Nacido en la provincia argentina de Entre Ríos, al norte del país, Fabián Tomasi se convirtió en un emblema mundial de la lucha contra la multinacional Monsanto. Su profesión fue la de fumigador, expuesto a los agrotóxicos contrajo la llamada «enfermedad del zapatero». Este viernes falleció y nos dejó su legado incansable por un ambiente más sano.
Tomasi murió a los 53 años. Su figura alterada por la enfermedad fue reflejada en la portada del libro Envenenados. Se convirtió rápidamente en un icono internacional para la lucha por el medio ambiente. La enfermedad que le causó el sistema de producción agrícola alteró sus músculos y también la forma de su cuerpo: «Soy la sombra del éxito sojero», le había expresado la víctima al medio local La Voz, en una entrevista.
Vale repasar que el uso de agroquímicos en ese país del Cono Sur se presenta en grandes cantidades debido a la expansión del cultivo de soja transgénica, cuyos brotes son resistentes a las fumigaciones que alejan a las plagas de los campos.
«Estar vivo es un milagro»
Por su parte, Tomasi comenzó a trabajar en una empresa fumigadora llamada Molina y Compañía S.L.R., en la localidad de Basavilbaso, provincia de Entre Ríos, una zona donde esa práctica es habitual. Durante años, se desempeñó manipulando las cargas químicas que luego los aviones dispersarían en las plantaciones.
«Mi caso es extremo por haber trabajado sin ningún cuidado. Pero no hay que perder de vista que son sustancias destinadas a matar. Esto es inviable, no hay manera de tirar millones de litros de veneno al ambiente y pensar que eso no va a provocar ningún daño», había expresado en el reportaje ya citado.
«Llegábamos a casa y la cara nos ardía. Estar vivo es un milagro«, relató en otro reportaje mencionado por El Día, mientras sus dolencias avanzaban. En aquella oportunidad, recordó: «Cargábamos los aviones con veneno. Abríamos los tanques de 20 litros y al sacar las tapas se te pegaba todo el veneno en las manos. Comíamos debajo de las alas de los aviones, donde el veneno goteaba», recordó en aquella oportunidad».
En una emotiva carta publicada en marzo por La Garganta Poderosa, Tomasi explicó con exactitud el momento por el cual estaba pasando. Sobre su enfermedad, describió: «Afecta todo mi sistema nervioso y me mantiene recluido en mi casa. Mis primeros síntomas fueron dolores en los dedos, agravados por ser diabético, insulinodependiente«.
Contra el silencio
En una de sus frases más impactantes, Tomasi expresó: «Lo que más duele es el silencio de la mayoría, y todos esos niños que nacen con malformaciones por los agrotóxicos en un país sin asistencia y que les da la espalda».
Relató cerca de sus días finales: «El veneno afectó mi capacidad pulmonar, se me lastimaron los codos y me salían líquidos blancos de las rodillas. Actualmente tengo el cuerpo consumido, lleno de costras, casi sin movilidad y por las noches me cuesta dormir, por el temor a no despertar».
Sin embargo, las dolencias físicas no fueron su único obstáculo: «Recibí muchas amenazas por visibilizar lo que nos hacen comer, respirar y beber a diario«, había revelado. A su vez, prosiguió: «Ya no basta con decir ‘Fuera Monsanto’, porque las cadenas de maldad hoy se extienden al resto de las compañías multimillonarias y se enredan con el silencio», haciendo alusión al rol mediático sobre esta grave problemática sanitaria.
El argentino había dicho meses atrás a los medios que tenía miedo a morir. Bueno, eso finalmente sucedió, a una edad muy temprana y en un estado de salud muy deteriorado.
https://www.elciudadano.cl/mundo/sustancia-cancerigena-herbicida-de-monsanto-presente-en-43-cereales-de-desayuno/08/16/