El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, revocó este domingo 22 de abril el decreto sobre pensiones propuesto, de cara a facilitar el diálogo en el país. Dando muestras de su interés en poner fin a la ola de violencia generada por grupos de derecha, entre ellos los medios de comunicación y la iglesia, dijo: «Queda la mesa limpia para sentarse a tratar el tema», precisando que será necesario el «diálogo para sacar una nueva resolución que nos asegure mejorar el sistema de pensiones».
Repudiando el caos proveniente de pequeños grupos desestabilizadores, que por cuatro días de protestas se han cobrado la vida de al menos 10 personas, el primer mandatario nicaragüense recordó la necesidad de «restablecer el orden. No podemos permitir que aquí se imponga el caos y los saqueos».
También extendió su solidaridad a los familiares de las víctimas, haciendo un llamamiento al pueblo nicaragüense para que «cesen los actos de violencia. El diálogo es fundamental para resolver cualquier conflicto».
En su preocupación por lo ocurrido en Nicaragua, el papa Francisco se ha plegado a la solicitud de Ortega: «porque eso es lo que queremos, que cese la violencia», contrario al deseo de otros líderes religiosos locales, como el cardenal Leopoldo Brenes u otros obispos y religiosos, que en lugar de llamar al diálogo salen a las calles a avivar los ánimos.
De hecho, El País de España citó en una de sus notas informativas a Giselle Gómez, una religiosa de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, que no pedía oración y cordura, como establece su doctrina, sino incitaba a manifestarse. «El presidente es cínico, no tiene conciencia», dijo la religiosa que parece no creer en el diálogo como la mejor salida a cualquier crisis.
El detonante de la desobediencia proviene luego de que el gobierno aprobara el 16 de abril la reforma al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) que supone nuevas tasas de aportes al seguro social. Dos días más tarde se iniciaron las protestas en focos puntuales.
El País es uno de los medios de comunicación que se han plegado al desprestigio del Presidente nicaragüense, reforzando la tesis de que «las protestas, duramente reprimidas por la policía y las huestes sandinistas, se han cobrado al menos 30 muertos, entre ellos un periodista mientras informaba en la calle».
Los empresarios avivaron la polémica, rechazando la propuesta del gobierno central, exigiendo el fin de lo que ellos consideran «represión». Su preocupación radica en que las medidas en discusión obligarían a éstos a cumplir con un mayor pago de aranceles.
Como ocurriera en Venezuela en abril de 2017, los medios foráneos y locales cierran filas, esta vez reforzando la tesis de la violenta represión de las fuerzas antidisturbios y las huestes motorizadas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, en el Gobierno), «conocidas como turbas», según cita El País, refiriéndose a quienes apoyan al gobierno legítimo, para avivar la lucha y mantener caliente los ánimos.
«Dictadura», «represión», «violador de Derechos Humanos», «protestas pacíficas», son algunas de las palabras que se repiten estratégicamente en las informaciones emanadas con claro interés de crispación, propinándoles credibilidad a partir del recordatorio del asesinato del periodista, Ángel Ganoa, víctima certera y lamentable durante las manifestaciones que es utilizada estratégicamente como bandera para alimentar la ira y el repudio. El mismo fue alcanzado por un disparo en la cabeza mientras cubría la desestabilización convocada en la ciudad de Bluefields, en la Región Autónoma Caribe Sur.