En pleno arranque del proceso de reincorporación de los excombatientes de las Farc, llega un nuevo insumo que servirá para orientar las políticas del gobierno colombiano con relación a los miles que dejaron las armas el pasado 27 de junio: se trata del censo socioeconómico, realizado por la Universidad Nacional de Colombia, y que caracterizó a la comunidad de la recién desarmada guerrilla en el país.
No se trata de un censo poblacional; por lo tanto, los 10.015 guerrilleros a los que se les realizó la encuesta —entre combatientes (55 %), milicianos (29 %) y privados de la libertad (16 %)— no significan el número total de miembros que forman parte de las Farc.
También se debe señalar que, entre el universo de encuestados, 9.929 son colombianos. El resto, proviene de Venezuela (54), Ecuador (16), Brasil (8), Chile (2), Argentina (1), Holanda (1), Panamá (1), República Dominicana (1) y Francia (1). De esta manera, en datos gruesos, el 77 % de los guerrilleros que formaron parte del censo socioeconómico son hombres y el 23 %, mujeres. Asimismo, el 66 % es de origen rural; el 19 %, urbano, y el 15%, urbano-rural.
Por otro lado, el 90 % de los miembros de esa guerrilla saben leer y escribir; el 57 % tiene educación básica primaria; el 21 %, secundaria; el 8 %, media vocacional, y el último 3 %, educación superior. Sólo el 11 % de los encuestados no tienen ningún tipo de educación, informa El Espectador.
En esa misma línea, hay una cifra preocupante: el 77 %, hoy, no tiene una vivienda para habitar. Estos datos son, sin duda, vitales para pensar en lo que debe ser prioridad para los proyectos productivos de reincorporación.
Para Alejo Vargas, profesor de la Universidad Nacional y una de las personas que estuvo al frente del proyecto, hay elementos importantes para destacar dentro de las falencias, como el nivel educativo. “Hay un grueso de población base que sólo tiene formación primaria, lo que corresponde a la fuerte presencia campesina que históricamente ha caracterizado a las Farc. Hay un “saber hacer” que no necesariamente es educación formal”, señala.
En esa misma dirección, Vargas explica que muchos de los excombatientes tienen experiencia en enfermería, medicina de guerra, manejo de economía doméstica o las finanzas en los diferentes frentes, y que ese conocimiento específico debe ser utilizado en los proyectos de reincorporación.
Por su parte, Joshua Mitrotti, director de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, señala que esta primera fotografía de la comunidad de las Farc da luces para diseñar una política pública que sea responsable tanto con los excombatientes como con las comunidades aledañas a los proyectos productivos. No obstante, reconoce que los retos mayores para el gobierno de Colombia serán los complejos temas de alfabetización, estabilización emocional, reunificación familiar y revalidación de saberes.
El estudio también indagó sobre el entorno familiar de los excombatientes. Por ejemplo, el 46 % dijo no tener hijos, mientras que el 54 % tiene al menos un hijo. Entre los guerrilleros con descendencia, el 86 % tiene entre uno, dos y tres hijos.
También se exponen las limitaciones de algunos de los miembros de la guerrilla: de los 3.305 que presentan al menos una, la mayoría tiene problemas visuales, cardíacos o respiratorios. En menor proporción están los problemas auditivos, de aprendizaje o de habla.
De igual forma, se les indagó sobre los tipos de proyectos en los que les gustaría participar dentro del proceso de reincorporación a la vida civil. De allí, el 60 % tiene interés en actividades agropecuarias en granjas integrales; un 39 %, en programas de construcción y mejoramiento de viviendas y un 37 %, en construcción y mantenimiento de vías, escuelas o puestos de salud, entre otros. Por debajo del 30 % se ubicaron intereses en guía turística, sustitución de cultivos ilícitos, desminado humanitario y explotación minera.