En una columna de opinión publicada en Página 12, Soraya Maicoño, vocera de la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen con quien conversamos en noviembre pasado, expone el significado que tiene para los mapuche el vivir amenazados “constantemente por el poder político y judicial”.
La werken habla “del convencimiento, del compromiso en la defensa del territorio. De los consejos que nos dan nuestros mayores, que nuestra pena es su pena de antes, las que ellos también arrastran de sus padres y abuelos. Que en ellos nos apoyamos”.
Sin embargo, plantea las dificultades que tiene la comunidad para sobrevivir en un contexto de enfrentamiento con el Estado argentino, en una situación similar a la que viven diariamente los mapuche a este lado de la Cordillera de los Andes.
“Ahora mismo en territorio entraron cinco gendarmes, sin orden judicial, a hurtadillas como ladrones, como matones. ¿Serán algunos de los estuvieron el 1 de agosto? ¿Por qué tanta impunidad? ¿Cómo se mantiene la calma, cómo sobrevivir ante estos constantes atropellos? ¿Provocación? Afuera en la ruta están las camionetas de Gendarmería y Policia Federal, ellos son el poder, a ellos los ampara el principio de inocencia, respaldados por los gobiernos y empresarios que los usan para sus propios crímenes”, manifiesta Maicoño.
En el texto, Soraya indica que la represión que viven es “por mapuche, por morochos, por ser pobres y atrevidos” y emplaza a los poderes que buscan acallar el reclamo de las comunidades en el Puelmapu.
“¿Qué más quieren? Mataron a Santiago, mataron a Rafita, tienen a nuestro Lonko preso ilegalmente hace más de ocho meses, demuestran su poderío e impunidad impulsando el gatillo fácil, matando pibes, robando y desapareciendo mujeres, quitando fuentes de trabajo, cerrando escuelas. ¿Hasta dónde, qué más tiene que pasar?”
Sin embargo, la vocera del Pu Lof en Resistencia de Cushamen cree que son capaces de defenderse, “de elegir qué vida queremos para nosotros y nuestros hijos. Porque nos lo merecemos, aunque nos quieran hacer creer que no. Podemos ser libres de la opresión. Me lo dice el corazón, y en el latir de todos. Lo reflexiono porque prefiero pensar que en el territorio todo va a estar bien, que en el barrio los pibes están bien. Que mañana amanece y en el día también una nueva oportunidad de cambiar lo impuesto”.
Puedes revisar la columna aquí
El Ciudadano