A tres años de su desaparición física, Eduardo Galeano es recordado por el contenido político contundente de su obra, tanto así que sus frases siguen retumbando en el continente americano, siendo considerada su voz como una de las más importantes de la literatura latinoamericana contemporánea.
Algunas de sus frases más representativas, recogían su ideal y marcada posición política de izquierda: “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, es una de las citas extraídas de El libro de los abrazos, donde el autor llama de forma contundente en síntesis a la autoobservación y el cambio con relación a la identidad del ser humano.
«El sistema no ha previsto esta pequeña molestia: lo que sobra es gente. (…) El sistema vomita hombres. Las misiones norteamericanas en América Latina esterilizan masivamente mujeres y siembran píldoras, diafragmas, espirales, preservativos y almanaques marcados, pero cosechan niños». De su libro Las venas abiertas de América Latina, Galeano sentenció a través de este fragmento al modelo capitalista y su influencia sobre la alienada sociedad latinoamericana en una suerte de colonización que perduró en el tiempo.
«La historia de América Latina es la historia del despojo de los recursos naturales”, es otra de las frases usadas por el mismo autor para referirse a su libro Las venas abiertas de América Latina en la cual respondió sin titubeo a una periodista chilena en 2013.
«Hugo Chávez es un demonio. ¿Por qué? Porque alfabetizó a dos millones de venezolanos que no sabían leer ni escribir, aunque vivían en un país que tiene la riqueza natural más importante del mundo, que es el petróleo«. En este artículo sobre La demonización de Chávez, Galeano ironizó sobre la mediática internacional y llegó a contraponer su línea de pensamiento a la del autor derechista Vargas Llosa, quien habría trabajado como colaborador de Galeano por la época del 60 en el semanario Marcha.
A través de la escritura Galeano no tuvo medias tintas para exponer su forma de pensar sobre el mundo. Este uruguayo, cuya obra se caracterizó por “estar siempre y de forma inquebrantable del lado de los condenados”, por escuchar y transmitir su testimonio mediante la poesía, el periodismo, la prosa y el activismo político, consideraba que «la caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo».
«La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar» es otra de sus frases más recordadas, al igual que cuando hablaba de su escritura: «Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué”.
Dentro de sus libros más conocidos se encuentran Las venas abiertas de América Latina (1971) y Memoria del fuego (1986), los cuales fueron traducidos en más de una veintena de idiomas alrededor del mundo.
Con sus libros trascendió los géneros ortodoxos y combinó documental con ficción, periodismo, análisis político e historia, y, por supuesto, sus frases perdurarán en el tiempo a través de su obra.