El Senado brasileño aprobó este viernes una resolución que declara al país en “estado de calamidad pública” después de que se registraran 11 muertos y 900 casos del coronavirus COVID-19.
La medida, de carácter administrativo y ya aprobada en la Cámara Baja, libera al Gobierno de la obligación de cumplir con el objetivo fiscal previsto para este año, que propone un déficit de 124.000 millones de reales (unos 20.000 millones de dólares), equivalente al 1,5 % del Producto Interno Bruto (PIB).
La decisión de decretar el estado de emergencia se produjo luego de que el diario O’Globo publicara declaraciones del presidente Jair Bolsonaro en las que admitió que pudo haber sido infectado con el coronavirus y que es posible que se realice una tercera nueva prueba.
«Después del cuchillazo que recibí no me va a derrocar una gripecita, si los médicos quieren otro examen me lo haré», dijo
El mandatario se sometió hace unos días a dos test. El primero dio positivo, y el segundo, negativo. Hasta ahora, 22 personas que viajaron con Bolsonaro a Estados Unidos han sido contagiados por el virus.
También dará mayor flexibilidad al gasto, con lo que el Gobierno podrá alterar las partidas presupuestarias sin la autorización parlamentaria que exigen las leyes. El “estado de calamidad”, que estará en vigor hasta el próximo 31 de diciembre, fue aprobado por el Senado en una inédita sesión virtual en sus 196 años de historia, presentada igualmente como la primera de su tipo en un Parlamento en el mundo.
Conectados a través de sus celulares o computadores, 75 de los 81 senadores aprobaron la medida a través del voto virtual, para evitar una propagación del COVID-19 luego del contagio de tres senadores, incluido el presidente de la cámara Davi Alcolumbre.
Con la medida, el gobierno podrá incurrir en más gastos y agilizar la compra del material necesario para atender la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia.
Más de 900 casos le pasan factura a Bolsonaro
Con 11 muertos y 904 casos, Brasil anunció el viernes que en abril su sistema de salud colapsará y que prevé el cese de la crisis por coronavirus en septiembre, lo que incluirá una recesión económica y más de cinco millones de empleos perdidos tan solo en el sector comercio.
El diagnóstico del colapso a partir del mes próximo lo dio el ministro Luiz Mandetta, quien a diferencia de las gobernaciones y municipios no convocó al freno de la actividad en Brasil, unas medidas criticadas por Bolsonaro quien las catalogó de «extremas».
La vacilante respuesta del llamado «Trump del Trópico» a la pandemia del coronavirus, a la que primero minimizó, luego le declaró la “guerra” y finalmente la calificó como “histeria”, está comenzado a pasar una factura política importante a Jair Bolsonaro.
El pueblo brasileño lleva varias noches realizando cacerolazos exigiendo la renuncia del mandatario ultraderechista por la falta de una política nacional clara frente a la pandemia en un país de 210 millones de habitantes.
Mientras tanto, el expresidente y líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva dijo que la actitud de Bolsonaro «sirve para mostrar que en este momento Brasil no tiene gobierno» y acusó al Poder Ejecutivo de buscar «mejorar la imagen negativa en lugar de cuidar de la salud del pueblo».
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