La estatua del bandeirante (pionero/explorador) Manuel Borba Gato fue quemada la jornada de este sábado en la ciudad de São Paulo. La acción fue reivindicada por el colectivo Revolução Periférica argumentando que el monumento representa la explotación y aniquilación de los indígenas de Brasil y de las personas que fueron esclavizadas en África.
El monumento fue levantado en 1963 en homenaje a Manuel de Borba Gato (1649-1718), quien era considerado hasta hace pocos años en la historia brasileña como pionero en la colonización y establecimiento de pueblos al interior de lo que es hoy el Estado de São Paulo, motivado fundamentalmente por la exploración minera en el siglo XVIII.
La acción se enmarca en la ola mundial de tumbado y remoción de estatuas de colonizadores, militares y esclavistas, que tuvo su primer foco en Chile a partir de la revuelta de Octubre de 2019 y cobró vigor tras las revueltas contra el racismo en EE.UU. y Reino Unido en junio de 2020. Eventos similares han ocurrido en las intensas protestas realizadas en Colombia en el presente año, en donde pueblos indígenas como el Misak han derrumbado efigies de conquistadores españoles.
BORBA GATO: GENOCIDIO Y ESCLAVISMO DE INDÍGENAS
En Brasil, la representación de los pioneros como símbolo del Estado de São Paulo cobró fuerza durante el primer gobierno de Getúlio Vargas (1930-1934), cuando el proyecto que siete años después sería llamado Estado Novo buscó en las figuras de los bandeirantes (exploradores) un símbolo para reforzar la identidad de los habitantes del interior de Brasil.
La estatua fue realizada por el escultor Julio Guerra, tardando seis años en ser construida. Mide 13 metros de altura y pesa 20 toneladas. En su interior fierros le dan sustento y varias partes estaban rellenas de yeso.
Sin embargo, recientemente se ha destacado el rol de Borba Gato en matanzas y esclavización de indígenas y afrobrasileños, además del saqueo de aldeas y la violación de mujeres. Su accionar es considerado hoy como un genocidio racista sobre grupos étnicos diferentes.
En los último años el monumento pasó a ser el blanco de las protestas que reclamaban sobre el papel del bandeirante en el exterminio de los pueblos indígenas y de origen afro.
Ya en septiembre de 2016 la estatua fue rayada, al igual de el Monumento ás Bandeiras, obra del escultor Vítor Brecheret en el Parque do Ibirapuera, encargada originalmente en 1921 e inaugurada en 1953, en plena dictadura militar. La obra de 50 metros de largo y 16 de altura representa a los bandeirantes en su avance hacia el interior de Brasil, mostrando figuras de portugueses a caballo, negros esclavizados, mamelucos e indígenas convertidos al cristianismo.
La intervención a la figura de Beira Gato se inició cuando varios jóvenes arrojaron decenas de neumáticos y luego líquidos inflamables, a los que prendieron fuego en la base de la estatua. La composición del monumento hizo que prendiera rápido, generando una intensa columna de humo en el barrio de Santo Amaro, localizado en el sur de capital paulista.
Peticiones realizadas hace años atrás por movimientos indígenas guaraníes reclamaban que Borba Gato, “fue un esclavista responsable de la muerte de pueblos indígenas durante la interiorización del territorio brasileño. Hoy, la estatua de Borba Gato, ubicada en el barrio homónimo del distrito de Santo Amaro, rinde homenaje a su biografía genocida ”.
La acción fue reivindicada por el grupo Revolución Periférica, que antes ya había colocado carteles en la ciudad llamando la atención con la pregunta: “¿Sabes quién era Borba Gato?”.
Natanael Araujo, doctorando en Antropología Social de la UNICAMP e investigador del Núcleo de Direitos e Democracia de Cebrap, considera que la acción realizada contra el monumento a Borba Gato es “parte de un conjunto más amplio de manifestaciones populares periféricas que han ido ganando fuerza junto a las demandas de juicio político del actual gobierno del presidente Jair Messias Bolsonaro”.
Según Araujo, “la acción revisa la historia de una nación marcada por la colonización, explotación, racismo y esclavitud, tanto de negros traídos de diferentes países del continente africano como de habitantes indígenas del territorio que se convirtió en Brasil”.
Araujo agrega que la intervención es “expresión de los profundos cambios que ha experimentado la sociedad brasileña desde la segunda mitad del siglo XVIII, cuando Borba Gato actuó bajo la aprobación de la líderes de la época, hasta nuestra época de luchas de los movimientos sociales por la conquista, expansión y mantenimiento de los derechos humanos, derechos actualmente amenazados por el conjunto de medidas políticas sancionadas por el actual gobierno federal”.
En tanto, el nombre del bandeirante genocida también designa al 2º Batalllón de Ingenieros de Combate, establecido en Pindamonhangaba (SP).
LA REVUELTA DE OCTUBRE CHILENO Y LA CAÍDA DE ESTATUAS
Desde octubre de 2019 con las protestas iniciadas en Chile comenzó una oleada de derrumbes de estatuas que representan el colonialismo en América. Ya el 19 de Octubre, un día después de iniciada la revuelta, fue derrumbada la efigie del fundador de La Serena, Francisco de Aguirre, siendo posteriormente colocada en el plinto que soporta la estatua la figura de una mujer diaguita.
La doctoranda en Historia de las Ciencia del IHC-UAB, Carolina Miranda González, considera que “el derrumbe de estatuas es un hecho que ha ocurrido otras veces en la historia, sobre todo cuando han caído regímenes políticos. En el caso de Chile la caída de estatuas en distintas ciudades que comenzó en la Serena cuando cayó la estatua del invasor Francisco de Aguirre, representa una interpelación y un cuestionamiento a la historia oficial, una historia que ha sido construida por una elite masculina y oligarca, además de colonialista y sobre la que se ha estructurado el sistema político social chileno”.
“Lo que viene a ser este derrumbamiento es un cuestionamiento a ese relato, botando de ese modo estatuas e iconografía urbana que remitía a ciertos consensos que se creían como naturales, pero que han sido impuestos históricamente”- agrega la historiadora que vive en La Serena.
En los días siguientes fueron cayendo las estatuas de Pedro de Valdivia instalada en el centro de Temuco. Junto a la figura del conquistador español también cayó la de Diego Portales, cuya cabeza acabó siendo colgada en el brazo del monumento a Caupolicán.
En Concepción cayó también una efigie de Pedro de Valdivia, fundador de la ciudad en 1550. En esta ocasión la multitud tras varios intentos infructuosos lograron derribar el monumento, la que fue empalada en una estaca y quemada a los pies de la estatua en homenaje a Lautaro.
En Arica fue derrumbada una escultura en piedra hecha en 1910 en honor a Cristóbal Colón. En tanto que en Punta Arenas la estatua del genocida del pueblo selknam, José Menéndez, también fue destruida y arrastrada hasta el monumento que representa a los indígenas de la Patagonia.
Ocurrió algo similar también en Collipulli y en Lumaco, en donde el busto de bronce del general Cornelio Saavedra fue destruido. Saavedra representa una trágica tradición del Ejército chileno. Es reconocido por su participación en la invasión de Perú por las tropas chilenas en la Guerra del Salitre, siendo posteriormente enviado para la invasión del territorio mapuche en 1883, en lo que se conoce como el avance de la frontera. Saavedra desde 1861 que había propuesto un plan de “pacificación de la Araucanía” al gobierno chileno, que no era otra cosa que absorber el territorio mapuche para el Estado invadiéndolo militarmente.
La historiadora Carolina Miranda observa que “hay una revalorización de lo indígena, de las mujeres. No es menor que la estatua de Francisco de Aguirre haya sido reemplazada por la figura de una mujer diaguita, la que luego fue quemada. La revuelta social así demuestra que va más allá de los 30 pesos, más allá de los 30 años y cuestiona la estructura en la que se ha construido el Chile republicano”.
Según un artículo publicado por The Guardian en noviembre de 2019, se contabilizaban más de 70 monumentos y esculturas derribadas en lo que iba del levantamiento social chileno. Principalmente eran figuras de colonizadores españoles y militares instalados como héroes por la historia oficial tras la Guerra del Salitre con Perú y Bolivia.
El monumento que generó más tensión fue el del general Manuel Baquedano, instalado en la Plaza del mismo nombre, rebautizada como Plaza Dignidad tras el estallido de Octubre. La plaza se convirtió en el epicentro de la revuelta contra el gobierno de Sebastián Piñera, tornándose la estatua Baquedano el blanco principal de quienes protestaban.
Baquedano en la década de 1860 participó como teniente coronel en la llamada campaña del Malleco y de Renaico que comenzó la invasión del territorio mapuche. Luego, siendo ya general, estuvo a cargo de la invasión de la ciudad de Lima en la Guerra del Salitre, cuando el Ejército chileno dejó un saldo de destrucción, saqueos, violaciones y asesinatos masivos en la capital peruana.
Tras sucesivos intentos, en marzo de 2021 tras el intento de cortar las patas del caballo de la estatua con una motosierra, el gobierno decidió retirarla del lugar. En la noche del jueves 11 de marzo una grúa acompañada por camiones terminaron sacando la figura de Baquedano tras 93 años de permanencia en la memoria de los santiaguinos.
La mantención del plinto que sustentaba el monumento al militar tras su retiro se transformó luego en el foco de protestas, siendo levantado un muro perimetral en torno de un monumento vacío.
OLA DE DERRUMBES DE SÍMBOLOS COLONIALES
La ola de derrumbe o retiro de estatuas de colonizadores, militares o esclavistas por parte de multitudes fue un fenómeno que si bien tuvo su epicentro en el Chile de Octubre de 2019, se extendió en el norte del mundo con las protestas ocurridas en EE.UU. tras el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de policías racistas en mayo de 2020 en Minneapolis.
En EE.UU. e Inglaterra los manifestantes han puesto el blanco en monumentos que homenajean figuras de la época imperial y asociadas al comercio de esclavos. En la Placita Olvera de Los Ángeles colectivos indígenas junto a Black Lives Matter tumbaron la estatua de Junípero Serra, fraile español fundador de las misiones católicas de California; en San Francisco también fue derrumbada la efigie del fraile junto con la de los esclavistas Ulysses Grant, general de las fuerzas de la Unión en la Guerra Civil y posteriormente presidente; y otra de Francis Scott Key, autor del himno nacional de Estados Unidos. También fueron echadas abajo figuras de George Washington y Thomas Jefferson, también esclavistas, en otras ciudades norteamericanas.
Sin embargo, la figura del navegante Cristóbal Colón ha sido en EE.UU. el principal blanco de los ataques contra monumentos. Colón consideraba en sus diarios a la población americana como una buena fuente de esclavos y cuando le tocó estar un tiempo en el continente, se transformó en un tirano que exigía cuotas mensuales de oro a todo indígena mayor de 14 años. En Boston, en junio de 2020, la cabeza de una estatua de Cristóbal Colón fue arrancada. En tanto que en Virginia manifestantes derribaron la escultura de Cristóbal Colón instalada en el Parque Byrd de Richmond, la que fue envuelta en una bandera a la que luego se le prendió fuego, siendo lanzada finalmente ardiendo al lago.
Las protestas empujaron el retiro por parte de consejos edilicios de varios monumentos de esclavistas o de confederados, como ocurrió en Raleigh, Carolina del Norte. En Washington la presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi, determinó la remoción de los retratos de cuatro ex presidentes vinculados la esclavitud en los estados sureños. En tanto que en En Charleston, Carolina del Sur, se anunció la remoción de la estatua dedicada a John Calhoun, ex vicepresidente y férreo defensor durante el siglo XVIII de la esclavitud. Ocurrió lo mismo con bustos de conquistadores españoles, como la de Juan de Oñate la que fue retirada tras un serio incidente en Albuquerque, localidad ubicada en Nuevo México.
En Reino Unido, también en junio de 2020, fue tumbada, arrastrada por las calles de la ciudad y arrojada al puerto de Bristol la estatua del comerciante y traficante de esclavos Edward Colston en protestas contra el racismo. Colston era activo integrante de la Royal African Company, dedicada al comercio de unos 80 mil hombres, mujeres y niños entre África y América, personas que fueron esclavizadas.
En Colombia, en las jornadas de protestas iniciadas en abril de 2021 contra el gobierno de Iván Duque, también conllevaron el derribo de estatuas de personajes coloniales. Al sur del país, en Cali el pueblo Misak tumbó un monumento al conquistador Sebastián de Belalcázar, reconocido genocida de los pueblos indígenas. Una figura del mismo personaje había sido derrumbado un año antes en Popayán.
En tanto que en las protestas de este año, en la norteña Barranquilla fue tumbada una estatua de Cristóbal Colón, en Neiva también cayó al suelo una dedicada al expresidente Misael Pastrana Borrero; en Manizales fue tumbada una efigie del político Gilberto Álzate Avendaño; y en Pasto se hizo caer un monumento de Antonio Nariño.
El antropólogo Nathanael Araujo también llama la atención respecto de que estatuas como la de Borba Gato, que fue “inaugurada a principios de los años sesenta, siguieron y aún carecen de elementos explicativos que informen a las personas y contextualicen el origen de la fortuna del esclavista y los medios utilizados para la construcción de su inmortalidad. Como expresión de orgullo y no de vergüenza, estatuas como estas impulsan a los ciudadanos a una contemplación ausente de los aspectos educativos que logran convertir la memoria, la historia y el recuerdo en un entredicho civilizador a favor de la democracia. En otras palabras, es una oportunidad de revisar que hechos como los protagonizados por estos personajes nunca vuelvan a suceder”.
Mauricio Becerra R.
El Ciudadano