El enfrentamiento entre dos facciones criminales rivales fue la causa que dejó 56 personas fallecidas en la cárcel Anísio Jobin de la ciudad de Manaos, en la que es la segunda mayor matanza de la historia carcelaria de Brasil.
El secretario de Seguridad Pública de Amazonas, Sérgio Fontes, dijo que la situación estuvo bajo control en todo momento porque las muertes se produjeron en los primeros 15 minutos, no a lo largo de las 17 horas que duró el motín, y resaltó que todos los rehenes fueron liberados y están bien.
En una entrevista al portal UOL, el funcionario brasileño explicó que la policía militar no entró en la cárcel precisamente para «evitar un Carandiru 2«, en referencia a la masacre que en 1992 tuvo lugar en Sao Paulo y en la que murieron 111 presos: «Cuando tomamos conocimiento de la rebelión se escogió una opción, la situación no salió de control, una facción peleó con la otra dentro de la cárcel y ¿cuál era la opción del Estado?, ¿hacer un Carandiru 2 o entrar y matar a todo el mundo? No», cuestionó Fontes.
Por su parte, el ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, informó que los principales responsables de la matanza serán identificados y posteriormente transferidos a otras cárceles del país.
«Será muy importante para poder aislar a esas personas que lideraron la rebelión», afirmó el ministro, en declaraciones a medios de comunicación locales.
Moraes recordó que el gobierno liberó recientemente más de 1.000 millones de reales (unos 304 millones de dólares) para crear nuevas plazas en el sistema de prisiones, el cual sufre graves problemas de hacinamiento.
Tras la masacre en Manaos, el titular de Justicia recalcó que estudian implantar en el menor tiempo posible tres medidas «fundamentales» para contener nuevas rebeliones y que, a su juicio, fueron «ignoradas» en los últimos años en Brasil.
Además, resaltó la necesidad de instaurar un servicio de inteligencia en los presidios, sugirió un aumento de la inversión para colocar sistemas de bloqueo de teléfonos móviles en el interior de las cárceles y pidió la separación de los presos más peligrosos del resto de reos.
La sublevación en el Compaj, la más grave de las tres que tuvieron lugar, comenzó la tarde del domingo, cuando miembros de Familia do Norte (FDN), que mantienen el control sobre la prisión, iniciaron una disputa con integrantes del Primer Comando de la Capital (PCC), que opera en San Pablo.
Un total de 184 personas huyeron durante los motines registrados entre el domingo y el lunes, aunque las autoridades consiguieron capturar de nuevo al menos a 40 fugados.
La situación de las cárceles brasileñas fue duramente criticada en los últimos años por organismos internacionales y de derechos humanos, los cuales han denunciado la superpoblación carcelaria del país.