Una nación con numerosos cultivos de coca que derivan en enfrentamientos a muerte entre bandas ilegales y que dejan a la población en medio de fuego cruzado, obligándolos a huir de sus hogares
El petróleo es la principal fuente energética que existe y, quizás, la más importante en la historia de la humanidad. Por eso los ojos del mundo están posados hoy sobre Venezuela y no sobre Colombia. Pero, ¿por qué comparar la situación en ambos países?
Bueno, como Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, los más grandes buitres -Estados Unidos, sus aliados, transnacionales, grandes medios y organismos internacionales- se manifiestan alarmados por la crítica situación económica que atraviesa el país que vio nacer a Simón Bolívar.
La realidad es que se trata de una falsa preocupación de su parte, un doble rasero al cual nos tienen acostumbrados.
Sucede que, al mismo tiempo, ninguno habla de Colombia, la principal fuente de cocaína del mundo, el país con el índice más grande de desplazados internos en la última década, uno de los más desiguales y más peligrosos para el desempeño de líderes sociales y defensores de los derechos humanos.
Días atrás, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur, por su sigla en inglés) publicó su informe “Tendencias Globales. Desplazamiento forzado en 2018”.
En su informe, el organismo estima que para finales de 2018 unos “41,3 millones de personas estaban en situación de desplazamiento interno debido a conflictos armados, violencia generalizada y violaciones a los derechos humanos”, según cálculos del Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC).
La cifra revelada por Acnur supone un ligero aumento frente a los 40 millones reportados en 2017.
El líder indiscutible
Desde 2015, Colombia lidera el ranking de países con mayor número de población desplazada internamente, superando a naciones que han sido invadidas militarmente.
En 2018, la nación cafetera registró hasta 7 millones 816 mil 500 desplazados dentro de su territorio, de acuerdo con las estadísticas del Gobierno.
A esa cifra se llegó luego de que se reportaran en esos 12 meses al menos 118 mil 200 nuevos desplazamientos, especialmente en la región del noreste en la frontera con Venezuela, la costa del Pacífico que colinda con Panamá y los departamentos de Norte de Santander, Nariño, Antioquia y Chocó.
En el caso de los departamentos, son regiones que actualmente están ocupadas por guerrillas, paramilitares y organizaciones que se dedican al crimen organizado y al narcotráfico.
Precisamente, en esos territorios existe presencia de cultivos de coca que derivan en enfrentamientos a muerte entre bandas ilegales que dejan a la población en medio de fuego cruzado, obligándolos a huir de sus hogares.
Según el informe, en los departamentos mencionados al menos 4.461 familias se han visto afectadas. A todo ellos se suma que persiste la vulnerabilidad para líderes sociales y defensores de los derechos humanos en la región.
Adicionalmente, Acnur reporta que en 2018 no acompañó ningún retorno de desplazados a sus lugares de origen en Colombia, situación que contrasta con la de países como Irak, donde participaron en procesos en medio de los cuales casi un millón de personas retornaron a sus tierras.
En general, sumando desplazamientos internos y externos (a otros países), Colombia, con más de ocho millones de víctimas, ocupa el segundo lugar en el mundo, después de Siria, que tiene 13 millones de desplazados forzosos.
Siria, víctima de la guerra
De acuerdo con el informe de Acnur, Siria sigue ubicada en el segundo lugar de ese listado, debido a los 256 mil 700 nuevos desplazamientos registrados en 2018, para totalizar 6 millones 182 mil 900 ciudadanos en esa condición.
Por un lado, las hostilidades en Guta Oriental y Afrin llevaron a desplazamientos masivos hacia Damasco Rural y el norte de Siria. Por otro, la escalada de tensión en el sur obligó a la población a huir a Jordania y al Golán.
En tanto, los ataques con artillería y las luchas internas entre fuerzas no estatales en el noroeste y en Deir-ez-Zor (sureste) causaron varias olas de desplazamientos hacia Idlib, donde se registraron más de la mitad de ellos.
África sigue en estado crítico
Acnur también reveló que la población de desplazados internos en la República Democrática del Congo continúa en aumento, ascendiendo a 4 millones 516 mil 900 a finales del años pasado, periodo en el cual se registraron 322 mil nuevos desplazamientos.
Las causas, en este país africano, son los conflictos activos y la incertidumbre política aumentada por las elecciones próximas.
En el caso de Somalia, vivió un aumento significativo de desplazamientos internos, con 602 mil 700 el año pasado, para alcanzar los 2 millones 648 mil en total, la cuarta cifra más alta en el mundo.
El conflicto armado y la inseguridad alimentaria son los principales motivos que llevan al desplazamiento en Somalia, donde las áreas urbanas concentran cerca del 80 % de los desplazados internos.
Incluso allá donde la violencia había cesado, muchos son reacios a retornar debido al miedo a represalias y a la disponibilidad limitada de servicios sociales y de oportunidades de vida. La violencia sexual y de género, el reclutamiento infantil y los ataques a áreas e infraestructura civiles siguieron siendo las señas predominantes de la crisis humanitaria.
En Etiopía también hubo un severo aumento de la población desplazada internamente, duplicando el índice del año predecesor y llegando a 2 millones 615 mil 800.
Las causas varían desde la violencia creciente, la pérdida de las condiciones mínimas de vida y el acceso limitado a servicios básicos que generan pobreza, inseguridad alimenticia y desempleo.
En Sudán del Sur el número de desplazados internos se mantuvo alto, aunque decreció ligeramente a 1 millón 878 mil 200. Ese descenso se debió, sobre todo, a movimientos secundarios hacia países colindantes, especialmente a Uganda, Sudán y Etiopía, más que a retornos.
Camerún vio cómo su población de desplazados internos se multiplicó por tres, de 221.700 en 2017 hasta 668.500 al final de 2018, con casi medio millón de desplazamientos nuevos.
Los habitantes del Extremo Norte fueron particularmente vulnerables debido a la pérdida de la propiedad, al acceso limitado a servicios y a la falta de confianza y estigmatización por parte de los miembros de la comunidad ante la sospecha de colaboraciones o de afiliaciones a Boko Haram.
En el caso de Irak, el número de desplazados internos descendió a 1,8 millones de personas al final. Aunque los retornos voluntarios, informados y en condiciones de seguridad continuaron como prioridad fundamental, se vio de forma cada vez más clara que la gran mayoría de los desplazados internos podría no retornar a sus zonas de origen.
Otros países con números significativos de desplazados en 2018 fueron la RCA (641.000). Azerbaiyán (620.400), Myanmar (370.300) y Georgia (282.400).
En total, en el transcurso de 2018, cerca de 5,4 millones de personas fueron forzadas a desplazarse dentro de sus países a causa de conflictos y violencia, de acuerdo con Acnur. Al final, la cifra muestra un descenso significativo en comparación con 2017 (8,5 millones) y es similar a la de 2016 (4,9 millones).
Una realidad invisibilizada
Es así como la comunidad internacional centra su preocupación en países como Siria, el Congo, Somalia o Venezuela, mientras es Colombia el país con mayor número de desplazados forzosos dentro de su propio territorio.
Al respecto, Acnur define a los desplazados internos como «las personas más vulnerables del mundo», debido a que siguen bajo la tutela de su propio Estado, aunque en ocasiones sea el mismo responsable de su huida, según reseña la agencia Sputnik.
En declaraciones ofrecidas al diario El Tiempo, Felipe Vernaza, defensor delegado para la Población en Movilidad Humana, consideró preocupante este fenómeno, y denunció que las causas detrás del aumento reciente están ligadas a la falta de presencia estatal en las zonas de las que salieron las FARC tras el acuerdo de paz.
“La constante es la falta de presencia de Gobierno facilitó que los nuevos grupos que quieren estar en donde antes estaban las FARC hayan generado nuevos enfrentamientos y amenazas”, indicó.
Además, Vernaza también puso en evidencia a las víctimas en confinamiento, aquellas que no pueden salir de sus territorios por riesgos o amenazas y que hoy afectan principalmente a comunidades indígenas y afrocolombianas.
Al respecto, señaló que además de conflictos entre grupos armados, las minas antipersonas generan confinamiento, ya que las bandas criminales están volviendo a sembrar estos artefactos para impedir a comunidades transitar por ciertas zonas.