Un inventor argentino se convirtió en la sensación de la ciudad de Buenos Aires, al desarrollar un innovador dispositivo plástico que protege contra el Covid-19.
Se trata de una herramienta denominada Tubo Respira Bien (TRB), un diseño transparente hecho de plástico PET que cubre la parte superior del cuerpo desde debajo de los hombros hasta por encima de la cabeza, protegiendo ojos, boca y nariz.
En entrevista con la agencia de noticias Xinhua, el autor del insumo, el abogado y emprendedor Pablo Bogdan, de 40 años, dijo que el dispositivo supone una mejora respecto de las mascarillas, que protegen sólo la nariz y la boca; es inclusivo, porque permite mantener una normal interacción con personas hipoacúsicas; y es útil en materia de seguridad, ya que autoridades y dependientes de bancos y comercios pueden ver el rostro completo de quien lo utiliza.
El país suramericano implementó medidas de prevención ante la enfermedad desde marzo pasado, pero las precauciones no fueron nuevas para el quehacer diario del inventor.
«En 1983 me diagnosticaron leucemia linfoblástica, una enfermedad que no tenía cura ni protocolo. Al estar inmunodeprimido, tuve una idea más clara de los riesgos de estar expuesto a una enfermedad que no tiene cura», dijo.
«Además, soy abogado de artistas plásticos, y siempre los admiré por su creatividad. Eso me animó a hacer algo que sea innovador y que tenga un impacto positivo en este contexto, sin importar el qué dirán», agregó.
El emprendedor puntualizó que el TRB es un producto de protección sanitaria dirigido al público en general, cuyo propósito es prevenir contagios de todo tipo, incluyendo los generados por el hábito involuntario de tocarnos la cara. Complementa los protocolos actuales y mejora las actividades diarias.
Dijo que «previene contagios, ya que se hace en plástico PET, una barrera total contra las microgotas. Es un material fácil de desinfectar, liviano y durable, que nos asegura que el tubo se mantenga transparente. Se puede desinfectar con alcohol todas las veces que sea necesario, ya que se puede reutilizar infinita cantidad de veces».
El dispositivo ofrece una protección en 360 grados y busca hacer sentir a su usuario libre de productos como el barbijo (mascarilla) o la vincha de protección, que debe fijarse a la cabeza de la persona.
«Es inclusivo, ya que las personas hipoacúsicas, que leen labios, pueden hacerlo, y mejora la experiencia social en la nueva normalidad, ya que brinda absoluta visibilidad del rostro. Se puede usar con lentes, también con gorro, sombrero o casco, y permite la función ‘Face ID’ (reconocimiento facial) en teléfonos móviles», añadió Bogdan.
La inversión principal para el desarrollo, según dijo el emprendedor, fue el tiempo y las pruebas realizadas para encontrar el material perfecto.
«Es adaptable, no se rompe y no cambia de transparencia. Es amigable con el usuario, liviano, fácil de transportar y económico, lo que permite producirlo en grandes cantidades», valoró el inventor.
La iniciativa de Bogdan comenzó como un proyecto personal y luego se volvió familiar, con la participación de sus allegados y su pareja, María Dreller.
«Actualmente estamos produciendo siete talles distintos, que varían desde niños hasta adultos con espalda grande, y nos encontramos en diálogo permanente con autoridades sanitarias nacionales, gestionando estudios para escalar la producción.