Por fin llegó la fecha de la transmisión de mando. Durante las últimas semanas la espera se hizo insoportable por el desprestigio total del presidente saliente. Hasta el final estuvo presente el temor de que comprometiera más recursos en contratos onerosos y de que continuara con sus decisiones arbitrarias.
Ninguna posesión presidencial anterior había despertado tantas expectativas. A pesar del protocolo establecido por años, todo terminó siendo diferente.
Desde el día anterior llegaron muchos buses, procedentes de varias regiones del país, que se desplazaron para darle vida a un evento masivo de integración, político y cultural, denominado Colombia es Mujer.
El día señalado comenzó muy temprano con una alborada en la Plaza de Bolívar, por cuenta de la banda 19 de Marzo de Laguneta, Ciénaga de Oro. Al mejor estilo del Sinú, interpretó varios porros. Un concierto que conectó al presidente con su tierra y marcó desde muy temprano el carácter del evento.
Durante todo el día hubo una movilización social sin precedentes para esta ocasión. Por convocatoria del mismo presidente, la gente se desplazó hacia los parques y plazas de centro de Bogotá. Hubo múltiples espectáculos musicales y culturales. Las calles se volvieron una fiesta. Jóvenes y viejos pasaban de control en control, con alegría desbordada.
Un espectáculo similar sucedió en cerca de 130 ciudades y municipios del país. Aquí y allá el entusiasmo popular en respaldo a Petro y Francia fue contundente.
La convocatoria del nuevo gobierno a la participación multitudinaria de la población fue ratificada en su discurso. El presidente reafirmó que no va a aislarse de la gente, que necesita su movilización y respaldo permanente. Por supuesto, estar alerta. Llamó a dialogar en las regiones “sobre cómo no matarnos y cómo progresar”.
En cuanto a la ceremonia protocolaria en la Plaza de Bolívar, hubo también marcadas diferencias frente a las anteriores. Aparte de los invitados nacionales y extranjeros, concurrieron amplios sectores populares. En momentos decisivos del evento, se escucharon consignas directas: “Sí se pudo”, “Petro, amigo, el pueblo está contigo”.
La presencia de la guardia indígena, tan cercana al gobierno del cambio, envió un mensaje significativo, así como la supresión de la alfombra roja y del “besamanos”.
En desarrollo de la ceremonia, hubo momentos de tensión. El más importante se dio en torno a la espada de Bolívar. Fue la última contradicción entre los mandatarios saliente y entrante.
Después de su reunión con Duque hace un mes, Petro solicitó que la espada presidiera la posesión. Aunque se superaron varios trámites burocráticos, finalmente el domingo temprano el presidente saliente resolvió no autorizar el pedido. Por ello, una vez juramentado como presidente, Petro le ordenó al estamento militar que trajera la espada. Se hizo un receso para que se cumpliera con la orden, su primera orden, como en efecto sucedió.
Mucho se ha hablado de este episodio, que trasciende lo anecdótico. Señalemos dos puntos importantes. Primero, la espada de Bolívar, robada por el M19 y devuelta al Estado años atrás, representa el compromiso de esta guerrilla con el acuerdo de paz que se firmó en los inicios de los noventa.
Petro es hijo de ese proceso. En su carrera política la lucha por la paz ha sido su estandarte. La hija del comandante de la guerrilla asesinado meses después de firmar el acuerdo de paz le impuso la banda presidencial.
Segundo, la orden dada por el presidente recién posesionado al estamento militar, contradiciendo la orden de su antecesor, era una prueba de fuego. Las contradicciones existentes por el pasado guerrillero de Petro y las tensiones resultantes de las denuncias sobre actividades ilícitas de los altos mandos militares, se incrementaron con el nombramiento de su Mindefensa.
Pero todo pareció resolverse a favor del nuevo presidente, al menos por ahora. En uno de los momentos más impactantes de la ceremonia, los honores de los altos mandos militares se dieron de manera impecable. El presidente marchó al unísono, a paso acompasado.
En su discurso, hubo también otros detalles muy simbólicos y representativos. Después de saludar a los mandatarios internacionales asistentes, Petro mencionó con sus nombres a sus invitados e invitadas especiales: la barrendera, el silletero, el campesino cafetero, el pescador, la joven chocoana. Solo después vendrían todos los demás, incluidos los expresidentes del país, dignatarios del Estado, altas cortes y FFMM, su propia familia.
El discurso comienza y termina con Cien años de Soledad y la segunda oportunidad sobre la tierra. En lenguaje sencillo, directo y a la vez poético, concretó sus prioridades frente a la paz total, la justicia social y ambiental. Su compromiso con la condición de las mujeres se ratificó todo el tiempo. Ahí está el poder de Francia en su condición de mujer negra, joven, pobre, madre soltera, víctima del desplazamiento forzado y del conflicto armado, objeto de todas las exclusiones.
“Hoy empieza la Colombia de lo posible”, “Lo logramos, Hicimos posible lo imposible”. “Desde hoy empezamos a trabajar para que más imposibles sean posibles en Colombia”. “Hoy empieza nuestra segunda oportunidad”, fueron algunas de sus frases impactantes.
Por: Consuelo Ahumada
Fuente Las 2 Orillas