Oficiales del Ejército de Bolivia enviaron una carta al ministro de Defensa del país, Luis Fernando López, en la que manifestaron su descontento y fijaron su posición contra el régimen de facto de Jeanine Áñez.
«Estamos sometidos a un régimen en el que impera el abuso, la persecución, el trato despótico y una conducta política vengativa de la que las FF. AA. no se libran, sino todo lo contrario. En los cuarteles se respira aires de una fractura institucional insostenible y lo que es peor, de una fractura casi inevitable del país», señalaron en el texto.
A continuación reproducimos la carta íntegra:
«Distinguido Ministro:
He leído con asombro la carta enviada por usted al Comandante en Jefe de las FF. AA., Gral. Div. Sergio Orellana, en fecha 27 de junio, en el que hace señalamientos que me gustaría responder desde mi condición de oficial del Ejército en servicio activo, en tanto he sido directamente aludido y no puedo abstenerme de expresar lo que una buena parte de mis camaradas piensa y siente. Mi anonimato se debe a razones obvias porque considero que no estamos viviendo un gobierno democrático en el que los ciudadanos tienen la libertad y el derecho a defenderse legal y legítimamente, sino que estamos sometidos a un régimen en el que impera el abuso, la persecución, el trato despótico y una conducta política vengativa de la que las FF. AA. no se libran, sino todo lo contrario. En los cuarteles se respira aires de una fractura institucional insostenible y lo que es peor, de una fractura casi inevitable del país.
En los 17 años de ejercicio profesional dentro de mi Ejército y en los casi 40 años de democracia continua, las FF. AA. no habían sido dirigidas políticamente por un oficial desertor que ni siquiera llegó al grado de teniente y que cree que vistiéndose militarmente o dando órdenes en público como si estuviera en un cuartel pretende sustituir la autoridad moral y ética que debe caracterizar a una autoridad que tiene bajo su mando a las FF. AA. Señor Ministro, ningún civil que dirigió el sector de la Defensa nunca le hizo tanto daño y en tan poco tiempo al prestigio y reputación de las FF. AA. como usted y su régimen, nunca se trató a nuestros generales o comandantes como ustedes los tratan, sin el menor respeto ni consideración, nunca se improvisó en una emergencia sanitaria de tanto riesgo y responsabilidad para la ciudadanía y para nuestros soldados y nunca se expuso a las FF. AA. a la crítica social expresada todos los días en las calles en la que la gente nos trata de “pititas”, “golpistas”, “masacradores”, “asesinos”, “ladrones” y un largo etc. de adjetivos injustos que nos lastima profundamente el alma.
Al leer su carta experimento un triple sentimiento: vergüenza e indignación, pero también esperanza. Siento vergüenza por el gobierno que preside una mujer en la que se depositó expectativas para una transición política y que por azares del destino llegó a ser Capitana General de las FF. AA. En esta condición, la máxima autoridad de las FF. AA. no debiera discriminar, ofender, promover el odio, usar políticamente a Dios o propiciar actos de venganza entre bolivianos. En lugar de trabajar por la pacificación que fue su compromiso nos enfrenta y nos divide y de paso coloca a nuestras FF. AA. como su punta de lanza en la represión contra nuestros hermanos, nos expone a una pandemia que debiera ser gestionada por toda la estructura de salud pública, con planes coherentes, recursos económicos necesarios y autoridades idóneas en lugar de usar a las FF. AA. para disciplinar a un pueblo en cuarentena que se muere de hambre mientras todo el gobierno, sí, escuche bien, todo el gobierno, incluido usted y su ministerio están dedicados al oficio ruin del robo, el saqueo, el desmantelamiento de las empresas públicas, el endeudamiento del país y el retorno inevitable del país a la condición de colonia extranjera.
Como Ministro de Defensa usted está convirtiendo a las FF. AA. en una vulgar guardia pretoriana cuya principal misión es proteger el poder político que no cesa de cometer todos los errores y aberraciones administrativas imaginables en un tiempo tan corto que está conduciendo al país a una verdadera catástrofe no solo política, sino también sanitaria, social y económica. Con toda seguridad, cuando la situación se haga insostenible y el pueblo boliviano explote contra su gobierno, usted huirá del país junto a la presidenta y al gabinete mientras nosotros nuevamente tendremos que poner el pecho y seguramente seremos juzgados por genocidio mientras ustedes gocen de la protección de algún gobierno extranjero.
Siento indignación por su conducta torpe, arrogante, abusiva y mentirosa frente a la ciudadanía. En las FF. AA. hay un conjunto de rupturas en su tejido corporativo y la unidad institucional es ya una quimera: existen rupturas generacionales, de arma, de visión, de pensamiento y de ética profesional. En las FF. AA. se ha instalado el principio de que a los amigos hay que darles todo y a los supuestos enemigos la ley. Su ministerio es el peor ejemplo en el que a los amigos y a los compadres se les da contratos prefabricados, se les tolera la corrupción, se los promueve políticamente y se firman pactos de silencio e impunidad. El contrabando dirigido desde su ministerio por un viceministro “recaudador de la presidenta”, es una muestra notable del grado de corrupción al que se ha condenado al personal militar mientras tanto COSSMIL está por los suelos y nuestra seguridad social no paga los finiquitos a los jubilados.
El pueblo boliviano seguramente pensará que “todos” los militares son como usted y eso no es verdad. Usted ha dado pruebas suficientes de su inconducta moral, de sus feroces apetitos políticos y usa a las FF. AA. sin pudor alguno como si fuéramos sus peones solo para satisfacer imperativos corruptos como la compra de gases, armas o municiones con sobreprecio en un tiempo en el que se necesita austeridad, paz y reconciliación. Nos ha colocado debajo de la alfombra de la Policía y permite que se nos pisotee con alevosía e impunidad. Nosotros ponemos nuestras vidas en las calles y los policías abren sus billeteras convirtiéndonos en palos blancos de sus fechorías extorsivas. Las fronteras funcionales y constitucionales que debieran preservarse entre militares y policías han sido borradas por necesidades políticas y lo mismo da que un militar haga de policía o un policía de militar lo que está provocando un profundo quiebre en el estado de ánimo de nuestro personal. El gobierno nos exige fidelidad política cuando nos debiera exigir una conducta profesional y ética al servicio de la Patria. Le debo recordar que no somos pongos políticos, somo soldados profesionales que merecen respeto y consideración.
La presidenta Añez, usted y el ministro Murillo usan a las FF. AA. como una fuerza de choque y como una maquinaria de violencia con el pretexto de enfrentar la sedición, el narcoterrorismo o la convulsión social. Nada más falso que eso. Estas supuestas amenazas son una cortina de humo solo para prorrogarse en el poder usando nuestras armas contra todo un pueblo que empieza a gemir de hambre y de dolor. Los oficiales subalternos ya denunciaron el montaje policial de protestas falsas para acusar arteramente a dirigentes sociales en Senkata y Kara Kara. Nos quieren hacer creer que hay un plan siniestro para desestabilizar el gobierno cuando lo único que el pueblo pide en las calles es honestidad, justicia, atención médica, salvar vidas, proteger médicos y enfermeras, tener medicamentos, acceso a un pedazo de pan o evitar perder su trabajo. Están subestimando a la gente porque ustedes viven gestionando sus negocios y dedicados a robar a contrareloj, mientras nosotros estamos en contacto con los más humildes las 24 horas del día. Usan la palabra de Dios predicando ayunos u oraciones mientras se gastan la plata de la cooperación internacional, entretanto, mis soldados no tienen barbijos ni guantes, están contagiados, no tienen alimentos ni medicamentos, peor aún, equipos de bioseguridad y se los trata como si no fueran ciudadanos sino como bestias de carga.
Como oficial del Ejército estoy indignado contra usted y su gobierno porque en tiempos de pandemia solo se preocupan y ocupan su tiempo y esfuerzo para politizar todo y nada, usan a la justicia para distraer a la gente con ayuda de los medios de comunicación que esconden las mayores aberraciones solo porque les pagan unos centavos. Roban a plena luz del día, frente a cientos de compatriotas moribundos en las puertas de los hospitales y tienen la desfachatez de culpar a otros de sus fechorías. A las FF. AA. nos han convertido en su mayor soporte político con la complicidad de nuestros mandos que reciben plata mientras nuestros oficiales, sargentos y soldados, incluso generales, se mueren sin atención médica. No nos interesa el conflicto político entre el gobierno y la oposición, nos interesa el futuro del país al cual ustedes están dándole una cristiana sepultura. El país no tiene futuro con usted ni con su gobierno señor ministro porque han demostrado que solo les interesa saciar sus apetitos materiales dándole la espalda a todo un pueblo. Estamos en camino al desastre nacional y su agenda no es ni la salud ni la gente, su agenda es aplastar a su enemigo político con nuestras armas que deben estar empeñadas contra enemigos externos y no contra sus adversarios políticos.
Por mi parte debo decirle que no cuente conmigo para sus tenebrosos planes, ni usted ni el MAS ni Mesa ni nadie. No estoy solo en estas reflexiones, me acompañan cientos de oficiales subalternos y sargentos y soldados que no estamos dispuestos a sostener a quienes han hecho del poder político un negocio y quienes pretenden prorrogarse a costa de la vida de miles de bolivianos. Necesitamos un gobierno democrático, elegido por la voluntad de los ciudadanos y que tenga la autoridad política legítima y legal para enfrentar una pandemia que se está convirtiendo en un genocidio y una crisis política y económica que puede derivar en una espiral de violencia incapaz de ser controlada por nadie.
Finalmente, señor ministro, tengo un sentimiento de esperanza: que mis FF. AA. vuelvan al camino de la institucionalidad democrática, de la subordinación al orden constituido y cooperen con todas sus energías, su capacidad y su mística para salvar a un pueblo al que se le ha secuestrado su libertad, su salud, su patrimonio y su vida. Eso solo será posible cuando se restauren autoridades que tengan como norte la honestidad, el respeto a los otros, la tolerancia y la preservación de bienes públicos por encima de intereses personales, de clase o de casta como la que hoy impera en el país.
Tengo la esperanza que lleguen días mejores para nuestro pueblo sumergido en la desesperación y el desencanto y tengo la fe y la convicción que esta pesadilla que vivimos los bolivianos termine en paz y con el pleno respeto a la voluntad popular el 6 de septiembre. ¡Ni un día más ni un día menos!
Si su carta no es respondida por el Comandante General de las FF. AA., le ruego que haga suya esta respuesta de una parte de las FF. AA. que no han perdido la esperanza de contar en el plazo más breve posible con un gobierno al que le interese la vida del pueblo boliviano y con un ministro de defensa honesto, respetuoso, competente y digno como para representar el prestigio histórico de nuestras FF. AA. y sepa enfrentar los complejos desafíos del mañana.
Sin otro particular, me despido con las atenciones más distinguidas».