Lo identifican como la versión suramericana de Adolf Hitler, la imagen tropical de Donald Trump y el doble brasileño de la derechista francesa, Marine Le Pen. Se trata del candidato a la presidencia de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, un militar ultra conservador de extrema derecha que cuenta con un amplio prontuario de violencia, racismo, misoginia y homofobia.
Pero no solamente estos atributos son los que lo hacen comparable a Hitler, Trump y Le Pen. Bolsonaro también es defensor de la tortura, del uso de la violencia armada, de la dictadura militar que desapareció a miles de brasileños, persiguió y asesinó a sus disidentes, con particular empeño a comunistas y socialistas.
Su personalidad eufórica y agresiva, más su perfil ideológico desaforado le han jugado malas pasadas mediáticas a lo largo de su carrera política. Particular encono han producido las declaraciones supremacistas que ha hecho sobre la debilidad de la mujer sobre el hombre, la inferioridad de los negros y de los indígenas y sobre «lo asqueroso que le resulta la homosexualidad», que según él puede evitarse con «unos cuantos golpes».
«Los negros no sirven ni para procrear»; «El error de la dictadura fue torturar y no matar»; «Sería incapaz de amar a un hijo homosexual»; «Las mujeres deben ganar menos dinero porque se embarazan y pasan seis meses de vacaciones»; «Se puede evitar tener hijos homosexuales si se les corrige a golpes»; son algunas de las contundentes frases que ha vociferado Bolsonaro en su historial político a través de medios de comunicación y dentro de la Cámara de Diputados de Brasil, donde actualmente realiza su séptimo periodo.
En ese mismo espacio, el entonces diputado Bolsonaro arremetió sobre la entonces presidenta Dilma Rousseff, en medio del golpe parlamentario -impeachment- que se ejecutó en su contra. En ese periplo, el ahora candidato presidencial, defendió la dictadura militar y durante su voto a favor de la destitución de la entonces Presidenta homenajeó con su juramento de palabra al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los torturadores de Rousseff cuando fue jefe del Centro de Operaciones de Defensa Interna (DOI).
Bolsonaro, un candidato “camaleónico”
El prontuario de Bolsonaro no sólo se queda con su ala más radical, al parecer durante los últimos años, sobre todo durante el proceso de aspiración presidencial, el candidato brasileño ha buscado convertirse en una especie de camaleón, que de acuerdo al entorno al que llega en busca de votos, es capaz de acomodarse y adaptarse a las exigencias del otro.
Así lo describen dos artículos que reseñan esa “flexibilidad” acomodaticia de Bolsonaro, uno publicado por el portal Página 12 y otro por Ámbito.
En el caso del despacho de Página 12 se describe como Bolsonaro en su intención de ganar adeptos a su candidatura, realizó todo un periplo por varios estadios de fútbol brasileño en los que se puede ver como es capaz de cambiar de camisetas de equipos de acuerdo a la mayoría de la fanaticada que asistía.
“Bolsonaro, el brasileño camaleónico”, se titula el artículo que escribe Gustavo Veiga para Página 12, donde comenta: “Hace campaña en los estadios de fútbol, en los que se presenta vistiendo camisetas de distintos clubes. Genera adhesiones entre los deportistas, pero también muchos rechazos por sus elogios a la dictadura y su xenofobia. Hincha confeso del Palmeiras, le da lo mismo vestir la “verdiblanca” que la del Flamengo”.
Entre tanto, el portal de Ámbito despachó un artículo titulado El ultra Bolsonaro ya seduce al establishment empresarial de Brasil, escrito por Marcelo Falak en julio de 2018, donde buscó ganar la simpatía del empresariado brasileño al decirles que como él no sabe nada de economía, en su posible gobierno “ustedes serán mis patrones”.
Estas declaraciones las realizó Bolsonario en un encuentro realizado en Brasilia con la Confederación Nacional de la Industria (CNI), “una entidad poderosa que contiene a las cámaras estaduales del sector, entre ellas la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP)”, cita el texto de Ámbito, evento en el que estuvieron los seis principales candidatos presidenciales, salvo el preso político Luiz Inácio Lula da Silva.
«El candidato del sector privado es Henrique Meirelles, pero la percepción del empresariado sobre Bolsonaro va mejorando porque se muestra más competitivo. La gente entiende que hay que acercarse a él», le dijo a Ámbito Financiero desde Brasilia el analista político Marcelo Rech, director del Instituto InfoRel.
Agrega el artículo que Bolsonaro, “un excapitán del Ejército de 63 años, conocido por sus posturas xenófobas, racistas y homofóbicas, así como de respaldo a la dictadura militar y a la tortura. Nada de ello impidió que los empresarios lo ovacionaran varias veces”.
“Eso ocurrió, por ejemplo, cuando elogió la flexibilidad laboral impuesta por el tándem Temer-Meirelles; cuando fustigó al Partido de los Trabajadores por los casos de corrupción y por sus simpatías con Venezuela y Cuba; cuando cuestionó los cupos para negros en las universidades; y cuando atacó sin piedad a todos los poderes del Estado y al periodismo. Incluso se permitió anticipar que, si es elegido presidente, nombrará a militares en diferentes ministerios”, explica el texto.
“Si llego, voy a poner a algunos generales en los ministerios. ¿Qué problema hay? (…) Vamos a reducir la cantidad de ministerios (…) No vamos a hacer nada que salga solo de nuestras cabezas. Ustedes, que están al frente de empresas, van a ser nuestros patrones», todas estas propuestas propiciaron el aplauso de los empresarios.
El analista Marcelo Rech -citado en la nota de Ámbito- también refiere que la capacidad camaleónica se refleja también en el ámbito religioso y en el de los terratenientes. «Bolsonaro ya logró sumar a las iglesias evangélicas y a la comunidad judía. Además, gana espacio en el agronegocio, porque se declara decidido a combatir frontalmente al Movimiento de los Trabajadores sin Tierra. Y tiene apoyos de políticos regionales fuertes», comentó.
Corrupción, malversación de fondos y enriquecimiento
Pero la corrupción también trastoca e impregna a Bolsonaro. Recientemente fue denunciado por malversar fondos al usar dinero del parlamento para pagar viajes alrededor del país en los que llega para hacer campaña electoral a la Presidencia para los comicios de octubre próximo.
Durante cinco meses -entre 2016 y 2017-, Bolsonaro realizó al menos seis viajes que fueron costeados por la Cámara de Diputados por un monto total de 22.000 reales, que según la directiva del parlamento, el candidato los utilizó para participar en reuniones de la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara, en la que es actúa como suplente.
Pero el escándalo de Bolsonaro y sus implicaciones al manejo irregular de dinero, relacionan al candidato con unas cifras de incremento en su patrimonio superior al 150% desde 2010 al 2014, esto según una declaración registrada en el Tribunal Superior Electoral (TSE), en la que se certifica que sus riquezas en bienes ascienden sobre los 2 millones de reales, casi 500.000 dólares.
Además, en los últimos años Bolsonaro adquirió varias propiedades, entre las que destacan dos casas, una en la Barra da Tijuca y otra en Río de Janeiro, valoradas en 500.000 y 400.000 reales, respectivamente.
A Bolsonaro también se le vincula al enriquecimiento a través de donaciones en campañas electorales, sobre todo aparecer como receptor de 200.000 reales que le entregó la empresa JBS, durante su campaña en 2014, cifra que según él, la parte que no se gastó fue devuelta como donación a su partido. Sin embargo, en la planilla del TSE, estos recursos se encuentran en la cuenta de Bolsonaro, producto de una “donación” hecha por el fondo partidista.
Armas para todos, campos de concentración para venezolanos y erradicación de Palestina
A pesar de todo lo que ha demostrado Bolsonaro, existe un grupo de electores en Brasil que lo ven como una opción real.
Este “favoritismo” viene generado por la inmensa carga de injusticia, odio e intolerancia que se ha desatado en Brasil desde el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff, la persecución política y judicial contra Luiz Inácio Lula da Silva y las políticas arbitrarias neoliberales que ha venido aplicando el régimen de facto de Michel Temer, que incluso han sido ampliamente apoyadas por Bolsonaro.
Pero además Bolsonaro cuenta con un amplio apoyo de militares que aún mantienen sus vínculos con la dictadura militar, uno de ellos es el general retirado Antonio Hamilton Martins Mourão, quien es su candidato a Vicepresidente.
Su visión política recuerda a la establecida en la dictadura. Por ejemplo, cuando Antonio Martins se enteró de la puñalada que recibió su compañero de fórmula no vaciló en decir: “Si quieren usar la violencia, los profesionales de la violencia somos nosotros”, una frase que reivindica la dictadura y simboliza el ascenso de la ultraderecha y la participación activa de uniformados en la política brasileña.
Para Bolsonaro, el excapitán del Ejército y admirador de la dictadura militar (1964-1985), una de las “soluciones” para combatir la criminalidad y la violencia armada en Brasil, es atacar con mayor violencia y armas a los grupos criminales, algo que según él “está en la biblia”.
Entonces, para Bolsonaro es imprescindible combatir la violencia en Brasil, que en 2017 alcanzó el récord de casi 64.000 homicidios, y para ello es necesario que las leyes sobre el porte de armas sean flexibilizadas y así los «buenos ciudadanos» puedan tener acceso a ellas para defenderse.
«Si alguna vez alguno de nosotros, civil o militar es atacado y toma represalias con 20 disparos, debería ser condecorado y no condenado», argumenta el candidato, clasista y xenófobo, quien sostiene que las armas son inherentes al ser humano y “están en la Biblia”.
En ese orden también hace referencia a la migración de venezolanos hacia territorio brasileño y dice que para que estas personas no molesten a los brasileños, deben ser movilizadas hacia campos de concentración en carácter de refugiados.
«Brasil no puede ser un país de fronteras abiertas… Creo que se puede buscar a la ONU para que cree campos de refugiados», dijo el candidato que además guarda relación con el Mossad, al vincularse como un agente de inteligencia de ese cuerpo israelí y ha demostrado su simpatía y apoyo al gobierno sionista que busca erradicar a la nación palestina.
De hecho, una de las promesas de Bolsonaro en su campaña es que de ganar, eliminará la embajada de Palestina en Brasil para facilitar los intereses de Israel y el gobierno de Benjamín Netanyahu.
Trump y Macri, “ejemplos” a seguir
Los presidentes Donald Trump y Mauricio Macri, son una referencia a seguir para Jair Bolsonaro. Lo ha dicho en varias ocasiones y comenta que ambos presidentes, de Estados Unidos y de Argentina, respectivamente, han aplicado en sus países políticas económicas “coherentes”.
Por ejemplo, en el caso de Macri, el candidato brasileño sostiene que las políticas neoliberales inspiradas en recortes sociales, incrementos en las tarifas de servicios públicos como agua, luz, transporte, vivienda, entre otros de primera necesidad, son favorables para su población. Pero, la realidad en Argentina dice lo contrario, actualmente el país suramericano se encuentra al borde de la debacle económica y una fuerte implosión social que pudiera convertirse en la peor de su historia.
De igual forma se refiere a Trump: “El rescató el empleo y disminuyó la carga tributaria”, dijo en una entrevista en un programa tradicional de la TV Cultura, un canal público de Brasil. Sin embargo, las medidas económicas de Trump no son del agrado de la mayoría en su país y el mundo, al imponer una serie de aranceles que han llevado a que EEUU se vea alejado del mercado internacional, medidas que incluso han afectado la economía argentina y afectan a la brasileña.
Pero para Bolsonaro eso no pareciera ser un problema. Pues, mientras esté bien relacionado como candidato con los grupos empresariales de poder y mantiene el apoyo de las fuerzas militares y su industria, que figura como la segunda más importante para EEUU en Suramérica y a las que ya les prometió cargos en lo que sería su Ejecutivo, todo estará en orden.
Referencias personales oscuras
Bolsonaro cursó en la Escuela Preparatoria de Cadetes del Ejército27 y luego la Academia Militar de Agulhas Negras, de donde se graduó en 1977. Luego sirvió en el 9º Grupo de Artillería de Campaña, en Nioaque, Mato Grosso do Sul, en el período de 1979-1981, pasó a integrar la Brigada de Infantería Paraquedista de Río de Janeiro, donde se especializó en paracaidismo.
En 1983 se formó en educación física en la Escuela de Educación Física del Ejército, y se convirtió en maestro en saltos por la Brigada de Infantería paraquedista. En 1987, cursó la Escuela de Perfeccionamiento de Oficiales (EsAO).
Un documento revelado por el Ejército Brasileño en la década de 1980 muestran que superiores de Bolsonaro lo evaluaron como dueño de una «excesiva ambición en realizarse financiera y económicamente».
Según el coronel Carlos Alfredo Pellegrino, Bolsonaro “tenía permanentemente la intención de liderar a los oficiales subalternos, en lo que fue siempre repelido, tanto en razón del trato agresivo dispensado a sus camaradas, como por la falta de lógica, racionalidad y equilibrio en la presentación de sus argumentos”.
En una entrevista para la revista Veja el 2 de diciembre de 1998, el candidato manifestaba que la dictadura de Augusto Pinochet en Chile -que mató a más de 3.000 personas, desapareció, torturó envió al exilio a otras miles, debió “haber matado a más gente».
En otras entrevistas elogió al expresidente de Perú, Alberto Fujimori, involucrado en diversos crímenes de lesa humanidad, corrupción y violación a los derechos humanos.
De la misma forma defendió el fusilamiento del expresidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB) e incluso llegó a criticar la figura de Estado laico en Brasil durante un discurso en Campina Grande, en febrero de 2017: “Dios no tiene ese historial de Estado laico no, el Estado es cristiano y la minoría que está en contra, que se cambie (…) las minorías tienen que inclinarse hacia las mayoría”.
Todos estos “atributos” de Bolsonaro lo llevan a ser referenciado con los peores calificativos en el ámbito internacional. Por ejemplo, el periodista estadounidense Glenn Greenwald sostiene que es «el más misógino y detestable funcionario público elegido en el mundo democrático”; mientras que el conglomerado de News Corporation en Australia, lo identifica como el «más repulsivo político del mundo”.
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