, algo que puede ser tan extenso como el infinito mismo. Encontrar profundidad en los detalles, es algo que caracteriza a los ensayos de Borges, como si de un pelo en una almohada pudiera crear una cabeza completa.
Catalogándolo como un clásico ineludible, algo que sus ensayos ayudan a reconfirmar, estas lecturas de Borges enriquecen, a su vez, las lecturas pasadas y futuras que se puedan hacer de la obra del autor italiano. Para ello, Borges analiza varias veces en lógica binaria: razón vs imaginación. Si el poema de Dante tensa la lógica, es porque la imaginación se ve estimulada, lo cual nunca es sencillo de realizar a través de la literatura. Ahora bien, el propio Borges también logra estimular la imaginación a través de un género tan particular como el ensayo.
Para concluir, qué mejor que sea Borges el que cierre esta nota con un verso característico de su estilo personal: «Para la razón, el verso es absurdo; para la imaginación, tal vez no lo sea». A través de estos Nueve ensayos dantescos, la imaginación del lector tendrá materia prima de sobra para ponerse a funcionar.