¿Qué sucedió en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810?

Fue la primera administración independiente del Virreinato del Río de la Plata

Daniel Carpinteyro

25/05/2023 12:24pm

Una mañana de 1810, en la plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo) de Buenos Aires, muchas personas comenzaron a reunirse. Habían sido instigadas por los militares Domingo French y Antonio Bertuli, ambos simpatizantes con la idea de que Argentina se emancipara de España. La multitud lucía agitada y echaba pestes contra un tal Cisneros. ¿Qué era lo que sucedía y, sobre todo, qué estaba a punto de suceder?

Los antecedentes

Hacía 11 días, se habían recibido periódicos provenientes de Londres que contenían notocias sobre la ocupación francesa de Andalucía y otras informaciones sobre la situación crítica que enfrentaba Fernando VII, secuestrado por Napoleón Bonaparte en un castillo próximo al Río Loira, y degradado a la condición de admirador epistolar de su secuestrador.

En reuniones llevadas a cabo en los domicilios particulares u oficinas corporativas de los hombres notables de la ciudad, se discutía la importancia de formar un cabildo independiente para la ciudad, que entonces era gobernada por el ex militar cartaginés Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre. Él había sido nombrado administrador virreinal del territorio del Río de la Plata apenas un año antes por la Junta Suprema de Sevilla, que a su vez era de formación reciente y operaba en condiciones de inestabilidad, derivadas de la invasión francesa.

Dos impulsos se hacían notar entre los bonaerenses: uno de ellos, institucional, proponía convocar un consejo donde se votara en dónde debía recaer el gobierno de Buenos Aires; el otro era la remoción forzada de Baltasar Cinseros y el establecimiento de un gobierno plenamente civil.

Cisneros, que ya sentía palidecer su autoridad sobre el Río de la Plata, decidió solicitar el apoyo militar. Sin embargo, la milicia, encabezada por el coronel Cornelio Saavedra, le aclaró que no ejecutaría acciones represivas sobre la población civil.

El pueblo exigía la renuncia de Cisneros, quien respondió a la solicitud «accediendo a la convocatoria de un cabildo civil abierto» (en vez de renuncia de plano, como se le pedía) para determinar sobre quién recaería la autoridad en Buenos Aires mientras duraba en España la incertidumbre política; esto resultaría crucial, pues por efecto de propagación produciría en las otras ciudades argentinas la instrumentación de cabildos y consultas similares, desplazando la soberanía virreinal.

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El cabildo se reunió, pues, el 22 de mayo de 1810. Hubo 450 invitados, aunque solo acudieron 251. La decisión resultante resultó conveniente a Cisneros, toda vez que se acordaba la creación de un Consejo de Gobierno en que Cisneros sería vocal presidente, Cornelio Saavedra comandaría el regimiento de Patricios (cuerpo militar), y también participarían el cura Juan Nepomuceno y los civiles José Juan Castelli y José Icháurregui. Este Cabildo gobernaría en representación del Virreinato.

El 24 de mayo, los integrantes del cabildo juraban en sus puestos y formalizaban la consolidación de su flamante órgano de gobierno.

Se exige un nuevo Cabildo

Fue por ello que la mañana del 25 de mayo, la multitud se reunía, enardecida, en la Plaza de la Victoria: no aceptaban los términos del nuevo cabildo, puesto que querían a Cisneros fuera de él.

El cabildo, en tal circunstancia, quiso mandar a reprimir al pueblo como primera acción de gobierno. Pero la milicia no accedió.

Así pues, a Cisneros no quedó otra opción que firmar su renuncia a la presidencia del cabildo. Así pues, una Junta Provisional de la Capital del Río de la Plata se formó, con el general Cornelio Saavedra como presidente, con la participación de los vocales Juan Larrea, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, y los secretarios Juan José Paso y Mariano Moreno. La junta, pues, tenía representación castrense, religiosa, jurista y del comercio.

Así, el 26 de mayo de 1810 se publicaba la Proclama de la Junta provisional gubernativa del Río de la Plata, que de dientes para afuera decía gobernar en representación del virreinato, pero esto era solo una Máscara: la Máscara de Fernando VII, que permitiera a las regiones americanas regirse de manera independiente respecto a Francia y España, pero sin provocar la reacción violenta de los realistas fieles que en los territorios aún disponían de poderes que blandir en contra de los esfuerzos revolucionarios.

Es decir, gobernar en libertad hasta que las condiciones estuvieran dadas para promulgar la independencia, que en el caso de Argentina se conseguiría en 1816.