Adrián Martínez Moreira es señalado como un impostor serial y su vida es considerada una mentira; se hizo pasar por hijo de una pareja militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) argentino que había sido secuestrada en Paraguay durante la última dictadura de ese país para cobrar indemnizaciones.
Moreira declaró ante la Justicia federal en la causa Plan Cóndor y ahí empezó a desplegar su modus operandi. Bajo esta estrategia, les ofrecía su oficio como supuesto abogado para representarlas ante el Estado.
Para conseguirlo, falsificaba constancias de juzgados federales y adulteraba declaraciones de víctimas reales con nombres ficticios. Después de una ardua investigación que lleva años y sigue en curso, fue procesado junto a otras cuatro personas cómplices de su engaño, según consignó el diario Clarín.
«Unimos todas las piezas porque era un rompecabezas. Habían distintos elementos desperdigados en muchos lugares», le declaró al citado medio, Federico Efron, director nacional de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Derechos Humanos.
Impostor se hizo pasar durante 10 años por hijo de desaparecidos
El verdadero nombre del sujeto es Matías Ezequiel López y no nació en 1986, sino en 1993. Pero usó su falsa identidad para engañar durante años a víctimas reales de la dictadura y así representarlas ante el Estado argentino.
«Hubo que hacer un trabajo profundo y cuidadoso para no otorgar un reconocimiento a alguien que no fue víctima ni tampoco rechazar a otra que realmente fue», detalló Efron a Clarín,
La maniobra tenía como objetivo cobrar por reparaciones económicas como víctimas de delitos de lesa humanidad.
Según se pudo conocer, Adrián (Matías) sería el timonel de una banda delictiva, y su primera declaración formal data de 2013, cuando introdujo hechos falsos en el proceso de juzgamiento de crímenes de lesa humanidad. Para lograrlo, había recopilado información sobre causas y nombres de víctimas reales. Así consiguió que un juez civil le otorgase la supuesta identidad que le permitió engañar al Estado argentino por 10 años.
Según el relato revalidado por la Justicia en ese momento, sus padres habían sido secuestrados en 1988 y él, con dos años, fue apropiado por un militar argentino. Una investigación posterior de la unidad especializada para casos de apropiación de niños contradijo esta versión. Hubo más porque se llegó a encontrar a su hermana biológica, pero él se negó a hacer una prueba genética.
Su verdadero nombre es Matías Ezequiel López y no nació en 1986, sino en 1993. Pero usó su falsa identidad para engañar durante años a víctimas reales de la dictadura y así representarlas ante el Estado argentino. “Hubo que hacer un trabajo profundo y cuidadoso para no otorgar un reconocimiento a alguien que no fue víctima ni tampoco rechazar a otra que realmente fue”, dijo Efron.
El modus operandi con esas víctimas reales consistía en engañarlas diciendo que era abogado y que tenía contactos para solucionar todo rápido. Así lograba la representación: presentaba amparos por mora contra el Estado nacional para que los expedientes salgan velozmente.
También se encontraron documentos en expedientes por víctimas falsas. El plan era sumar documentos para mostrarles a los damnificados el poder que tenía a la hora de reclamar resarcimientos.
“Hacía un amparo por mora, empezaba un expediente de reparatoria, luego una certificación trucha del Archivo Nacional de la Memoria, otro de un legajo de Conadep. Y así iba avanzando y engañando a las víctimas reales sobre la suerte de sus familiares”, indicó el representante de la Secretaría de Derechos Humanos, que se presentó como querellante.
La táctica de Martínez Moreira incluía también visitas a familiares de desaparecidos con la finalidad de lazos afectivos con ellos. Su plan era obtener información para después usarla a su manera.
“Se inventó una historia para tener vínculo con las víctimas de desaparecidos, antedatar su nacimiento y construir esta mentira”, agregó Efron.
Ante la consulta sobre la existencia de algún tipo de trastorno mental, fuentes de la investigación le afirmaron a este diario que Martínez Moreira “comprende perfectamente lo que hace, diferencia entre el bien y el mal”.
El Juzgado Federal de la Ciudad de Buenos Aires procesó a Adrián junto con sus cómplices: Omar Enrique Ramón García, Leticia Concepción Gaete, Nicole Carolina Garrido Piris y Susana Claudia Feldman. Están acusados de integrar una organización criminal que se dedicaba a falsificar pruebas en juicios por crímenes de lesa humanidad.
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