Carlos Mesa Gisbert es el candidato presidencial opuesto a la fórmula de Evo Morales, cuenta con la asesoría del «experto en marketing político Jaime Durán Barba», a quien ya contrató el actual presidente de Argentina, Mauricio Macri, para intentar limpiar su deteriorada imagen en su búsqueda de la reelección.
Una de las primeras promesas de Mesa es volver a «tener las mejores relaciones con Estados Unidos», algo que prende las alarmas en la colectividad, que permanece atenta ante la posibilidad de la llegada del «Macri boliviano».
Mesa es candidato de Comunidad Ciudadana. Fue presidente de Bolivia entre el 17 de octubre de 2003 y el 9 de junio de 2005, cuando decidió renunciar producto de masivas protestas contra su Gobierno. Para entonces, su principal detractor era el actual mandatario, Evo Morales Ayma, quien pedía que se nacionalizara la industria petrolera y gasífera para darle la oportunidad al país de salir de la miseria y ver al pueblo en progreso.
Cuando Mesa renunció dijo que era inviable la nacionalización, la misma postura que tenía la derecha y la oligarquía boliviana, todos bajo el interés y mandato de Estados Unidos. Sin embargo, una vez Evo Morales llegó a la Presidencia, en 2006, y comenzó a ejecutar en el país una política soberana en torno a los hidrocarburos, acción que le ha permitido al país andino emanciparse y convertirse en el que ostenta en la actualidad las mejores cifras de prosperidad y progreso en toda América y parte del mundo.
A Mesa siempre se le ha vinculado por representar el conservadurismo de la derecha liberal. Su cercanía a los factores de poder que llevaron a Bolivia a la desigualdad, la pobreza extrema, la exclusión y la miseria, lo mantienen marcado como un hombre camaleónico, que está donde mejor le conviene.
Recientemente se le ha comparado con una de las peores figuras políticas de la actualidad: Mauricio Macri, un jefe de Estado que ha llevado a Argentina a endeudarse con el FMI por más de un siglo, que ha sometido con sus políticas protectoras y benefactoras del empresariado a que la población se hunda en la pobreza, en el detrimento de su calidad de vida y en la desigualdad cada vez más reinante.
A Mesa le dicen ahora «el Macri boliviano» y tal comparación no es gratuita. La similitud de su campaña con la realizada por Macri en Argentina, así como sus discursos proestadounidenses, le hacen llenar todos los requisitos para ser comparado con el presidente argentino, quien acaba de fracasar rotundamente en las elecciones primarias contra el kirchnerismo, a pesar de la campaña de desprestigio y lq persecusión judicial que ejecuta desde que tomó la silla presidencial.
Pero, además de las similitudes actuales, Mesa también tiene un perfil parecido al de Macri: empresario, millonario, guarda vínculos con casos de corrupción y un gran servilismo a Washington.
«Bolivia tiene que tratar de tener, salvo alguna excepción, relaciones con la mayor cantidad de países del mundo, Estados Unidos es la primera economía del mundo y lo que hay que hacer es reanudar relaciones plenas con los Estados Unidos”, dijo en una entrevista ofrecida a la radioemisora Erbol.
Lo que no dice Mesa con claridad es que ese retorno de las relaciones «plenas» implica meter de lleno al FMI dentro de la economía boliviana, actualmente próspera y con las mejores cifras de su historia democrática.
Además, tal plenitud de relaciones con la Casa Blanca implicaría la presencia de funcionarios del Departamento Antidrogas norteamericano, la DEA, un organismo con un prontuario oscuro, estrechamente vinculado al narcotráfico y a capos de la droga, lo que equivaldría a convertir a Bolivia en una nueva Colombia, actualmente la mayor productora de cocaína del planeta y bajo control pleno de Estados Unidos.
La presencia de la DEA trae graves recuerdos a los bolivianos. Su estadía en el país andino llevó dolor, muerte y desolación, sobre todo a los campesinos e indígenas, productores de la hoja de coca, utilizada en Bolivia para otros fines que no tienen nada que ver con la cocaína, como textiles, alimentos, medicinas y más.
Esta intención de Mesa de retornar los vínculos con Washington implicaría también un cambio radical en la política exterior boliviana, actualmente sana y pujante. Bolivia se sumaría al bloque de países que actualmente sabotean y bloquean a Venezuela a través de un ataque multiforme: financiero, diplomático, comercial y económico; y entregaría su soberanía al mandato estadounidense.
Si Macri cae en Argentina, Mesa también en Bolivia
El calificativo de que Mesa es el «Macri boliviano» ya tiene sustento. La contundente derrota de Macri en las primarias de Argentina, vencido por la dupla de Alberto Fernández y Cristina Fernández por más de 15 puntos, hacen ver que la relación intrínseca entre ambas figuras le pronostique a Mesa una caída similar en las elecciones generales del próximo 20 de octubre en Bolivia.
Ambos candidatos tienen en sus programas la aplicación de recetas neoliberales como la flexibilidad cambiaria, la eliminación de subsidios, la estrecha relación con EE. UU. y con el FMI. Además, también se les evalúa por sus anteriores gestiones, que en ambos casos fueron totalmente desacertadas y con un amplio rechazo popular.
A esto se suma el asesoramiento «del experto en marketing político» Jaime Durán Barba, quien trata de seducir a los electores con campañas de sensibilización con el supuesto contacto de «puerta a puerta», y videos que se viralizan en redes sociales donde los candidatos protagonizan viajes en autobuses, usan ropa discreta, llaman a la juventud -que desconoce la historia y es más fácil de captar-, entre otras tácticas como echarle la culpa a los otros y no asumir responsabilidades propias.
Un artículo publicado en el portal Rebelión, firmado por Anselmo Esprella, describe cómo Mesa, al igual que Macri apuestan a las redes sociales, así como lo hicieron los ultraderechistas Jair Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en Estados Unidos, para captar votos de indecisos, ignorantes y personas sensibles al engaño, las manipulaciones y las noticias falsas.
A continuación el texto íntegro:
El candidato boliviano imitador de Mauricio Macri
Mientras Carlos Mesa toca el timbre de una casa en un barrio popular de la ciudad de La Paz, un equipo de comunicación filma cada detalle, lo que pretende ser un encuentro casual con vecinos que se hacen los sorprendidos y se esfuerzan en sonreír y parecer espontáneos. El nuevo boom con el que Comunidad Ciudadana (CC) procura revolucionar las redes sociales, es presentado por sus militantes como un derroche de imaginación y creatividad. Sin embargo, lo que para Carlos Mesa es una novedosa campaña de comunicación, para los argentinos es un vetusto ejercicio de marketing, que desde hace cuatro años viene desarrollando sin éxito el partido de gobierno. Pero no es el único plagio.
«¿Qué te han hecho, Daniel? No le mientas a la gente. Nunca hablé de devaluar”, pronunció Mauricio Macri, el 15 de noviembre de 2015, en el último debate presidencial televisado a todo el país. Para rematar, mirando sereno a las cámaras le dijo a los electores: “No perderás nada de lo que tenías”. La primera semana de su gobierno, promovió una fuerte devaluación del peso argentino, engrosando las petacas de los especuladores de dólares. La economía entró en una abierta recesión y se perdieron miles de puestos de trabajo. Solo para tener una rápida idea de la brutalidad neoliberal, en menos de 4 años el precio del pan subió el 500 por ciento, promoviendo la creación de un regimiento de indigentes que buscan en los tachos de basura las promesas de Macri, entremezcladas junto a unas sobras de comida podrida.
Hace unos meses, el candidato boliviano admirador secreto de Mauricio Macri, declaró enfático: “Se ha desatado una guerra sucia en mi contra. Lo repito con todas sus letras, yo no creo en el neoliberalismo, no pienso privatizar ninguna empresa. El partido de gobierno miente, miente y no se cansa de mentir” dijo, en un repentino ataque, mezcla de credibilidad y nacionalismo.
Igual que Macri, desesperado por el desplome en las encuestas, decidió olvidar en el fondo del armario las miles de corbatas de cientos de colores, signo de distinción de una clase social trepadora y parásita. El youtuber que fue vicepresidente de Sánchez de Lozada, baila cumbia y lambada, huayno y “salay”. Pasando del drama a lo grotesco, besa a niños descalzos que sus políticas de exclusión han condenado a los basureros de la degradación humana.
El 30 de junio, Diego Ayo, vocero de Comunidad Ciudadana, comparó a Carlos Mesa con Nelson Mandela. Luego, en el mismo espíritu tránsfuga de los “aportantes truchos” del gobierno argentino, dijo que habían recolectado 10 millones de dólares haciendo rifas y kermeses en las plazas de los barrios marginales.
En su larga vida ninguno de los dos trabajó de otra cosa que de patrón. Después del almuerzo, les gusta fumar, beber wiski y sacar las patas por el balcón del palacio de gobierno. Van por la vida con una media sonrisa burlona, despreocupados, confiados en que una fugaz operación de prensa, regrese todo a su lugar, e incline a su favor los resultados de las elecciones.
Debieran avergonzarse pero se jactan de su complejo de inferioridad. Viven sus raíces “sudacas” como una maldición, un castigo cruel e inmerecido, condenados a un destino que no les pertenece que no entienden ni quieren entender. Quisieran haber nacido en otro sitio, lejos de estos parajes sin Dios: “Tres de mis cuatro abuelos son de origen español, llegaron a Bolivia a inicios del siglo XX. No tengo una profunda raíz boliviana, ni apellido ni pedigree”, sostuvo el candidato a presidente de Bolivia. “Mis raíces me hacen más fuerte”, sostuvo por su parte el jefe de gobierno argentino, emocionado por un reciente viaje a Italia. Además, “en Sudamérica todos somos descendientes de europeos” concluyó Macri, dejando ver las hilachas del eterno sueño oligarca de convertir al nuevo continente, en la vieja y decadente Europa.
Carlos Valverde y la embajada, le inventarán un nuevo hijo a Evo Morales, descubrirán fortuitamente que los informes económicos del FMI y del BM, eran falsos y que en realidad Bolivia, como en toda su funesta vida republicana, es la última entre las últimas. Que todo fue mentira que jamás podrás comprarte un automóvil o una casa. Pero me la pude comprar dirás incrédulo. Los medios te responderán que todo fue mentira que nada tienes que estás en el piso pidiendo limosna, pero no te das cuenta.
Mientras la revista Veja de Brasil, el periódico El País de España, la CNN, el Nuevo Herald, y toda la prensa nacional pro terrateniente, aguardan agazapados que la embajada de EEUU invente un nuevo y truculento latrocinio, les ilumine el pensamiento para llevar a este país descarriado lejos de los senderos del pecado y la depravación. Les permita hacerse del poder, conducir a los pueblos a un sitio universal donde no habrá pan para ninguno, pero habrá cielo para todos.
Prometen que esta vez serán diligentes que harán todo lo que no hicieron cuando pudieron. Y como si no tuviesen nada que ver con la prostitución y la venta de mujeres a través de sus revistas y sus páginas, firmarán pactos de no agresión a la mujer, como el que acaban de suscribir los medios de comunicación en Bolivia. Pero después de octubre continuarán vendiéndolas en la sección de “entretenimientos”.
No te sentirás culpable de haber votado por ellos. “Yo no sabía”, les dirás a tus nietos. Luego querrás pegarte un tiro.
Lo que no sabías de Carlos de Mesa
De acuerdo con una publicación del diario boliviano Primera Línea, Carlos Mesa fue parte del equipo de propietarios de grandes medios de comunicación que, con su silencio, ayudaron a camuflar la corrupción en Bolivia por más de dos décadas.
Además, explica este medio que recientemente se hizo público el comprobante que demuestra que Mesa recibió un segundo salario de 7.000 dólares mientras fue vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien gobernó el país en dos ocasiones: del 6 de agosto de 1993 al 6 de agosto de 1997; y del 6 de agosto de 2002 al 17 de octubre de 2003, cuando tuvo que renunciar por escándalos de corrupción y el rechazo masivo de los bolivianos.
Paralelamente -explica Primera Línea- Mesa también recibía un salario que rondaba los 30.000 bolivianos, mientras gozaba de gastos de representación
Además, la exsocia de Carlos de Mesa denunció en 2003 que el ahora candidato presidencial se había adueñado de 100.000 dólares por concepto de “gastos reservados” durante el gobierno de Goni.
“Pero no conforme con eso, también recibió de parte del Gobierno de aquel entonces más de 800.000 dólares a través de PAT, el canal del cual era propietario en sociedad con personas de su entorno, lo cual está siendo investigado.
Primera Línea también reseña una enumeración sobre aspectos de Mesa que no son masivamente conocidos:
- Mesa no se considera boliviano. En una reciente entrevista sostuvo que tiene “pedigree español”.
- Nunca estudió Historia, sino literatura, carrera que tampoco terminó.
- En los años 90, escribió un artículo defendiendo el socialismo, ahora lo niega.
- Los libros que ha escrito Mesa, son plagios de las investigaciones de su mamá, Teresa Gisbert.
- Cuando era presidente de Bolivia, no quiso vivir en San Jorge. Según él, en “su casa se sentía más seguro” Por lo que le alquiló al Estado “su propia casa”.
- Hurtó el archivo del Canal 7, (patrimonio de todos los bolivianos), para hacer sus documentales.
- No pagó impuestos de la venta de un departamento a un narcotraficante y después culpó del hecho a sus padres muertos.
- Está acusado de beneficiarse de contratos ilícitos con la empresa Odebrecht.
- Por su culpa Bolivia perdió millones de dólares, pagando una multa a la empresa Quiborax gracias a un contrato mal hecho durante su gestión.
- Fue docente de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica sin tener título.
Vínculos de Mesa con el narcotráfico
Según Primera Línea, el candidato a la presidencia por Comunidad Ciudadana no pudo explicar los vínculos con un conocido narcotraficante, ni las razones por las que le depositaron 30.000 dólares en su cuenta del Banco Mercantil.
En un texto publicado por Mesa en redes sociales, señala que recibió el dinero por la venta de un departamento en el edificio Brasilia, ubicado en la avenida 6 de agosto de La Paz, que era propiedad de su padre.
Sin embargo, Mary A., propietaria de una conocida inmobiliaria paceña, señaló que el precio de un departamento en la Av. 6 de agosto es de aproximadamente de 100.000 dólares, porque es un sector residencial de la ciudad que es altamente cotizado para vivir, por su cercanía al centro.
Consultada sobre si el precio de ese inmueble era menor en el año 2009, la profesional explicó que desde 2005 hasta a la fecha los precios se mantienen relativamente estables, por lo que en 2009, como mínimo el departamento pudo haber costado cuando menos 80.000 dólares.
Igualmente, la diputada Susana Rivero señaló que las aclaraciones de Mesa sobre la causa del pago que recibió de Medina “no cuadran” porque nadie vende un departamento con una firma y sin aclaración en el documento.
“Señor Mesa, relacionarse con narcotraficantes es grave y mucho más grave hacer negocios con ellos”, señaló Rivero en su momento, y añadió que mintió sobre la razón por la que recibió 30.000 dólares del excoronel Gonzalo Medina -dado de baja y ahora procesado por su vinculación con el narcotraficante Pedro Montenegro-, pues el referido departamento que había vendió por ese monto, había sido vendido por 19.000 dólares en el año 2010.
“El señor Carlos de Mesa miente y quiere desviar la atención, un asunto grave. El país necesita saber de qué es lo que recibió los 30.000 dólares de Medina”, añadió.
La diputada Valeria Silva fue más allá y señaló que hay muchos elementos que hacen pensar que el dinero que recibió Mesa por parte de Medina viene del blanqueamiento del narcotráfico, más aún si se recuerda que Medina fue funcionario de los gobiernos de Sánchez de Lozada y Mesa.
“En este caso hay muchos elementos que nos hacen pensar que el dinero que ha recibido Carlos de Mesa por parte del coronel Medina es dinero que viene del blanqueamiento del narcotráfico. El coronel Medina ha sido uno de los pesos más pesados de la Policía durante las masacres de 2003 en el gobierno de Sánchez de Lozada y Carlos de Mesa”, acotó Silva citada por Primera Línea.