Por Vijay Prashad y Manolo De Los Santos / Globetrotter
El 27 de septiembre de 2022, un ciclón tropical – el huracán Ian – golpeó la provincia occidental cubana de Pinar del Río. Los vientos sostenidos de alrededor de 200 km/h permanecieron sobre Cuba durante más de ocho horas, derribando árboles y líneas eléctricas, y causando daños nunca vistos antes en ciclones tropicales.
Después, el huracán permaneció sobre las cálidas aguas del Golfo de México, recuperando energía antes de golpear la isla estadounidense de Cayo Costa, en Florida, con vientos de aproximadamente 249 km/h. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) lo calificó como “uno de los peores huracanes que han azotado la zona en un siglo”.
El Centro de Predicción Climática de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica declaró que este año será la “séptima temporada consecutiva de huracanes por encima de la media”. Tanto Cuba como Florida se han enfrentado a la furia de las aguas y los vientos y tras esto se esconde la ferocidad de la catástrofe climática.
“La ciencia del clima es cada vez más capaz de demostrar que muchos de estos fenómenos meteorológicos extremos que estamos experimentando se han vuelto más probables y más intensos debido al cambio climático inducido por el hombre”, dijo el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.
Preparar y aliviar
Cuba, según la OMM, es uno de los “líderes mundiales en términos de preparación para huracanes y gestión de desastres”. Esto no fue siempre así. El 4 de octubre de 1963 el huracán Flora golpeó la costa oriental de la isla. Cuando las noticias del ciclón que se acercaba llegaron a Fidel Castro, éste ordenó inmediatamente la evacuación de los hogares de las personas que vivían en la trayectoria proyectada (en Haití, el ex dictador François Duvalier no llamó a la evacuación, lo que provocó la muerte de más de 5.000 personas). Castro se apresuró a llegar a Camagüey, y estuvo a punto de morir en el río Cauto cuando su vehículo anfibio fue golpeado por un tronco a la deriva. Dos años más tarde, en su obra El socialismo y el hombre en Cuba, el Che Guevara escribió que el pueblo cubano dio muestras “excepcionales de valor y sacrificio” al reconstruir el país tras la devastación causada por Flora.
En 1966, el Gobierno cubano creó el Sistema de Defensa Civil para estar preparados ante fenómenos meteorológicos extremos como los huracanes, y, también, ante la aparición de epidemias. Utilizando la ciencia como base para su preparación ante los huracanes, el Gobierno cubano fue capaz de evacuar a 2 millones de personas cuando el huracán Iván se acercó a la isla en 2004. Como parte de la gestión de catástrofes, toda la población cubana participa en simulacros, y las organizaciones de masas cubanas (la Federación de Mujeres Cubanas y los Comités de Defensa de la Revolución) trabajan de forma integrada para movilizar a la población para responder a las catástrofes.
El día anterior al paso del huracán Ian por Cuba, 50.000 personas fueron evacuadas y llevadas a 55 refugios. No había vehículos privados ni transporte público en las calles. Se movilizaron brigadas de trabajo para reanudar el suministro eléctrico tras el paso de la tormenta. En Artemisa, por ejemplo, el Consejo Provincial de Defensa se reunió para discutir cómo reaccionar ante las inevitables inundaciones. A pesar de los esfuerzos realizados por los cubanos, tres personas murieron a causa del huracán, y la red eléctrica sufrió daños importantes.
Toda la isla, incluida la capital, se quedó sin electricidad durante más de tres días. La red eléctrica, que ya sufría por la falta de reparaciones importantes, se colapsó. Sin energía, los cubanos tuvieron que desechar alimentos que precisaban ser refrigerados y fue difícil garantizar cada comida, entre otras dificultades. El 1 de octubre, menos de cinco días después de la llegada a tierra, el 82% de los residentes de La Habana habían recuperado la electricidad, y se seguía trabajando en la parte occidental de la isla (el tiempo sin electricidad en Puerto Rico, que fue azotado por el huracán Fiona el 18 de septiembre, es mayor: un cuarto de millón de personas seguían sin electricidad más de dos semanas después).
El impacto a largo plazo del huracán Ian aún no se ha evaluado, aunque algunos creen que el coste de los daños superará los mil millones de dólares. Más de 8.500 hectáreas de cultivo han sido afectadas por las inundaciones, siendo el cultivo del plátano el más afectado. El problema más dramático lo tendrá la industria tabacalera cubana, ya que Pinar del Río – donde se destruyeron 5.000 fincas – es su núcleo (con el 65% de la producción de tabaco del país). Hirochi Robaina, un tabaquero de Pinar del Río, escribió: “Fue apocalíptico. Un verdadero desastre”.
Bloqueo
México y Venezuela se comprometieron inmediatamente a enviar materiales para ayudar a la reconstrucción de la red eléctrica en la isla. Y todas las miradas se dirigieron a Washington, no sólo para ver si enviaba ayuda, que sería bienvenida, sino también para ver si retiraba a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo y ponía fin a las sanciones impuestas por los Estados Unidos. Estas medidas hacen que los bancos, tanto en los Estados Unidos como en otros países, se muestren reacios a procesar cualquier transacción financiera, incluidas las donaciones humanitarias.
Los Estados Unidos tienen un historial desigual en cuanto a la ayuda humanitaria a Cuba. Tras el huracán Michelle (2001), el huracán Charley (2004) y el huracán Wilma (2005), EEUU ofreció ayuda, pero ni siquiera levantó temporalmente el bloqueo. Tras el incendio de una instalación de almacenamiento de petróleo en Matanzas en agosto de 2022, los Estados Unidos ofrecieron unirse a México y Venezuela para ayudar a los cubanos a apagar el fuego. El viceministro de Asuntos Exteriores de Cuba, Carlos Fernández de Cossio, agradeció “profundamente” el gesto, pero la administración del presidente estadounidense, Joe Biden, no lo cumplió.
En lugar de levantar las sanciones, aunque sea por un período limitado, el Gobierno de los Estados Unidos se sentó a observar cómo fuerzas misteriosas de Miami desataban un torrente de mensajes de Facebook y WhatsApp para movilizar hacia la calle a los cubanos desesperados. Washington no desaprovecha ni un momento para intentar desestabilizar la situación en Cuba, utilizando incluso una catástrofe natural (una historia que se remonta a 1963, cuando la Agencia Central de Inteligencia reflexionaba sobre cómo aprovechar los desastres naturales para obtener beneficios políticos). “La mayor parte de la gente no grita libertad”, nos dijo una persona que observó una de estas protestas. “Piden poder y comida”.
Este artículo fue producido para Globetrotter.
Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. También es miembro senior no-residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of U.S. Power (con Noam Chomsky).
Manolo De Los Santos es codirector ejecutivo del People’s Forum e investigador del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Coeditó, recientemente, Viviremos: Venezuela vs. Hybrid War (LeftWord Books/1804 Books, 2020) y Comrade of the Revolution: Selected Speeches of Fidel Castro (LeftWord Books/1804 Books, 2021). Es co-coordinador de la Cumbre de los Pueblos por la Democracia.